jueves, 2 de julio de 2015

Perdido en el silencio.


Parte cuarta.


"Se dio cuenta que no tenía nada 
que perder excepto su ridícula vida..."

 Farwel.




Las alucinaciones de una agonía (B)

El indómito Sahára.

¿El desierto...?


¡Cómo es que estoy en el Sahara...! ahora sí me jodí, estoy delirando, llegó mi final... un sol de plomo se estaba derritiendo sobre mi cabeza, menos mal a lo lejos se veía un campamento de beduinos al que me dirigí con la angustia del que camina sin una gota de agua en su poder, y caminaba sobre una arena quemante. Y caminaba y caminaba y ya me estaba acercando ya lo podía tocar... ¿qué hacían esa partida de dipsómanos de 'Paloquemao' en la tienda del beduino? tomando cerveza helada, al verme todos levantaron sus botellas y brindaron:  ¡Salud, por la tuya...!

¡Salud!, ¿que puta ironía era esa? me estaba muriendo de sed y no sé de qué otra cosa, cada vez que estiraba la mano para tomar la botella de 'Costeña' helada que el beduino sin cara me ofrecía, veía mi mano al final de mi brazo, enormes, alargados y no podía llegar a ese manjar que los dioses le dieron algún día a los mortales para completar felicidad de la 'Creación', ¡ya casi! el susodicho beduino estaba ataviado con una túnica verde pálido con turbante y tapaboca, solo se le podían ver sus ojos achinados que echaban chispas, ya estaba por atrapar el 'néctar' embotellado, cuando el piso empezó a temblar a moverse y el espejismo de la tienda beduina y los dipsómanos empezó a difuminarse ante mis aterrados ojos, sí, era un maldito espejismo y yo muriéndome de sed y calor.

Y el piso no dejaba de temblar con un ruido estrepitosamente raro, y yo solo podía gritar ¡Nooo!!! por favor no se vayan... el calor llegaba a un extremo fatal... ¡Aguaa...aguaaa!!! salí de la pesadilla con una angustia sublimada por una severa taquicardia. El beduino no era otro que un médico cirujano que trotaba junto a la camilla que vertiginosamente se dirigía a un sitio del que no se definir (o no quiero mencionar) vestido para el quirófano, todo de verde, con gorro y tapabocas, la camilla atravesó el pasillo y pude ver lo que quería ignorar... sobre la punta de mis pies claramente me acercaba a una puerta con un letrero grande que rezaba: 'Sala de cirugía'. Ahora sí que de verdad me jodí pero jodido de verdad, la fiebre era tan alta que temieron por mis meninges, comentaba la auxiliar de enfermería que ya pasaba de 41° (al este del norte o al sur del noroccidente) estaba delirando y perdía mi lucidez y la conciencia del momento... quería dejar de pensar, !pensar¡, sí, dejar de pensar... ¿es mucho pedir? 

Me levantaron de la camilla y me pasaron a una 'mesa' espectacularmente fría, qué delicia cuando mi cuerpo la tocó, (fue mi última delicia orgásmica) alguien con un algodón húmedo de agua lo paso por mis resecos labios, pero no por compasión sino que, pensándolo bien, era para que los tubos se deslizaran mejor por mi orificio bucal y luego la mascarilla de los gases, ¡Adiós...! era anestesia...5.4.3.2---- fuera---- ¡_______________! "Era una llama al viento y el viento la apagó__________".


Fin




martes, 30 de junio de 2015

Perdido en el silencio.



Es sabido que el absurdo es
consustancial a la vida de la 
criatura humana.

                    Farwel




Parte tercera.

El viento blanco.

Las alucinaciones de una agonía. (A)


Y me dormí...

Mientras dormía empecé a sentir un intenso frió, me atacaba inmisericorde y fue de tal magnitud que me sentía perdido en un 'blizzard' ese que se da en la tormenta polar que los esquimales llaman 'el viento blanco' del Ártico, buscaba un iglú, 'un montículo de gaviota' (los 'habitantes del hielo' saben de qué se trata eso, cuando se les viene encima una tormenta) un liquen para hacer fuego, pero el hielo congeló el fuego, temblaba y mis huesos crujían, mis mandíbulas parecían castañuelas andaluzas... entré en una severa hipotermia y, ¿ahora qué...? Estaba pensando en medio del hielo de la nada y no he muerto todavía ¡ya es algo! y en éste absurdo optimismo y a punto de claudicar en mi total abandono, una figura femenina me recogía y me arrastraba a no se donde, 'el viento blanco' no me dejaba mirar más allá de mi nariz congelada, era un refugio dentro de un gigante bloque de hielo y era tibio, y era respirable, y era sosegado y era era un duende ¡¿una duende?!... qué susto, era una pesadilla y lo peor, no podía despertar.

