domingo, 13 de septiembre de 2015

A mi madre

Óyelo muy bien, ¡mil y mil veces bendita!
y las palabras casi siempre están de más...
Tu, la del sacrificio sin duda, sin queja y sin esa
pregunta resentida en tus labios... ¿porqué a mi?
lograste enfrentar  con sufrimiento y dolor, la cruel
partida del compañero fiel y la angustia de la soledad.

¿Qué pensabas, cuando la foto le robó al tiempo la imagen de tu hermosa adolescencia? 

Y hoy mirando tu sentida hermosura de Madre, bien
veo que nunca te dejaste marchitar por la razón.
Entendiste que era sólo bello vernos felices y de nuevo
lo lograste, que duda cabe, con un delicado sello de
fuerza, siempre mirando a tu corazón aterido de amor.

Sincera en cariño y protección y bondad y ternura,
de sentimientos nobles de inagotable luz de vida,
nosotros tus cinco vástagos frutó de un inmenso
amor lleno de afectos lúcidos, en una defensa altiva,
vimos como testigos angustiados cómo enfrentaste
la adversidad traicioneramente vil ¿cómo negarlo?

Valiente no es palabra que le haga honor a mi Madre,
que derrocho coraje, arrojo y entereza en sus propósitos
ligada a esa causa que siempre fue esperanza... nosotros,
y, en el sensible avatar de su vida, necesidad de ilusiones
y sueños por realizar...

Hoy con tus ojos cansados miras a tu bien pasado
en donde todavía buscas fuerza con ese aliento que no
se apaga en tu otoño redimido por tu gracia tranquila,
porque sabes que fuiste fiel a tus promesas hechas a
Aquel cuyas pisadas aún hoy no se han borrado y con
la dulce certeza de que en algún otro lugar nacerán de
nuevo recogiendo el eco de tu amor que jamás cedió
a la derrota cruel cuando tus brazos estaban casi abajo.

En el 'Bosque Popular' de Tunja la Ciudad Amada,
con el amor de su vida.

Y porque pensándolo bien, si todos fuimos hechos con el
mismo barro, tu molde, Madre, fue único e incomparable.
Hoy, mañana y siempre lanzaré un suspiro al aire para que
pueda llegar a tu pensamiento que se que llena a cada instante
de tu amada existencia, siempre lejos de la errática resignación,
alma fantástica que envuelve toda una vida de fervores eternos
destino inmaculado que logró la placidez de una inteligencia viva
sana, lúcida, alegre y jocunda, llena de amor, amor y sólo amor.

Esa fue tu vida, Madre...
y diría que las palabras no alcanzan.
Óyelo muy bien ¡mil y mil veces bendita!

Hortensio.