domingo, 10 de abril de 2016

Los vicios del viejo...

La aceptación pasiva  del envejecimiento acelera el ocaso...
empeñarse en conservar la juventud hace más duro el calvario.
Canal Ramìrez.


Los jóvenes detestan la vejez
pero todos quieren llegar a viejos.
Cicerón.


Los antiguos griegos lo decían:
para ser viejo y sabio, hay que
ser primero joven y estúpido.
H.Farwel.


El viejo es, siempre, el futuro de todo joven...
Con esta nueva entrada, una serie de conceptos y criterios que recojo del libro del padre de mis 'compañeros de armas' y bachillerato Leonardo y Gonzalo Canal, ese gran y buen hombre que fue Gonzalo Canal Ramirez, y su imprenta 'Antares' a quien tuve el inmenso honor de conocer. Él tenía muy claro que "Envejecer no es deteriorarse" y en éste Plácido domingo, quiero compartir con Ustedes, la transcripción de estos fantásticos pensamientos, desde luego, muy lúcidos y personales sobre lo que es la llamada - eufemísticamente - "tercera edad" o edad provecta o simplemente vejez y que nos puede en algo interesar sobre todo a nosotros los que ya estamos pisando el sendero de la senescencia, hoy vamos a ver... Los vicios.

"Cuando (al viejo) sus costumbres y hábitos lo determinan hasta la enajenación de la voluntad, se convierten en vicios para alienarlo. Los vicios son moralmente peyorativos, y frecuentemente destructivos, no razonables, como el de quien esputa constantemente para evitar el cáncer de garganta. El viejo vicioso de ordinario acelera su muerte. Pero no es el caso aquí, de los vicios, salvo el vicio del tabaco y del alcohol,..."

"De ordinario el viejo frente a sus costumbres, hábito o vicios perjudiciales, adquiere también el de defenderlo, oí  uno que a las estadísticas concretas de rutinas causadas por el tabaco y el alcohol, respondía: "fìjese, en la última guerra mundial: ni Hitler, ni Hiroito, ni Mussolini fumaban. En cambio, Roosevelt, Stalin y Churchill si fumaban"... El engaño a sí mismo, tan frecuente en el hombre, cobra fuerza en la vejez. Vigìlice. Engañarse a sí mismo es maltratarse y usted debe tratarse bien, corrigiendo sus hábitos de maltrato, así sea el de dormir con la ventana cerrada. Empiece por, abrir un resquicio, luego aumèntelo como a una fisura, después un pequeño espacio por donde le quepa un dedo, más  tarde haga pasar toda la mano, y terminarà de par en par. Y se dará cuenta de cómo se duerme mejor. Todo es posible gradualmente."

"Es verdad, hasta cierto punto, que cada uno es lo que le ha sucedido. Es decir, nuestra historia nos marca con sus huellas, a veces imborrables como cicatrices. Los años vividos son nuestra historia, ahí están con sus consecuencia. No los podemos cambiar, pero sí modificar su influencia sobre nosotros, y, si corregimos hábitos y costumbres, podremos gobernar nuestro presente. No podemos borrar de un plumazo la influencia de nuestro pasado. Pero podemos remodelarla lentamente, hasta extinguirla, si es del caso. Si ella fuera determinante, no existiría la libertad."

"El viejo suele encasillarse en su tabla de valores, por no aceptar otros nuevos, privàndose a sí de alargar sus conocimientos. Aquel viejo que se negaba a ir a otras montañas "porque ya he conocido el Everest". Los puritanos de la música clásica de la época dorada, rechazaban cualquier otra "porque no es música" Al respecto Alexander von Karajan, ante la televisión francesa -entre cuyos espectadores se cuentan muchos de estos puritanos- dirigió el mismo con la orquesta sinfónica de Berlìn, un vals de Strauss y una tarantela napolitana para demostrar cómo el primer director europeo con una de las primeras orquestas del mundo, encontraban música válida también en algunas de las composiciones no juzgada  por los puritanos como buena música. La escala de valores es casi infinita, no se excluya usted usted de ella, aferrándose solamente a los conocidos: es imposibilitarse para el descubrimiento de otros, cerrarse en un pobre círculo, cuando el viejo debe estar abierto... Sus hábitos no siempre son los mejores. Los vicios de la inteligencia son tan nocivos como los de la voluntad."         
Cansado de luchar y buscando el sendero
del volver cuando ya no hay ganas de vivir...

Bueno, ya lo oyeron... todo se agrava cuando de la costumbre se pasa al hábito, del hábito a la manía y de ésta al vicio; tratemos de dejar nuestros vicios, porque son vicios al fin y al cabo, aunque sean deliciosos, en mi caso nunca fui amigo de los vicios secos (léase cigarrillos), más bien siempre húmedos (léase 'cervecita'); ahora si dejarlos causan mayor daño al cuerpo y a su salud, (por aquello de la descompensación) trata como dice Canal, 'si no los podemos dejar por lo menos sí podemos tratar de modificarlos', es decir bajarle a la intensidad, nuestro mayor enemigo es sin dudarlo el EXCESO... y recuerden siempre lo que decía Teresa, la mística de Àvila: "Todo en exceso es malo, hasta la virtud".

Un abrazo lejano de excesos...

Hortensio.

Post scriptum: La clave está en no hacerse de costumbres que a la larga esclavizan, porque de tanto reiterarse en el mismo acto terminan por enajenar la voluntad o caer en la pesada rutina, factor de tedio y aburrimiento, aun en los pequeños problemas.

Para problemas de hoy no hay soluciones de ayer.