jueves, 12 de febrero de 2015

Otro Rumbo.

Mi poetisa recordada en mis más bellos respetos, es la boyacence Gertrudis Peñuela conocida universalmente como Laura Victoria... recordada por su sensualidad y delicado erotismo quien bien vivió sus 100 años en su amor por la poesía,,,, aquí dos de sus poemas más reconocidos.

Otro Rumbo.

Amé constante a los que no me amaron
y les di la verdad cuando mintieron.
Mientras unos temblando me desearon
rogó mi beso a los que no quisieron.

Siempre busqué los que jamás me hallaron.
Mi voz llamó los que jamás me oyeron.
Y los que resignados me esperaron
nunca en mi copa de placer bebieron.

Hoy una voz recóndita reclama
mi voluptuoso corazón de llama,
que limpio ardió como braza al viento.

Allá me voy.Torciendo mi camino
avanzo al horizonte de platino,
desnuda hasta del propio pensamiento.

Laura Victoria
Soatá Boyacá 1904
Ciudad de Májico 2004

Cuando Regreses.

Cuando regreses no hallarás siquiera
las huellas del pasado.
En el parque los cisnes se murieron
y las verbenas rojas se secaron.

Esos versos filiales que me oías
cogiéndome las manos,
cambiáronse por otros calcinantes
que visten mi alma de ropaje cárdeno.

Y esas dulces promesas que en tus brazos
hacíasme temblando,
son una cuerda rota en mi oídos
y ni un eco doliente me dejaron.

Naufragaron también en mis pupilas
tus ojos de gitano,
y en mi boca se helaron en silencio
las huellas calcinantes de tus labios.

Cuando regreses no hallarás siquiera
vestigios del pasado.
En el parque los cisnes se murieron
y en mi boca tus besos se borraron.


De nuevo un abrazo boyacence.

Hortensio.


domingo, 8 de febrero de 2015

'Las calles de mi Tunja'.

Y le pregunte a don Juan de Castellanos*: ¿Por qué las calles de mi Tunja están desiertas, tan solas si todavía no es de noche y no ha oscurecido?...: "Recuerda que son las 6 y media de esta tarde tan bella que va muriendo y el frió de San Lázaro ya es insoportable, es la hora en que ese viento en un halo brusco, busca y reclama sobre la ciudad el silencio para el poder cantar su fría canción; siempre habrá un suspiro que brotará desde un balcón que se convierte en susurro de amor y al cerrarlo nuestra ciudad empieza a oler a chocolate y arepa, pan recién horneado y queso; y ese frío que trae el viento de San Lázaro se torna más feroz porque no lo invitan a entrar en sus tibios y queridos lares.

Don Juan de Castellanos
Alanís 1522/ Tunja 1607
Pero no falta el valiente que se atreve a desafiar las calles en busca terca del zaguán de la casa de su amada, sus pasos se escuchan con sentido eco que burlón lo imita y lo repite y lo acompaña y lo distrae, mientras el 'loco' se envuelve en su capa castellana... y todos en mi adorada Tunja al oír su taconeo, se miran con malicia, ¿adonde irá? sonríen y agachan sus ojos sobre el manjar y toman un sorbito de su néctar caliente, y el queso derretido en el fondo de la taza se estira de la pequeña cuchara de plata hasta sus bocas y la calle real se torna larga y vacía.

Agradece hijo, que en este momento mágico del ocaso con el que llegó otra noche de paz, estés junto a mi para encender las velas del hogar y a las 6 y media del atardecer y añorando un nuevo día, en esas calles no hay nadie ni nada, solo jirones de tiempo ido en una estancia sin lugares a los que tener que partir... Por eso las calles de nuestra adorada Tunja, están desiertas.

                                                              De un sueño de Hortensio Farwel
                                                              Santiago de Tunja, en el día del Señor del 24 de abril de 1.598



* Juan de Castellanos, vivió sus últimos 45 años en Tunja, ciudad a la que engrandeció y amó y en la que sus huesos descansan en La Catedral de la que fué 'Beneficiado' por real provisión de Felipe II y que el mismo construyó. En esos años y con la 'quietud de la colonia' escribió su monumental y titánica obra "Elegías de varones ilustres de Indias"  con 113.609 versos endecasílabos agrupados en octavas reales (el más extenso en lengua española) y que se publicó en 1589.                                     
                                                     


La casa de los portales

Este andaluz, don Juan de Castellanos,
aventurero de marcial talante,
trocó rodela y espadín y guante
por hisopo y el altar cristianos.

Y, entre las piedras y el dolor tunjanos,
distrajo el ocio de su vida orante
en diseñar el cuadro delirante
de la conquista, en versos castellanos.

Por evocar a su Alanís lejana,
con sus huertos, olivos y trigales
y como efluvio de su "voz anciana",

labró para consuelo de su ocaso,
en sedeña nostalgia los portales,
como un madrigal de Garcilaso.

Soneto del boyacence, Rafael Azula Barrera.


Un ósculo y un abrazo tunjano.

Hortensio.