Entonces recordé una leyenda de Groenlandia. Vestida de blanco de cabeza a los pies, ataviada con una piel de oso polar inmaculadamente blanco, una duende del Ártico o Ingnerssaak, recogió a un esquimal moribundo y le salvó la vida pero a cambio le pidió un hijo, y así sucedió, el pobre esquimal pasó allí nueve meses y el niño nació, cuando este cumplió tres años, el padre que añoraba su pueblo y a su gente amiga, en un descuido de la duende se robó al pequeño y regresó a su aldea.

Una Ingnerssaak.
Pero la ingnerssaak (valla nombrecito) una noche de un día se le apareció en la casa al secuestrador y le profirió una terrible amenaza:- "Cuando  mi hijo tenga edad para salir a cazar, con su kayak y en compañía de sus amigos, él regresará a mí y tú volverás al 'viento blanco' y allí en solitario te convertirás en un témpano".

Y el tiempo pasó inexorable y el muchacho construyó su primer kayak, sus arpones y sus cuerdas, en una tibia mañana sin que el pobre esquimal se diese cuenta zarpó en compañía de sus amigos a cazar focas y osos para traer a casa su carne y sus pieles. Cuando se enteró, el pobre hombre se sintió desolado pues pensaba que "no hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumpla" y el sol realizó su periplo geodésico y ya al anochecer todos regresaron menos su hijo... el pobre esquimal salió a buscarlo a por la orilla del mar, gritando su nombre a todo pulmón; así desesperado lo busco por varios días y llegó la tormenta y el 'viento blanco' lo envolvió.

Cuando estaba a punto de congelamiento sintió la presencia de la Ingnerssaak, vestida con su piel de oso polar de blanco inmaculado, que lo arrastró de nuevo al iglú que le era conocido y tibio, allí estaba su hijo metido en un bloque de hielo...: - "Solo con tu sacrificio, el recobrara la vida y podrá salir del hielo". - ¡Acepto! lo dijo con decisión, movido por su amor de padre. ¿qué debo hacer? - "Me darás tu corazón y para eso tendré que sacártelo, no morirás hasta que nuestro hijo recobre la vida y el conocimiento". -Acepto y eso me hará feliz y lo podré soportar, hazlo... un enorme cuchillo de cacería se alzó a la luz de la hoguera de liquen... ¡Yá! fue un grito ahogado y profundo, gutural, de nuevo ¡Yá! un electrochoque en el pecho me había hecho saltar grotescamente en el lecho de moribundo...¡Volvió! fue la palabra que con satisfacción soltó la enfermera que vestida de pies a cabeza de estricto uniforme blanco, sonrió y yo buscaba en ella la piel de oso polar sin mácula.   

Había hecho un paro cardíaco, nada grave por supuesto, solo un paro; me cubrieron con una cobija térmica, Aida, en un rincón de la habitación con sus manos tapándose la boca como para no gritar no lo podía creer, ahí estaba la llama al viento que no se quería apagar. La careta de oxígeno con su meliflua y pausada melodía me arrullaba cíclicamente, y levanté un poco mi pesada mano izquierda como para llamarla a mi lado y pensaba absurdamente que siempre levantaba la siniestra, no se el porqué pero me acordé de mis años en la Universidad Nacional cuando en compañía de mi amigo el 'cura guerrillero' Camilo Torres, la alzaba con el puño cerrado al cantar el himno de nosotros los proletarios: "La Internacional" hasta el final... ella vio mi seña siniestra y se acercó tomándome la mano y apretándola levemente con sus tibias manos y la boba pregunta de siempre salió de sus labios: - ¿Cómo te sientes? le apreté un poquito sus manos tibias, ¡que! ¿ya lo dije? que me importaba a estas alturas del paseo cuando puedo decir lo que me dé la puta gana, lo que pasa es que nadie me escucha; quiero descansar pero sin dejar de pensar y estaba pensando como nunca...

