domingo, 4 de enero de 2015

Tres de mis poemas predilectos.

Invictus
Henley...
Fuera de la noche que me cubre,
Negra como el abismo de polo a polo,
Agradezco a cualquier dios que pueda existir
Por mi alma inconquistable.

En las feroces garras de la circunstancia
Ni me he estremecido ni he llorado en voz alta.
Bajo los golpes de la suerte
Mi cabeza sangra, pero no se inclina.

Más allá de este lugar de furia y lágrimas
Es inminente el Horror de la sombra,
Y sin embargo la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará sin miedo.

No me importa cuan estrecha sea la puerta,
Cuan cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino:
Soy el capitán de mi alma.

                               (William Ernest Henley. 1875)






Si...


Kipling...
Si puedes mantener en su lugar la cabeza cuando todos a tu alrededor,
han perdido la suya y te culpan de ello.

Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de tí,
pero también dejas lugar a sus dudas.

Si puedes esperara y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado no te domina el odio.
Y aún así no pareces demaciado bueno o demasiado sabio.

Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
Si puedes conocer el triunfo y la derrota,
y tratar de la misma manera a esos dos impostores.
Si puedes soportar oír toda la verdad que has dicho,
tergiversada por malhechores para engañar a los necios.
O ver cómo se rompe todo lo que has creado en tu vida,
y agacharte para reconstruirlo con herramientas maltrechas.

Si puedes amontonar todo lo que has ganado
y arriesgarlo todo a un sólo lanzamiento;
y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio
y no decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones,
para seguir adelante mucho después de haberlos perdido,
y resistir cuando ya no hay nada para tí
salvo la voluntad que te dice: "¡Resiste!".

Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, y no distanciarte de los demás.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el inexorable minuto,
con sesenta segundos que valieron la pena recorrer...

Todo lo que hay sobre La Tierra será tuyo.

y lo que es más: serás un hombre, hijo mío.

                                                  (Rudyard Kipling. 1896)




Ítaca

Kavafis...

Si vas a emprender viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimientos.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás allarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquesido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindo tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás qué significan las Ítacas.

                                        (Constantino Petrou Kavafis. 1863-1933)




Un feliz viaje hacia tus Ítacas...

Hortensio.