En Florencia, en el año del Señor de 1.498, después de haberlo torturado, era quemado en una hoguera en la plaza de la Signoria, acusado de hereje por sus aberrado enemigos 'hermanos en Cristo', el predicador dominico Jerónimo (Girolamo) Savonarola, el más grande, exaltado y fogoso orador de su tiempo, humanista a ultranza, acérrimo y ácido critico del enriquecimiento ilícito y licencioso del clero de su época encabezado por el Papa de Roma.
Una de las tantas pruebas que se esgrimieron en su contra ante la Santa Inquisición, es ésta preciosa pieza poética que transcribo en su honor de rebelde y que fue la gota que rebosó la copa de las decrépitas, caducas y oscurantistas jerarquías de Florencia y Roma; la declamó unos días antes de su captura por 'los familiares' de la inquisición, en plena plaza pública ya que propio Alejandro VI 'el Papa Borgia' le prohibió predicar desde el púlpito de cualquier iglesia, por las violentas diatribas contra el clero... no obedeció y salió a la plaza pública en donde el pueblo lo seguía a doquier.
En su muy personal manera de pensar sobre su Creador... simplemente la llamó:
Con sus 'hogueras de las vanidades'. |
En su muy personal manera de pensar sobre su Creador... simplemente la llamó:
DIOS
Dicen que no comprendo tu existencia
Que el fuego de réprobos me quema;
y que mi lengua sin cesar blasfema
y que no entiendo la palabra Dios.
Dicen que no te busco ni te imploro,
ni tus grandezas infinitas veo;
dicen que tengo el corazón de ateo
y que ni labio te maldice ¡NO!
El universo es el augusto templo
donde te encuentra absorta la mirada,
el sol es una lámpara colgada
que derrama su luz sobre tu altar.
Allí te adoro yo, porque tu nombre
entre los astros fulgurantes brilla
y en espíritu doblo la rodilla,
adorando en silencio tu bondad.
El aire que la atmósfera embalsama,
la sabia que los seres acrecienta
el fuego que los mundos alimenta,
Tu excelso nombre proclamando están.
Eres la voluntad inquebrantable
el Bien Eterno, la Virtud Potente;
de la verdad inagotable fuente,
porque eres la Razón Universal.
En su mezquina estupidez el hombre
forja un Dios indigno de alabanza,
ebrio de odio, cólera y venganza,
terrible y sanguinario como él.
Otras veces se finge, en su locura
un Dios afeminado que se esconde,
que a la voz del creyente no responde
si en su altar no hay encajes y oropel.
¡Eso no es Dios! el Dios en que yo creo
tener no puede el interés del oro;
El Dios de verdad, el Dios a quien yo adoro
no cambia sus bondades por metal.
Su espíritu gigante no se oculta
en el recinto estrecho de un sagrario
el universo entero es su Santuario;
porque es la Providencia Universal.
Interna voz, Inagotable fuente,
Fecunda Luz, Vivificante Esencia,
La base de tu Templo es la Conciencia
y tu gran sacerdote es el amor.
Yo se que existes , Inmutable, Grande;
yo en tus bondades infinitas creo
porque en la Tierra y en los cielos veo
resplandecer esta palabra: ¡Dios!
Después del execrable crimen de Savonarola, perpetrado por una iglesia corrupta, ésta oración que regaló a su pueblo, se multiplico por toda Italia, traducida a todas las lenguas de Europa y hoy por el mundo entero llegándose a contar por miles de miles como un homenaje perpetuo de su inspirador. Yo desde mi orilla de ateo, rindo igual tributo de admiración y respeto por el gran rebelde y humanista que fue.
Hortensio Farwel.
1.998 a 500 años de su martirio.