Apartad a las prostitutas de la vida
humana y llenareis al mundo
de lujuria.
San Agustín.
LA ORGÍA
fué una orgía de encantos misteriosos
con esa huella cálida que nos marcó
a los que los estuvimos allí presentes
unidos en la umbría tórrida de ese
espacio lleno de vapores sáficos
extendidos en bucles que retorcidos
chocan en el techo helicoidal atajando
el humo de tabaco, el tufo penetrante
del alcohol y el 'pachulí' dulzón de las
odaliscas que en ese turbio ambiente
de euforia traviesa caían rendidas en
los brazos lascivos de sus amantes de
sucesión en orgías de risas y besos
y caricias de artificios licenciosos
e impúdicos en donde la lujuria
profana era la reina inacabada...
En esa locura impía se presiente la
sombra de Dionisio, en una locura
incitante y provocadora ajena a la
pudorosa moral y propia de la razón
erótica en donde no cabe explicación
alguna de esa fastuosa congregación
de almas epicúreas saturadas de ansias
prohibidas por el más bello y puro de
los pecados capitales que sin hipocresía
hace feliz a los humanos, la lujuria.
Fue un festín de desmesuras un bacanal
de tentaciones incontenidas de los deseos
que al decir del Dante 'pone a Dios en un
segundo lugar' y no tiene cabida en "El
Jardín de las Delicias" central de Bosch.
Gota pura de perspicacia y lucidez que
se fue perdiendo con el transcurrir del
tiempo enfebrecido de pasiones cínicas.
Su pátina de decoro y dignidad cayó para
dejar desnudas las emociones humanas
más puras supongo, de pasiones enterradas
en los sepulcros blanqueados de los que
inhibidos asistimos a esa orgía de oro...
El recuerdo furtivo que nos acompañará en
lo que nos resta de vida será la más soberbia
y esplendida experiencia que nos liberó por
una noche de esa rémora irreal que es la vil
y transgresora y perniciosa y perversa culpa.
Años después seguimos comentando, decididamente y
con una sonrisa siempre cómplice: ¡fuimos felices!
Un brazo orgiástico!!!
Hortensio.