viernes, 21 de enero de 2022

Abigail Sandoval.

La muerte es demasiado simple,
complicado vivir...
H. Farwel.

Conocí a Abigail Sandoval (era su seudónimo) en la ciudad boyacense de Sogamoso, se encontraba un poco enferma de diabetes y a sus 73 años estaba muy lúcida y seguía componiendo sus hermosas poesías, siempre llenas de nostalgias y tristezas... su fuente de inspiración -sin duda- fue la muerte temprana de su esposo Ananías Sandoval, a manos de un grupo de hampones que lo secuestraron para pedir rescate, no tuvieron con qué pagarlo y a los dos meses de negociaciones frustradas, lo asesinaron despiadadamente y su crimen ha quedado impune hasta el día en que Abigail, se despidió de éste mundo el pasado 13 de enero de 2022, murió muy tranquila como mueren los diabéticos cuando entran en estado de coma, simplemente se quedan dormidos y nunca más despiertan.

El dolor de la tristeza...

Nunca publicó sus poemas que escribía en unos cuadernos escolares, y con una preciosa caligrafía de aquella que enseñaban en los colegios del siglo pasado... la letra del método Palmer; aunque algunos poetas sabían de la belleza de su lírica nostálgica, nadie le propuso hacer una pequeña antología de su obra, espero que su única hija oiga mi consejo y no deje que el moho luctuoso del olvido acabe perdiendo esas bellas páginas de amor y sentimientos puros... 

Me regaló uno de sus últimos poemas que tenía en una hoja fuera de sus cuadernos y aunque rechacé ese desprendimiento tan espontáneo de Ella, su insistencia doblegó mi renuencia a aceptarlo... mil y mil gracias le di y le doy hoy que supe de su deceso. Y lo publico en éste Plácido domingo como un sentido homenaje a una de las más grandes poetisas de Boyacá y porqué no de Colombia. Oigámosla: 



No te despedí...

Las aguas salobres de la amargura
se desbordan cuando la pena insoportable
de tu partida se convierte en recuerdo de
inquietud y dolor, esa mañana no te despedí...

Se que no podré salir de mi pasado que a cada
instante progresa dislocado y sin sentido;
por ser mi más grande desastre solo deseo
y mi alma anhela la visita de Tánatos, que
más temprano que tarde llegará para mí
reposo.

No creo ser una cobarde y tu sabes que me
enfrente a la realidad que me destrozó la vida,
pero esa flecha invisible que siempre se dispara
hacia el futuro no la puedo detener... No, la
ilusión se ha perdido y solo me queda la fuerza
inextinguible del recuerdo.

Recuerdo que cada día se convierte en una inagotable
tortura, insoportable e inútil y ese será el final de
esa catástrofe de sentimientos encontrados que fue
nuestra historia y nuestro supremo martirio, así no
podré envejecer más pues todo será estéril, todo
será un continuo hastío donde el dolor no podrá
fugarse de mi alma atormentada...

Y ese déspota cruel y despiadado que es el sufrimiento
me encadena al inútil pasado en donde todo tiene
sentido para mí ante éste inexorable presente...
Nadie está preparado para la muerte y en la confusa
niebla de los años nos perdemos para siempre.

                                                    Abigail 2019.


Se que estas mejor en ese nuevo estado y en que tu poesía deja que tus huellas marquen el derrotero de tu inmortalidad... descansa en Paz, Abigail.

Hortensio.