domingo, 6 de diciembre de 2020

Cuando un poema dicta los recuerdos.


El recuerdo abre la cicatriz de la 
herida que 'curó' el tiempo...
H. Farwel

El recuerdo es como un perro,
que se hecha donde le apetece. 
  Nooteboom 

Hola, mis estimados amigos tengan un muy bonito Plácido domingo hoy de nuevo con la prosa polifónica y decadente de Farwel, con unos rasgos de poesía que siente vivirla transformándose en metáforas y silogismos que parecen desembocar en axiomas que atrapan los recuerdos de una partida y su angustia por el presentimiento de la cruel lejanía...

Hortensio Farwel

La Pomarrosa.

Mido la longitud del tiempo
al probar una Pomarrosa...
y se me hace largo el camino
que me ha traído hacia tí.

Cincuenta años y unos más,
no sé porqué al morderla en 
un vertiginoso viaje al pretérito
pongo mi mente en Boyacá.

Allí mi adorada abuela me la
dio por primera vez, era rosa
más bien rosada pálida, pequeña
y redonda muy bonita pensé...

Fue una mezcla divina de emoción
y fascinación y no se diga cuando
la mordí... cerré los ojos y su sabor
irradió un aroma de divina felicidad.

Esa sensación quedó en mi mente
para un siempre inolvidable de razón
superior que fue uno de los grandes
privilegios de  mi vida...


¡Y lo triste, mi adorada Pomarrosa
es que estás en vías de extinción!

                                  Farwel 1966





Mi primer amor.

Mi alma libre está atada a éste cuerpo
físico que no renuncia a viajar a esos
pretéritos que se han arraigado con
fiereza en los recuerdos que dicta la razón,
esto me permite poner mis sentimientos
fuera de la cárcel perecedera a la que
estamos indefectiblemente ligados...

No le temo a la soledad, es más me gusta
cuando de recuerdos bellos se trata, pero
cuando los sueños son así de hermosos me
queda la sensación fea de que no volverán
y eso me entristece.

Uno de ellos cuando de niño mi pasión era
llegar a la casa de mi abuela querida en Tunja,
sentirla y olerla, ver sus ojos azules como
destellaban con pasión y dulzura, cuando se
encontraban con los míos.

Fui el único nieto que vivió con Ella, los miraba
para poder leerlos pues casi no hablaba, lo hacía
para lo que nació... mandar, dar órdenes.
Aprendí a leer en su mirada, la adoraba con
respeto, siempre me cogía suspirando.

Sabía que me quería muchísimo y Ella sabía
que la adoraba con veneración, su carisma me
fascinaba y fue mi primer amor intemporal y
eterno, la llore en silencio cuando me despedí
dándole un beso en la frente que todavía guarda
su tibieza... añoro volver a verla cada noche en 
los recuerdos fugaces antes de entrar en la 
sombra de mis sueños...

                                           Farwel 1978



Un abrazo fraterno...

Hortensio.