Plácido domingo. Con esa lapidaria frase emitida por el jefe del estado mayor del ejército francés el general Boisdeffre, le contestaron al coronel Marie-Georges Picquart, jefe de contraespionaje francés que había interceptado y documentado al verdadero espía y traidor del caso Dreyfus, el comandante de infantería Ferdinand Esterházy, pensando que era un segundo espía.
El coronel Picquart. |
El coronel Picquart le había hecho seguimiento a éste individuo y logró interceptar una correspondencia entre el agregado militar alemán y Esterházy, en particular un trozo de papel desgarrado que no alcanzó a ser destruido al que llamó "petit Blue" (pequeño azul) al compararlo y cotejarlo con el famoso bordereau (memorándum) se dio cuenta que la letra que condenó al capitán de artillería Alfred Dreyfus, y la del Petit Blue, eran del mismo Esterházy.
Como dije al principio, comunicó sus hallazgos al general en jefe del estado mayor del ejército francés, que lo conminó al silencio puesto que éste y el resto de la cúpula militar no se podían dar el lujo de que se conociera la verdad de una infamia, estaba el prestigio del ejército por encima de todo. Entonces, salió una carta falsificada del agregado militar italiano a la embajada de Francia en la que incriminaban al capitán Dreyfus.
Para callarlo y que no siguiera con las investigaciones fue trasladado a Túnez, antes de partir se reunió con un abogado amigo que lo contactó con el vicepresidente del Senado Auguste Scheurer- kestner. Por otro lado Mathieu, hermano de Dreyfus, había conseguido nuevas y valiosas pruebas del infame complot.
En diciembre de 1897 el senador pide la apertura del caso y su revisión. En un juicio amañado por el consejo de guerra compuesto por 7 generales burgueses los mismos que dictaron la sentencia contra Dreyfus, absolvian al traidor Esterházy. El coronel Picquart, fue detenido por revelar secretos militares condenado y expulsado del ejercito. El senador perdió su reelección. La cosa se complicaba para los que apoyaban la verdad.
Entonces el 13 de enero de 1898 apareció un escrito en la primera página del periódico L'Aurore, dirigido al presidente de la República que cambió rumbo de los acontecimiento, estaba firmada por el ya famoso escritor Émile Zola y lo tituló YO ACUSO. Pero estaba de por medio la honorabilidad del ejército y había que defenderla por encima de los derechos individuales y la opinión pública se dividió, entre los amigos de Dreyfus y Zola y los derechista antisemitas que tenían que defender el honor del heroico ejército francés.
En los meses subsiguientes se desataron en París graves disturbios antisemitas y mítines en apoyo a Zola y la verdad. Éste fue sometido a juicio por difamación y condenado a un año de prisión, pero evadió la pena cuando sus amigos intelectuales y republicanos como los hermanos Clemenceau lo sacaron de Francia y lo refugiaron en Londres, desde donde siguió pidiendo que la verdad fuera expuesta.
Mientras en París las mentitas y las pruebas falsificadas sobre el caso Dreyfus se volvieron insostenibles, tanto que el ministro de guerra Cavaignac, descubrió muy a su pesar que la carta del diplomático italiano era una burda falsificación y el resto de documentos eran obra de un alto oficial de contraespionaje francés, Hubert-Joseph Henry, este falsificador fue confeso y arrestado. Antes de afrontar el juicio fue encontrado muerto con un gran corte en su cuello hecho con su propia barbera de afeitar, prefirió el suicidio.
Destapado este escándalo no quedó otro camino que reabrir el CASO JUZGADO del capitán Dreyfus. En junio de 1899 el Tribunal de Casación anuló el veredicto de 1894 y decidió que Dreyfus compareciera a un nuevo juicio o consejo de guerra en París. El juicio se llevó a cabo pero su decisión -que no fue unánime- le modificó la pena de perpetua a 10 años, como había cumplido 5 en la Isla del Diablo, el gobierno le ofreció indulto sino apelaba el veredicto, hacerlo era aceptar su culpabilidad.
El segundo juicio... |
El oficial alsaciano, aconsejado por todos sus amigos, de que la verdad ya había sido expuesta, decidió acogerse a la gracia gubernamental y para acabar con la tortura de semejante infamia. Algunos meses después el ejecutivo decretó una amnistía general que incluía todos los delitos para todos los involucrados en éste problemático caso. "La verdad en marcha no puede ser detenida" había sentenciado Zola. El ministro de guerra Cavaignac, renunció y el miserable traidor Esterházy, después de haber sido sentenciado huyó a la Gran Bretaña donde murió en la miseria acosado por las deudas de juego.
Hasta aquí, esta primera parte... espere el desenlace del affaire Dreyfus y cómo sus principales personajes, terminaron sus apasionantes vidas de novela.
Hasta un pronto regreso.
Hortensio.