domingo, 28 de junio de 2015

Perdido en el silencio...

En toda sumisión humana hay
algo de primitivo, algo de amoral. 
(Hortensio Farwel)



Por sobre todo, la sumisión a la muerte, a la 'Gran Resignación' aunque es lo más primitivo en la criatura humana, es también amoral como símbolo (entre otros) de injusticia no aceptada, y...


Primera parte


El precio de una agonía lúcida.

Mi respiración era corta y profunda, seguida de largas exhalaciones, mi respiración era un patrón de agonía, de profunda angustia, pues sabía muy bien lo que venía; es espantoso estar lúcido ante aquella última situación y pensaba (bobamente) que ¿era el castigo de ese Dios vengativo, que primero me permitió llegar a viejo para después sumirme en este caos infame de la lucidez, como castigo por no haber nunca creído en él? (sí, debía estar lúcido, definitivamente lúcido) pero ¡qué infame venganza!

Lo que más me dolió fue la despedida húmeda de mis nietos, y esto sí que me 'traumatizó', creo que no podré seguir viviendo con eso, las pocas lágrimas que me quedaban se escaparon; Ella, se sentó justo a mi lado preferido, el izquierdo que de milagro no tenía esos molestos 'cablecitos' en donde a chorros me clavaban dextrosa, antibióticos y la amada, añorada y anhelada morfina, y me tomó la mano y me beso la frente... pude oler por última vez el perfume que la acompañó toda su vida "Touch", la memoria olfativa es quizás la más fuerte de todas las memorias sensitivas y ya tarde lo comprendí (¿por qué siempre tarde?) ese exquisito aroma me pareció eterno y eterna su mirada que me esculcaba el alma por la única parte en que se puede ver y hablaron sin el sonido de las palabras que le dieron un ¡hasta pronto...! ya estaba 'Perdido en el silencio'.

¡Búscame! le dije -angustiado de que no me fuera oír- por ese valle negro y tenebroso de la muerte (será un valle ¿'dantesco'?) pues he tenido sensaciones de que me convertiré -por allá- en un topo, en un maldito topo ciego... ¿para qué los ojos, en ese puto mundo? y aterrado pudo escuchar que me decía...¡calla que te estás muriendo, ¿no te das cuenta viejo loco? y pensaba con 'susto curioso'... ¿cómo supo lo del topo? ya nunca lo podré saber, pero es fascinante las cosas que uno puede descubrir mientras esperas la llegada de la apestosa 'Parca'; con gran esfuerzo le habló pasito, en inaudible susurro al oído: - No sabía que fueras telépata y Ella me tapó la boca con uno de sus adorados dedos... el índice derecho.

Siempre la derecha callando a los seres curiosos... (asombro-curiosidad= ciencia) y ésta siempre chocando con dioses atrabiliarios y seres inaprensibles e imaginarios y los dogmas de sus 'sicarios' terrícolas. Sí, estoy agonizando, entonces, ¿por qué carajos estoy pensando en semejantes pendejadas? Uno jamás entenderá, -en toda su eternidad de vida- la condición humana, es desconcertante, por ejemplo, debería estar cagado del susto y pensar (lógicamente) ¿a donde diablos voy a ir a parar? De tanto oír las idioteces de los judeo-cristianos, se me pegó lo único bonito que tienen sus creencias, ir al "paraíso"... la esperanza de un 'más allá'; me merezco "el castigo eterno" y fritarme en azufre hirviendo en la 'quinta paila' como decía mi abuelita, cuando uno cometía una picardía... menos mal murió y no vio las cagadas tan grandes que cometí durante mi oxidación vital.

No se imaginan a mi abuela, lo bella (físicamente) y adorada (en sentimientos) que era mi 'Titita' - así la llamaba amorosamente- ¡mi primer amor!, se que aunque suene incestuoso, fue así, que le voy hacer, sabía que me adoraba cuando con su mágica mirada celeste me decía: - 'Pelusita', qué hermosa era y se con toda la seguridad del mundo, que fui su segundo amor, por respeto a mi abuelo Eduardo, y cuando partió para no volver, recuerdo que ya adulto me encerré en un baño y lloré y lloré a mares mirando y besando su foto intermitentemente, creo que en ese absurdo momento se me secaron las lágrimas -que me quedaban- de por vida y duré semanas devastado... jamás visité su tumba, pues en mi memoria siempre estaba viva y la aversión que le tengo a las tumbas, solo trae memorias de muerte.

Pero, ¿no que me estaba muriendo?... sí y eso es lucidez desgraciadamente y seguía pensando en cómo una noche se me presentó oníricamente, hermosamente fragante y bella cual Afrodita inmortal tras un sutil velo blanco de seda muy fina y con mucho amor, con ese cariño cierto que me profesaba, abrió mi pequeña boca y con sus delicados dedos (y eso fue verdad) empezó a sacarme las cucarachas que tanto me gustaban, pero eran muchas...cientos, miles, millones y desperté gritando ¡Auxilio...! no quería morir asfixiado dentro de una pesadilla, fue la última vez que la vi, como cualquier miserable e infame ingrato, me olvidé de la promesa auto-impuesta de no olvidarla jamás hasta el día de mi muerte, ¡qué ingrato! menos mal me estaba muriendo y ya no podré pedirle perdón por el pequeño olvido, pero de algo si estoy seguro... la abrazaré en el 'paraíso perdido' de mis añoranzas...

