Plácido domingo, hoy con una reflexión muy personal de cuando éramos jóvenes y eso era sinónimo de rebeldía, recuerdo por allá en los años 60's que estábamos dispuestos a luchar sin medida por la equitativa justicia universal porque era un tiempo en se podía soñar sin ningún tipo de trabas o restricciones y pedíamos lo imposible con el más puro convencimiento de que todo se podía volver realidad puesto que transformar la sociedad en la que nos fue dado vivir -esa que nuestros ancestros nos legaron- era una prioridad y nadie nos podría detener en ese objetivo.
La nostalgia por la juventud ida... |
¿Por qué todo tiene que pasar? Pues todo ese hermoso pretérito pasó. Ahora hemos abandonado nuestra rebeldía actuante y romántica a cambio de un poco de estabilidad pero con orden, preferimos pájaro en mano y lo malo conocido, muchos han renunciado a sus ideas por un ‘plato de lentejas’... que dura verdad (cuestión de supervivencia). Miramos con cierto recelo a quien pretende alterar en lo más mínimo nuestro sagrado derecho a la comodidad y como si quisiera arrebatarnos lo más preciado, nuestros pequeños privilegios; lo más triste, es que estamos convencidos de que ya nada cambiará nunca... o lo peor, somos fieles seguidores del postulado inmortal del conde de Lampedusa: "Hay que cambiar todo para que todo siga igual".
Lo que fuimos... |
Todos duermen pero no sueñan, incapaces de imaginar un futuro distinto y estamos eso sí, dispuestos a luchar por nuestros propios beneficios muy particulares pero sin arriesgar demasiado puesto que desconfiamos de nuestros semejantes y atacamos a quien se cuestiona la 'verdad oficial'. Hemos derrotado a la imaginación y rechazamos cualquier novedad; la consigna de la revolución francesa de "Libertad, fraternidad e igualdad" nos da nauseas... la igualdad es una quimera una falacia, la fraternidad muy sospechosa y la libertad nos cabe en un vaso de cerveza.
Un mundo mejor...? |
Todo lo que fuimos ahora es un recuerdo caótico y una manifestación de nostalgia, que callamos al mirar lo que tenemos a nuestro alrededor, lo que hemos logrado, poco o mucho mas que relativo. Nos cambiaron las preguntas y nos robaron la rabia. Hemos envejecido a pasos acelerados y nuestras esperanzas se han diluido olvidando los motivos de nuestra indignación. Y ahora que me avergüenzo de mi propia apatía e indiferencia y la confieso ante Ustedes, me pregunto: ¿Qué quedó de todo aquello, qué quedó de nosotros? solo puedo responder: ¡Lo que fuimos... lo que somos! respiro profundo y sin mirar atrás me voy 'tranquilo' a mi "burbuja" a tratar de intrigar y tramar, con quien sabe quien, cómo se puede hacer un mundo mejor que nos convenza a nosotros mismos, cual sería el mundo ideal en donde podamos dormir tranquilos aunque nos engañemos hipócritamente añorando ese bello pretérito que jamás volverá.
Un nostálgico abrazo.
Hortensio.