Un eco lejano llegaba a mi: "el Señor está delirando y no demora en entrar en coma" y dele con el 'coma' y yo muriéndome de hambre y ésta me está matando y de nuevo comienzan mis alucinaciones. 


Fin de ésta otra parte.

lunes, 29 de junio de 2015

Perdido en el silencio...

No existe nada tan devastador y cruel
como el eco de una agonía prolongada... 
es una herida tan dolorosa que solo añora la
muerte esa que algunos idiotas inhumanos
con argumentos fútiles tratan de... prolongar. 

                                                            Hortensio Farwel.


Parte segunda



La culpa y la disculpa.

¡Todos afuera...!
Se prohíben las visitas, por favor...¡salgan!... una sonrisa cínica y sardónica (como la del marrano) se asomó a mi cara; que bella y apacible le pareció Ella, única que dejaron seguir contemplando el espectáculo del 'ocaso' de esa vida... mi muerte. ¿Será apacible...? pensaba yo, ¿Estará tranquilo...? pensaba Ella. Con la mirada entreabierta la miré: serena y resignada pero triste hasta el infinito, ahora se que me amó de verdad (¡maldita sea! ¿porqué hasta ahora? estúpido incrédulo) a pesar de sus años aún le pareció hermosa; ¿qué le ves idiota...? ¡mírala con mis ojos! no entiendo dentro de este teatro de lo absurdo, por qué me estoy reprochando yo mismo, en definitiva la muerte es absurda y le hablé sin que me escuchara: - Se que fui un infame y todo lo mucho que puedas decir que fui, pero después de ese "fracaso con aroma de tragedia" que hizo de mi vida un antes y un después, yo quería arreglar mi presente mirando de frente a los pocos días del futuro incierto que nos quedaban por compartir, en cambio tú mi querida Aida, solo buscabas la manera de ajustar cuentas con el pasado...

Tú, exitosa a base de un terco esfuerzo por la supervivencia diaria del hogar, lógica y aterrizada, distabas mucho de mi; yo, un perdedor irredimible, con una vida que siempre me pasó de mal a peor hasta llegar a una total 'sin salida' atascado como si fuera la impronta de una maldición contra mi destino, como un atributo irrefragable; y Tu, reprochándome  con entera razón los avatares de nuestro matrimonio... culpas y disculpas y más culpas que nunca llevaron a nada sino a reproches dolorosos, amarguras y desistimientos, que como en la muerte de un ser querido se tiene al final, ira y frustración, impotencia y tristeza, dolor y decepción, y en esto último te volviste experta, pues solo te dí decepciones pero, eso si, siempre lo tuve presente para poder en algo, reparar mis conductas pueriles y absurdas.

Al ver angustiada mi conducta, decides ir en busca de una solución más radical en aras de contener el despeñadero por el que iba rodando el matrimonio y mantener la estructura arquitectónica del hogar... no te quedaste en casa, los niños ya se podían defender "solos", saliste a buscar otro destino, a desafiar tus temores y a enfrentar una vida diferente y muy a tu modo y a fe que lo lograste. Yo en cambio (mea-culpa) lograba el incierto camino del estancamiento paulatino y aunque ya logré mi cometido y estoy detenido y atascado e inmovilizado rumbo irremediable a los brazo de 'La Gran Resignación' he llegado a ésta agonía, en donde ya no hay regreso como para hacer algo mejor...

Y ¿esa segunda oportunidad a que todos los seres humanos tenemos derecho? es muy tarde pedazo de idiota, pero de haberla tenido hubiera vendido mi alma al diablo, -si es que ese pobre diablo existe- para cambiar las cosas desde las malas experiencias, y te lo digo, y te lo confieso, ciertamente, de todo corazón que la levedad de tu sombra, siempre y cada instante del día y la noche, cerca o lejos de tí, me acompañó durante mi periplo de oxidación vital hasta en estos momentos, ya lo ves; pero lo que me quema el alma es saber que ya nada puedo hacer. 

