domingo, 8 de junio de 2014

El sapo y el beso...

En nuestro mundo real cuantos 'feos' y 'bellezas raras', batracios humanos nos movemos por ahí, si, por esos caminos de la total incomprensión solo por que somos 'feos' o tenemos nuestras caras "desordenadas" y no clasificamos en la lista standar o escala icónica de los seres guapos o perfectos de las propagandas de TV o tan siquiera de personas normalmente pasables... ¿estamos condenados a vivir sin esperanzas de amar a una persona bonita y porqué no bella? ¿será posible que alguien se fije siquiera por un minuto (mucho) por un segundo en nuestra mirada triste aunque siempre sea dulce? En definitiva nunca lo sabremos, pero siempre esperamos a la 'princesa de un sueño de hadas, al príncipe azul' y soñamos porque es de humanos pensar en un bello amor y enamorarnos del amor y sentir que podremos ser amados.

El cuento de la princesa que al besar
 a un sapo, se convierte en un príncipe.
Y sucede que alguien bello muy bello, cuando menos lo pensamos aparece en nuestras vidas y nos toma la cara con sus delicadas manos y mirando intensamente al interior de nuestros sorprendidos ojos nos da un dulce beso en nuestras feas bocas y mágicamente nos convertimos en bellos príncipes azules o princesas de tul... por lo menos así lo sentimos y así de real sucede.

¿Qué es lo bello y lo perfecto y lo estético en la escala de valores de la figura humana con respecto al amor? discusión perdida desde la época helénica... gana lo "bello" y de lejos; según ésto deberíamos volver a los lejanos y duros principios de Licurgo en Esparta, allí en donde a los bebes recién paridos eran examinados por un grupo de ancianos 'héroes' en el Pórtico, si de esa mirada inquisidora el niño no estaba bien constituido era abandonado en la cuenca de un escudo de bronce en los riscos del Apothetas (lugar de abandono) y si al cabo de dos días subsistía a la inclemencia del frío, el hambre y las aves de rapiña... era recuperado; pero si nacía deforme o 'era muy feo' (invento mío) no cabía la duda, era arrojado al vacío desde lo alto del monte Taigeto. Y ¿Cuántos feos (as) terminaron sus vidas porque no se aceptaban a sí mismos y buscaron la roca Tarpeya para lanzarse al vacío de sus frustraciones?

Bueno, de David Hum, el filósofo escocés es el escolio que dijo en una ocasión: "La belleza de las cosas existe en el espíritu de quien las contempla" la máxima degeneró en la popular de que 'la belleza está en los ojos de quien la mira' y eso es lo que hacemos, contemplamos la belleza con nuestros ojos y es como dijera el gran nihilista Federico Nietzsche, cuando a la crítica de sus alumnos por tener amores con una mujer muy fea, le reclamaban... maestro ¿qué le ve a esa mujer? y él les contestó: "¡mírenla con mis ojos...!" quedaron callados y así acabó la discusión y, desde luego yo tampoco haré comentario alguno.

Y yo tuve la inmensa suerte de encontrar y besar a mi ranita, a mi bella 'cenicienta' mi 'bella durmiente' mi princesa añorada, hacendosa como ninguna, cocina como una diosa, me ama y me consiente y aprendió a leer en mi pensamiento y siempre la he mirado con mis ojos, con los ojos del amor y ella me ha dicho que no comprende el porqué, en esa lejana fecha en que la ví por primera vez, me fijé en ella, de verdad no lo sé ni me importa, pensándolo bien fue su hechizante mirada indescifrable; solo sé que he sido feliz con mi 'coquí'... así la llamo a Ella con todo mi cariño.

La Coquí.
Definición: La 'coquí', es una diminuta rana que mide unos 36 milímetros y es originaria de esa bella isla caribeña Puertorico y está en vías de extinción, lo excepcional de ésta ranita es que si sale de la isla indefectiblemente muere y yo aspiro que la mía nunca salga de mi hogar.

Con una bella mirada y un fuerte abrazo.

Hortensio.