domingo, 12 de diciembre de 2021

"¡¡Esperad, malvados!!"

La Escatología en la literatura.


Comerás torta de cebada, habiéndola
cocido sobre excrementos humanos.
Ezequiel (4:12)

En una de sus divertidas historias, que se encuentra en el libro que llamó 'Visiones de Neurastenia' (1924) cuenta el escritor gallego (La Coruña) Wenceslao Fernández Flórez, una divertida historia digna de la literatura 'Escatológica' y como introducción al tema propuesto para hoy en éste Plácido domingo... así la narra:
 
Mujer en el baño... Lautrec.

"Un coronel del glorioso Ejército Nacional va caminando por una calle de una ciudad española cuando de repente siente unas irreprimibles ganas de dar de cuerpo (lindísima expresión, harto mejor que el simple cagar), pero en ese momento se encuentra ahí en la calle con la esposa de su superior inmediato, un general del que depende su próximo ascenso. Y la buena señora lo arrastra con ella, porque quiere recabar la opinión de un hombre de buen gusto, como el coronel acerca de sus compras. Y al coronel, pobre, no le queda otra sino aguantarse las ganas.

El cuento va ganando en intensidad y en angustia conforme la generala más y más compra y el coronel más y más ganas de dar de cuerpo. Y como aborrece hacerlo en WC público, apenas el pobre se libera tras una agotadora sesión de shopping, sale corriendo para su casa, entra en ella y descubre que su esposa está en la cama haciendo el amor con otro hombre, y entonces grita algo sublime: "¡¡Esperad, malvados!!" y se mete al baño. Sólo que cuando sale, aliviado por fin de su carga, claro está que su esposa y el otro han desaparecido."

Letrinas romanas en mármol.

A lo propuesto:  Aunque la Real Academia de la Lengua define dos acepciones de la palabra escatología, nos interesa para esta entrada la que se refiere al tratado de las cosas excrementicias y no a ese conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida del más allá o de ultratumba. 

Ya lo decía el misántropo gringo Charles Bukowski: “Somos monstruosidades. Si fuéramos conscientes de ello podríamos amarnos, darnos cuenta de lo ridículos que somos con nuestros retorcidos intestinos por lo que se desliza lentamente la mierda mientras nos miramos a los ojos y decimos ‘te quiero’.” Y los antiguos romanos, también: stercus cuique sum been oler (la mierda propia huele bien) y esto nos iguala a todos… el poeta del siglo de oro Quevedo lo decía: “De cagar nadie se escapa / caga el rey, caga el papa / caga el buey, caga la vaca, / y hasta la señorita más guapa / hace bolitas de caca.” Los mecanismos para liberarse de los excrementos vertebran una gran obra de la literatura escatológica ‘La historia de la mierda’ de Dominique Laporte, quien abre su historia con un edicto publicado en 1539 en París llamado “urbe de mierda, cloacal, oscura” que obligaba a instalar fosas de retrete en cada casa bajo la amanezca de expropiación.

La reina Isabel de Inglaterra...

Los romanos resolvieron su problema al construir la famosa ‘Cloaca Máxima’ una obra de ingeniería que mostraba el grado de civilización que habían alcanzado. En su obra ‘Materia oscura: historia cultural de la mierda’ cuenta Florian Werner, que en Roma se cagaba en letrinas públicas en alegre compañía y agradable conversación. La Edad Media, fue el retroceso total de la higiene pero aún así se escribió un gran texto sobre el tema, fue la ‘Fecopoética’ de Chaucer. Y claro está que fue con la entrada frontal de la Edad Moderna, y con ella el capitalismo en la que se empezó a verse la mierda como un tabú vergonzoso para el Homo económicus…


Creo que fue García Márquez, quien dijo que ‘si la mierda se vendiera los pobres nacerían sin culo’. Y el gran novelista checo Milán Kundera, en su extraordinaria y premiada obra ‘La insoportable levedad del ser’ decía: “La mierda representa un problema teológico más complejo que el mal. Ya que Dios concedió libertad a los humanos, podemos aceptar la idea de que Él no es responsable de nuestros crímenes. La responsabilidad de la mierda, sin embargo, le corresponde completamente a Dios como creador de la humanidad.” Pero el tema tomó características graves entre los cristianismos primitivos y modernos por una simple pregunta que un pequeño niño se hizo, una vez hace muchísimos años: ¿el Señor Jesús cagaba"? Una pregunta inocente cercana a la herejía, ese gravísimo problema lo solucionó en su Epístola a Agátopo, el respetadísimo teólogo Valentín el Gnóstico, cuando afirmó científicamente que “Jesús comió y bebió a su manera, sin excretar la comida. Su poder de continencia era tan grande que ni siquiera la comida se destruía en Él, ya que no experimentaba corrupción”. Cuestión de fe, igual que si la hostiga y el vino consagrados en la eucaristía se digerían convirtiéndose en mierda y orín… en Mateo 15:20 dijo el gran apóstol evangélico: “¿No entienden que todo lo que entra por la boca va al vientre, para después salir del cuerpo? ¿entonces? Algún genio lo resolvió… ¡el sacramento no es perceptible para los sentidos y por eso se disuelve en su Divinidad, justo a tiempo cuando llega al estómago!

Sin palabras...

Para terminar -por ahora- un hermoso y oloroso poema del dramaturgo y poeta alemán que en su expresión subversiva lo compuso, el gran Günter Eich: “Sobre fosas malolientes, / papel con sangre y orina, / entre moscas que refulgen, / me acuclillo en la letrina. // Viendo una orilla boscosa, / huertas,  varado un lanchón. / En el fango putrefacto / cae a plomo un cagajón. // Resuenan en mis oídos/ los versos de Hölderlin. / Se reflejan, nieve pura, / las nubes en este orín.



Solamente un abrazo, si pasan por aquí y hasta la próxima cagada.

Hortensio.

¡La mierda escrita no huele…! (Barthes)