Y, siguen las culpas y las disculpas... ¿cómo fue posible que te haya sometido a esas situaciones infames de abandono a que te sometí? debió darte mucha tristeza, decepción y resentimiento, pérdidas y ausencias sin sentido que fueron las raíces de muchas de nuestras batallas y luchas de pareja ¡qué peleas! ¿te acuerdas...? Mejor no. Quise injustamente someterte a mi bastarda dictadura, porque aunque te cueste trabajo creerlo, siempre te amé, eso sí, a mi manera, pues el que no tiene sentido de propiedad, lo puede perder todo y así pensaba en aquel entonces... hoy creo que cometí el más absurdo de los despropósitos y el hecho de que estés aquí, en éste instante que te miro, en este último trance, el definitivo, es un gesto de amor de tu parte aunque yo crea que sea de nobleza. No podré agradecértelo suficientemente porque no tendría cómo y ya ¿como carajos si me estoy consumiendo como la llama de Barba Jacob?... 'Soy una llama al viento y el viento...' no ha podido apagarla todavía. Y aquí me tienes de espaldas pidiéndote perdón, ¡Perdón!

Todo en mi es gratitud hacia ti y hacia la vida que me tocó vivir, llevaré esa gratitud hasta la tumba... cual tumba si me van a 'cremar', me van a volver chicharrón cuando entre al horno crematorio, como el marrano de La Tebaida (y dale con el marrano); por último te encargo mis cenizas, ya no las vayas a botar al río Teatinos, mi mamá me destinó un rinconcito junto a ella y mi papá, en los bellos cenizarios del Gimnasio Moderno, allí descansaré por siempre... ¿No que no le importaba su destino animal después de muerto? ¿dónde está su patético ateísmo de pacotilla? ¡pues no lo se, sumerce! El olvido me alcanzará por otros medios y no detrás de una placa de mármol en donde terminan todos los ilustres desconocidos, pero no me hagas caso... llévame allí. 

Pero, que son todas estas barruntadas de idiota, si me estoy muriendo tirado en ésta cama y teniendo entre mi mano izquierdista la tuya derechista (y dale con las tonteras), con el ojo derecho que me abría más, te miré de frente y musité muy, muy quedo, la frase insignia de los 'gringos' cuando la cagan: ¡lo siento mucho, de verdad lo siento' y me quedo dormido (¿como puede dormir, si está a un instante de dormir para toda la eternidad?) es absurdo lo que hace la criatura humana ante el trance definitivo de rendir por siempre la vida a la muerte.  

Pero, me dormí...

Fin de esta parte.


domingo, 28 de junio de 2015

Perdido en el silencio...

En toda sumisión humana hay
algo de primitivo, algo de amoral. 
(Hortensio Farwel)



Por sobre todo, la sumisión a la muerte, a la 'Gran Resignación' aunque es lo más primitivo en la criatura humana, es también amoral como símbolo (entre otros) de injusticia no aceptada, y...


Primera parte


El precio de una agonía lúcida.

Mi respiración era corta y profunda, seguida de largas exhalaciones, mi respiración era un patrón de agonía, de profunda angustia, pues sabía muy bien lo que venía; es espantoso estar lúcido ante aquella última situación y pensaba (bobamente) que ¿era el castigo de ese Dios vengativo, que primero me permitió llegar a viejo para después sumirme en este caos infame de la lucidez, como castigo por no haber nunca creído en él? (sí, debía estar lúcido, definitivamente lúcido) pero ¡qué infame venganza!

Lo que más me dolió fue la despedida húmeda de mis nietos, y esto sí que me 'traumatizó', creo que no podré seguir viviendo con eso, las pocas lágrimas que me quedaban se escaparon; Ella, se sentó justo a mi lado preferido, el izquierdo que de milagro no tenía esos molestos 'cablecitos' en donde a chorros me clavaban dextrosa, antibióticos y la amada, añorada y anhelada morfina, y me tomó la mano y me beso la frente... pude oler por última vez el perfume que la acompañó toda su vida "Touch", la memoria olfativa es quizás la más fuerte de todas las memorias sensitivas y ya tarde lo comprendí (¿por qué siempre tarde?) ese exquisito aroma me pareció eterno y eterna su mirada que me esculcaba el alma por la única parte en que se puede ver y hablaron sin el sonido de las palabras que le dieron un ¡hasta pronto...! ya estaba 'Perdido en el silencio'.

¡Búscame! le dije -angustiado de que no me fuera oír- por ese valle negro y tenebroso de la muerte (será un valle ¿'dantesco'?) pues he tenido sensaciones de que me convertiré -por allá- en un topo, en un maldito topo ciego... ¿para qué los ojos, en ese puto mundo? y aterrado pudo escuchar que me decía...¡calla que te estás muriendo, ¿no te das cuenta viejo loco? y pensaba con 'susto curioso'... ¿cómo supo lo del topo? ya nunca lo podré saber, pero es fascinante las cosas que uno puede descubrir mientras esperas la llegada de la apestosa 'Parca'; con gran esfuerzo le habló pasito, en inaudible susurro al oído: - No sabía que fueras telépata y Ella me tapó la boca con uno de sus adorados dedos... el índice derecho.