¡Auxilio..! todos me miraban estupefactos al ver que trataba de meterme la mano a la boca, había tenido una convulsión inesperada y yo que pensaba que era la despertada de la pesadilla... llegó el momento y no hay remedio -pensé-. Pero no me van a creer, de repente sentí un hambre milenaria, sí hambre, física hambre y a mi mente me llegó como un milagro, un oloroso y exquisito plato de 'lechona tolimense' de esas que venden allá por la avenida Caracas con alguna calle del sur de Bogotá, en el barrio Restrepo, es la mejor y allí tiene su génesis ese plato típico del 'Tolima Grande'...
la boca se me hizo una piscina, cerré los ojos con fuerza para poder retener esa visión celestial y algún canalla desde lejos se 'tiró todo', lo oí decir que "a la larga uno se parece a lo que come" y de inmediato mi lúcida memoria me traslado al municipio de La Tebaida, en el Quindío, allí en un 'año nuevo' en la finca de un amigo ayudé a matar a un lechón o marrano... el infeliz cerdo me miraba con una cínica y sardónica sonrisa  y le pude leer en su sucio hocico que me decía -sin palabras- :"morirás como una rata, asesino" y eso si que me asusto de a deveras, que marrano tan vengativo... se me botó a morderme, casi me caigo de la cama; había tenido un segundo espasmo y luego una tremenda convulsión que supieron 'atajar' los galenos.

Un inmenso cansancio de eternidades contenidas se me metió por todos los intersticios del cuerpo, no podía ni mover los párpados, súbitamente... el bendito 'túnel luminoso' , ahora sí me jodí y lo miraba todo incendiado de luz cegadora que me impedía ver al final, ¿cómo empezar a caminar si estaba tan 'mamado'? sin embargo podía oír una voz lejana muy lejana -creo que al otro lado- que repetía como en un eco ¿cómo estaaaá, ¿cómo estaaaá...? pero nadie aparecía para darme la mano, esa última manito que me sacara de esa fotofóbica visión... ahora si distinguí a la dueña de la voz: ¡Adriana! ¿Adrianita...? mi adorada 'Koquí', ¿pero dónde estás? y ¿porqué en éste maldito túnel que ya me tenía ciego y del que nadie salía a mi encuentro ? por qué me preguntas ¡cómo está! ¿si tu siempre me tuteaste?... ¡Cómo está! ¡cómo está!... entonces grité con todas las exiguas fuerzas que me quedaban  y a todo pulmón ¡Estoy Bien!

-¿Qué fue lo que dijo, doctor...? murmullos y más murmullos a mi alrededor...:  -¡No lo sé! creo que dijo bien; como pude abrí los ojos, un 'matasanos' me estaba levantando uno de mis pesados párpados y con una linterna me estaba mirando el fondo del ojo; sí, una potente linterna y a su lado mi adorada hija Adrianita, que le preguntaba por mi condición, ¿Como está...? ¡valla túnel! casi que caigo en el cuentico tonto de los que han regresado del 'más allá' por ese incierto sendero... yo por ahora seguía, sin duda, en este 'más acá' y eso me tranquilizó un poco, sólo un poco. El heredero de Escolapio, creyendo que no lo oía con voz pausadamente fingida y triste le contestó: - "Está muy grave, en cualquier momento entra en coma".

¿Coma...?, y quien lo creyera, seguía con hambre, pero esta vez no pensaba en nada en especial, no quería pensar pero eso ya sabemos que nos es imposible, pero como sensación de hambre frustrada ¡duele! de verdad ¡duele! por qué siempre aparece ese enano insaciable y peligroso, enemigo de las dietas estresantes que se hace llamar antojo y yo me antojé, me antoje de lo más tonto y de lo más simple por lo que la boca de nuevo se me hizo una laguna... salchichón con pan francés y Colombiana bien fría, con cara de mujer, ¿de mujer... pero acaso no era una bebida? sí, la botella de la gaseosa tenía cara de mujer; ¡qué problema! empezaron a pasar caras y caras cientos de ellas todas conocidas pero ninguna igual, con cuerpo de botella; cuando pretendía detenerme en alguna de ellas más rápido desaparecía, ¡qué tortura! me estaba muriendo de hambre y no podía comer.

Las mujeres con cuerpo de botella no me dejaban, con un extremado esfuerzo traté de coger la botella, pero al apretarla en mi mano, ésta se me soltó y como en 'cámara lenta' vi como caía al vacío, que angustia, ellas me miraban con sus ojos desorbitados pidiéndome ayuda, si tocaba el piso del abismo se harían añicos y ellas quedarían sin cuerpo... morirían qué duda cabe, gritaban alarmadas que las ayudara, la botella tocó el fondo y se quebró. El estruendo fue de 'bomba atómica' quedé literalmente sentado en la cama... mi nieto Nicolás, enredado en los cables del oxígeno y venoclisis, cayó de bruces sobre la mesa auxiliar en donde se encontraba un 'pato' lleno de mis orines blancos cargados de dextrosa y medicamentos desechados... tronó duro y dulcemente bañando con mi agua bendita a los morbosos que sentados en un sofá, habían ido a 'despedirse'... que recuerdo imperecedero se llevaron ¡gracias Pinchi! me hiciste volver a la realidad, pero qué realidad, se supone que estaba agonizando y la taquicardia empezó a ceder y la respiración volvió a su ritmo de 'pre-difunto'. Era corta y profunda, seguida de largas exhalaciones, un patrón inequívoco de agonía.

¡Todos fuera...!      
  
Fin de la primera parte


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