domingo, 19 de enero de 2025

La pena de un día cualquiera.

Recordar esos momentos felices
en un día de dolor es saborear
la tristeza en toda su intensidad.
Farwel.

La gente puede pensar y es sabido por quienes han pasado por éste trance tan aciago, que el peor día después del deceso de una persona amada no es el velorio y su 'entierro'... ese no es el peor de los días, lo más infausto es lo que viene después de aquellos acontecimientos, es lo más penoso que se pueda sentir, es ese 'cualquier día' en el que el vacío lo llena todo porque ya no está.

Eres la imagen de esa ausencia
que siempre estará presente.

Es un día cualquiera en que despiertas y ya no esta a tu lado y te sorprendes cuando empiezas a extrañar, evocar y añorar a esa persona que se fue par no volver 'jamás' y te parece imposible que se halla ido, que no esté ahí y la mirada se pierde en busca de aquel retrato en el que están juntos y que le robó ese bello instante al tiempo y entonces llegan los recuerdos y la nostalgia se apodera de ese nuevo día que te está invitando a vivir y que solo encuentra a un ser abatido por la desolación y la tristeza.

Un día cualquiera del devenir, es el peor, pues no podrás hablar con ese ser amado y te das cuenta que eso ya no puede ser, contarle tus pequeñas cosas, tus triunfos y fracaso, buscar en su regazo el abrazo tierno y la caricia de consuelo cuando estés enfermo, es no poder contarle tus planes de futuro y los sueños y promesas que ya no se podrán cumplir.

El peor de los días, es no poder oír su voz con un consejo a tiempo o un reproche justo o inmerecido y luego sentir las mieles de su amor en una reconciliación que no necesita del perdón porque ese amor es más firme y compacto que cualquier situación nociva que atente contra la felicidad  de ese momento único y... cómo duele no sentir su olor en nuestra cama...

El peor día es aquel en que te necesito y ya no estás.


Hortensio.