Siempre la derecha callando a los seres curiosos... (asombro-curiosidad= ciencia) y ésta siempre chocando con dioses atrabiliarios y seres inaprensibles e imaginarios y los dogmas de sus 'sicarios' terrícolas. Sí, estoy agonizando, entonces, ¿por qué carajos estoy pensando en semejantes pendejadas? Uno jamás entenderá, -en toda su eternidad de vida- la condición humana, es desconcertante, por ejemplo, debería estar cagado del susto y pensar (lógicamente) ¿a donde diablos voy a ir a parar? De tanto oír las idioteces de los judeo-cristianos, se me pegó lo único bonito que tienen sus creencias, ir al "paraíso"... la esperanza de un 'más allá'; me merezco "el castigo eterno" y fritarme en azufre hirviendo en la 'quinta paila' como decía mi abuelita, cuando uno cometía una picardía... menos mal murió y no vio las cagadas tan grandes que cometí durante mi oxidación vital.

No se imaginan a mi abuela, lo bella (físicamente) y adorada (en sentimientos) que era mi 'Titita' - así la llamaba amorosamente- ¡mi primer amor!, se que aunque suene incestuoso, fue así, que le voy hacer, sabía que me adoraba cuando con su mágica mirada celeste me decía: - 'Pelusita', qué hermosa era y se con toda la seguridad del mundo, que fui su segundo amor, por respeto a mi abuelo Eduardo, y cuando partió para no volver, recuerdo que ya adulto me encerré en un baño y lloré y lloré a mares mirando y besando su foto intermitentemente, creo que en ese absurdo momento se me secaron las lágrimas -que me quedaban- de por vida y duré semanas devastado... jamás visité su tumba, pues en mi memoria siempre estaba viva y la aversión que le tengo a las tumbas, solo trae memorias de muerte.

Pero, ¿no que me estaba muriendo?... sí y eso es lucidez desgraciadamente y seguía pensando en cómo una noche se me presentó oníricamente, hermosamente fragante y bella cual Afrodita inmortal tras un sutil velo blanco de seda muy fina y con mucho amor, con ese cariño cierto que me profesaba, abrió mi pequeña boca y con sus delicados dedos (y eso fue verdad) empezó a sacarme las cucarachas que tanto me gustaban, pero eran muchas...cientos, miles, millones y desperté gritando ¡Auxilio...! no quería morir asfixiado dentro de una pesadilla, fue la última vez que la vi, como cualquier miserable e infame ingrato, me olvidé de la promesa auto-impuesta de no olvidarla jamás hasta el día de mi muerte, ¡qué ingrato! menos mal me estaba muriendo y ya no podré pedirle perdón por el pequeño olvido, pero de algo si estoy seguro... la abrazaré en el 'paraíso perdido' de mis añoranzas...

¡Auxilio..! todos me miraban estupefactos al ver que trataba de meterme la mano a la boca, había tenido una convulsión inesperada y yo que pensaba que era la despertada de la pesadilla... llegó el momento y no hay remedio -pensé-. Pero no me van a creer, de repente sentí un hambre milenaria, sí hambre, física hambre y a mi mente me llegó como un milagro, un oloroso y exquisito plato de 'lechona tolimense' de esas que venden allá por la avenida Caracas con alguna calle del sur de Bogotá, en el barrio Restrepo, es la mejor y allí tiene su génesis ese plato típico del 'Tolima Grande'...
la boca se me hizo una piscina, cerré los ojos con fuerza para poder retener esa visión celestial y algún canalla desde lejos se 'tiró todo', lo oí decir que "a la larga uno se parece a lo que come" y de inmediato mi lúcida memoria me traslado al municipio de La Tebaida, en el Quindío, allí en un 'año nuevo' en la finca de un amigo ayudé a matar a un lechón o marrano... el infeliz cerdo me miraba con una cínica y sardónica sonrisa  y le pude leer en su sucio hocico que me decía -sin palabras- :"morirás como una rata, asesino" y eso si que me asusto de a deveras, que marrano tan vengativo... se me botó a morderme, casi me caigo de la cama; había tenido un segundo espasmo y luego una tremenda convulsión que supieron 'atajar' los galenos.

