domingo, 8 de mayo de 2022

Aristóbulo y el espejo.

Solo basta mirarte al espejo
para encontrar a la persona
que puede cambiar tu vida.
Farwel.

Un feliz “día de la madre” hoy con un microrrelato de un campesino de por allá en ese Boyacá de bien adentro, se cuenta que Aristóbulo, el campesino, recogió su cosecha de papa y se propuso ir a venderla al pueblo a un intermediario conocido de la región.

Aristóbulo.

Su joven compañera le encargó un cepillo para el pelo... Una vez que Aristóbulo vendió su carga de papa se encontró con varios vecinos y amigos, y como es costumbre en esos lejanos pueblos boyacenses se reunieron en una de las tiendas y empezaron a tomar cerveza y una que otra totuma de chicha. Luego de varias horas de libar el néctar lúpulado y ya entrada la tarde, se acordó del encargo de su esposa pero ya un poco tomado se le olvidó exactamente cual fue la encomienda. 

Al entrar al almacén de misceláneas se preguntó ¿Qué fue lo que me encargó? no pudo recordar, entonces algo le llamó la atención: un espejo con marco dorado y regresó a su vereda. 

La mujer y el espejo.

Al amanecer cuando salió a ordeñar sus vacas, le entregó el espejo y se fue a trabajar. La mujer extrañada se miró al espejo y se puso a llorar desconsoladamente, entonces la madre se le acercó y le preguntó el motivo del berrinche. La mujer le dio el espejo a la mamá y le dijo:

- El Aristóbulo a traído a otra mujer, joven y muy bonita. 

La madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija:,

- Mija, no tienes porqué  preocuparse, es solo una vieja fea.

                        ***                                       

Un abrazo bien reflejado. 

Hortensio.