martes, 13 de junio de 2017

El verdadero nombre de Dios.

Q
El Tetragrama. Yahvé.
En éste atípico martes resolveré una duda de esas que siempre me han mortificado y que nadie me habia en lo mínimo resuelto, sólo por cultura general, nunca pude saber a ciencia cierta de donde algunas sectas evangélicas sacaron el nombre de Jehová. Pues bien miremos la etimología y su trayectoria por el tiempo y por qué aparece suplantando el verdadero nombre bíblico... ese nombre que producía profundo respeto y hasta temor en los antiguos israelitas.

El idioma en el que Dios se le reveló a Moisés, fue el hebreo -hebreo antiguo- y no era otro que el de YHVH o Yahvé, como ha sido traducido universalmente, <<Yo soy el que soy>> y no hay más nombre en el Antiguo Testamento y desde luego no podría haber otro al paso de los siglos pues fue Dios mismo el que se nombró así, y es la manera original y primitiva... ¡fin de la discusión!

Pero con el paso del tiempo y las diásporas algunos rabinos empezaron a llamar a su dios como El Señor (Edonai) y así llegamos 1.550 años después de Cristo a la edad media cuando los hebraístas europeos empezaron a traducir sus Biblias del latín a sus idiomas vernáculos (Castellano, alemán y el inglés en un principio). "Yahvé es una forma del verbo 'havah' (ser, existir) y significa: "Yo soy el que es" mientras que Jehová, nada tiene que ver con el precitado verbo 'ser'.
El más famoso retrato de Zuinglio
obra del pintor suizo Hans Asper 1.571

Entonces llega el cisma de la iglesia católica con la Protesta alemana y es allí en donde aparece un oscuro teólogo... Ulrico Zuinglio, que vió en la protesta de Lutero una buena disculpa para despacharse contra sus enemigos que no le aceptaban que viviera en concubinato con una viuda siendo un sacerdote, se propuso traducir un Nuevo Testamento que le habían traído de Holanda y cuyo autor fue nada menos que Erasmo de Rotterdam, quien insinuó que las cuatro consonantes del hebreo YHVH al traducirlas al latín serían como JHVH. Vio que en alemán no sonaba para nada el nombre insinuado por Erasmo y recurrió a un ardid fonético que consistía en tomar las vocales de Edonai y con ellas rellenar las consonantes latinas, el resultado: JEHOVA y eso sí sonaba bonito.

Lutero y Zuinglio se reunieron en Meburgo y discutieron sobre como reformar la iglesia y otros temas; creo pensar que fue un arreglo entre los dos protestantes para oponerse al nombre que la Iglesia Católica le daba a Dios en sus testamentos, la palabra milenaria y original de Yahvé el del Génesis... Entonces desconocieron las enseñanzas que le costaron la vida a Jesús, por llamar a Yahvé por un nombre que lo hacía igual a Dios... ¡Mi Padre! y así para los cristianos ninguna otra palabra podría reemplazar a la dicha por su profeta que se consideraba su hijo. Padre o el El Señor Padre, y eso es otra discusión que no viene al propósito de ésta entrada... ¡Saldada mi duda!

Un abrazo teológico.

Hortensio.