Un inmenso cansancio de eternidades contenidas se me metió por todos los intersticios del cuerpo, no podía ni mover los párpados, súbitamente... el bendito 'túnel luminoso' , ahora sí me jodí y lo miraba todo incendiado de luz cegadora que me impedía ver al final, ¿cómo empezar a caminar si estaba tan 'mamado'? sin embargo podía oír una voz lejana muy lejana -creo que al otro lado- que repetía como en un eco ¿cómo estaaaá, ¿cómo estaaaá...? pero nadie aparecía para darme la mano, esa última manito que me sacara de esa fotofóbica visión... ahora si distinguí a la dueña de la voz: ¡Adriana! ¿Adrianita...? mi adorada 'Koquí', ¿pero dónde estás? y ¿porqué en éste maldito túnel que ya me tenía ciego y del que nadie salía a mi encuentro ? por qué me preguntas ¡cómo está! ¿si tu siempre me tuteaste?... ¡Cómo está! ¡cómo está!... entonces grité con todas las exiguas fuerzas que me quedaban  y a todo pulmón ¡Estoy Bien!

-¿Qué fue lo que dijo, doctor...? murmullos y más murmullos a mi alrededor...:  -¡No lo sé! creo que dijo bien; como pude abrí los ojos, un 'matasanos' me estaba levantando uno de mis pesados párpados y con una linterna me estaba mirando el fondo del ojo; sí, una potente linterna y a su lado mi adorada hija Adrianita, que le preguntaba por mi condición, ¿Como está...? ¡valla túnel! casi que caigo en el cuentico tonto de los que han regresado del 'más allá' por ese incierto sendero... yo por ahora seguía, sin duda, en este 'más acá' y eso me tranquilizó un poco, sólo un poco. El heredero de Escolapio, creyendo que no lo oía con voz pausadamente fingida y triste le contestó: - "Está muy grave, en cualquier momento entra en coma".

¿Coma...?, y quien lo creyera, seguía con hambre, pero esta vez no pensaba en nada en especial, no quería pensar pero eso ya sabemos que nos es imposible, pero como sensación de hambre frustrada ¡duele! de verdad ¡duele! por qué siempre aparece ese enano insaciable y peligroso, enemigo de las dietas estresantes que se hace llamar antojo y yo me antojé, me antoje de lo más tonto y de lo más simple por lo que la boca de nuevo se me hizo una laguna... salchichón con pan francés y Colombiana bien fría, con cara de mujer, ¿de mujer... pero acaso no era una bebida? sí, la botella de la gaseosa tenía cara de mujer; ¡qué problema! empezaron a pasar caras y caras cientos de ellas todas conocidas pero ninguna igual, con cuerpo de botella; cuando pretendía detenerme en alguna de ellas más rápido desaparecía, ¡qué tortura! me estaba muriendo de hambre y no podía comer.

Las mujeres con cuerpo de botella no me dejaban, con un extremado esfuerzo traté de coger la botella, pero al apretarla en mi mano, ésta se me soltó y como en 'cámara lenta' vi como caía al vacío, que angustia, ellas me miraban con sus ojos desorbitados pidiéndome ayuda, si tocaba el piso del abismo se harían añicos y ellas quedarían sin cuerpo... morirían qué duda cabe, gritaban alarmadas que las ayudara, la botella tocó el fondo y se quebró. El estruendo fue de 'bomba atómica' quedé literalmente sentado en la cama... mi nieto Nicolás, enredado en los cables del oxígeno y venoclisis, cayó de bruces sobre la mesa auxiliar en donde se encontraba un 'pato' lleno de mis orines blancos cargados de dextrosa y medicamentos desechados... tronó duro y dulcemente bañando con mi agua bendita a los morbosos que sentados en un sofá, habían ido a 'despedirse'... que recuerdo imperecedero se llevaron ¡gracias Pinchi! me hiciste volver a la realidad, pero qué realidad, se supone que estaba agonizando y la taquicardia empezó a ceder y la respiración volvió a su ritmo de 'pre-difunto'. Era corta y profunda, seguida de largas exhalaciones, un patrón inequívoco de agonía.

¡Todos fuera...!      
  
Fin de la primera parte