La leyenda fue recogida por Plutarco y es la siguiente:
XXIII.- La nave de treinta remos en que con los mancebos navegó Teseo, y volvió a salvo, la conservaron los atenienses hasta la edad de Demetrio Falereo, quitando la madera gastada y poniendo y entretejiendo madera nueva; de manera que esto dio materia a los filósofos para el argumento que llaman aumentativo, y que sirve para los dos extremos, tomando por ejemplo esta nave, y probando unos que era la misma, y otros que no lo era.
El problema se convierte en una paradoja, es que es muy difícil saber exactamente el punto en el que una cosa pasa a ser otra distinta si reemplazamos una de sus partes o todas en un lapso de tiempo determinado; ¿pasa lo mismo con el ser humano? Sabemos clínicamente que a lo largo de la vida una persona prácticamente reemplaza todas sus células por otras nuevas y básicamente no hay nada permanente en una persona a lo largo de su vida a excepción de las neuronas, pero no hay certeza de su fisiología a este respecto de renovación.
La obsesión de los filósofos por encontrar verdades inmutables creó este mito con el problema de la identidad... ¿Es el barco de Teseo el mismo o es otro tras haber cambiado todas sus piezas, en un momento de tiempo y espacio? La discusión está servida para tomar partido en la polémica... por mi parte creo que no es el mismo barco aunque su esencia sea y recomiende que es el mismo.
Un paradójico abrazo, el mismo abrazo.
Hortensio.
Un paradójico abrazo, el mismo abrazo.
Hortensio.