En la entrada anterior estábamos con El Conde von Lustig y las ofertas de los posibles compradores del hierro que saldría del desmantelamiento de la Torre Eiffel, habían llegado puntual ese miércoles... Don Collins, el supuesto secretario, había ido a buscar al chatarrero Poisson, para anunciarle que su propuesta había sido la mejor. Pues en este atípico miércoles, estamos en la secuencia del gran timo. Una semana después el comerciante en hierro había ido a su banco y reunido el dinero para la compra de la torre, cuando fue de nuevo visitado por el secretario para concretar la entrevista final del negocio. Al regresar de la casa de Poisson, Collins le dijo a su socio:
Alias El Conde... |
- Nuestro hombre está nervioso. Me preguntó porqué razón despachábamos desde el hotel en vez de hacerlo desde las oficinas del Ministerio.
- Tenemos que probarle que en realidad somos funcionarios del ministerio - le contestó- Yo sé como hacerlo.
Al llegar la víctima al hotel en la hora convenida, Lustig le dijo efusivamente:
- Monsieur Poisson, lo felicito cordialmente. Brindemos una copa por su éxito.
- Pero... el negocio no se ha cerrado todavía - gruñó el otro.-
-Tiene usted razón, primero el negocio y después el brindis - y volviéndose a Collins le dijo-: Regrese de inmediato al Ministerio. A las tres estaré en mi despacho.
Apenas se marchó el secretario el Conde cambió su actitud de burócrata arrogante... y con bien disimulada humildad dijo a su visitante:
- Monsieur, nos queda aún cierto asuntico por arreglar, Como Usted bien sabe, la vida de los servidores públicos no es un lecho de rosas. Tenemos que hacer costosas atenciones, debemos vestirnos a la última moda y no obstante..., no obstante nuestros sueldos son miserables. Por eso se acostumbra qué, al conceder un contrato oficial, el funcionario encargado...
7.000 toneladas de acero |
- Se deje sobornar - interrumpió el otro.
- Esas palabras son un poco duras, Monsieur.
-Y por eso es que nos hemos reunido aquí y no en el Ministerio ¿eh?
- Hay que tener mucha discreción - apuntó Lustig sonriendo.
Poisson echó la cabeza atrás y, sintiéndose de pronto superior al empleado público, dijo con voz bronca:
-No crea Usted que soy un completo ignorante. Yo sé como se hacen las cosas.
Y diciendo esto sacó del bolsillo un cheque certificado y de otro una cartera repleta de billetes de banco. Sonriendo de forma servil, y dándole mil escusas Lustig sirvió dos copas para brindar por el negocio finiquitado. Al cabo de una hora ya había hecho efectivo y cobrado el cheque que le había entregado Poisson y un rato después tomaba el tren de oriente para Austria en compañía de su secretario.
El símbolo de París... |
Durante un mes estuvieron en Viena hospedados en un lujoso hotel y no paso ni un solo día en que no leyera los periódicos de París, una tarde le dijo a Collins;
- Por lo visto nuestro hombre no ha acudido aún a la policía. Esto no puede significar otra cosa que la vergüenza no le permite confesar su simpleza; tiene miedo de convertirse en el hazmerreír de todo París y ha decidido llevarse nuestro secreto a la tumba. Y como sabemos que no ha tomado posesión de la torre... creo que la podemos vender otra vez sin peligro.
Y la vendieron otra vez. El escándalo que armó la segunda víctima al descubrir el engaño, fue lo único que impidió que la vendieran por tercera vez. Huyó a los Estados Unidos en busca de su destino y sí que lo encontró estafando al gobierno de ese país lo que le valió la cacería más grande hasta ese entonces, sentenciado fue enviado a Alcatraz y allí se encontró con su amigo Al Capone al que también estafó sin que se hubiese dado cuenta, lo protegió. Después de salir de esa prisión se retiró a la Florida y allí murió de pulmonía en 1947.
Bueno después de este episodio anecdótico por demás, les mando un saludo muy fraterno.
Hortensio.
Homenaje de París a Colombia por el día de la independencia el 20 de Julio/2021 |
Un por cierto: Todo lo escrito en ésta entrada fue condensado del maravilloso libro del agente del Servicio Secreto de los Estados Unidos James Johnson, quien participó en la caída del pícaro en manos de la justicia y su sentencia a 20 años de prisión.