domingo, 3 de diciembre de 2017

Pronto seré...

Del cuaderno de notas que Farwel llamó en 1978: "Escribo para no ser Silencio", en éste primer Plácido domingo de diciembre, Pronto seré...
¡Pronto seré una sombra arrinconada...!

Pronto seré...

Pronto seré una sombra arrinconada
bajo el peso de una noche inagotada,
y pronto seré solo una silueta envuelta 
en migajas sucias de luz mortecina...

Pronto seré solo el idioma del desaliento
con el hambre fea insaciada por siglos,
y pronto seré esa nada que no sobrevivió
tras ella y se quedó perdida en una grieta
del inasible tiempo...

Pronto seré ese silencio de frío mármol
que ya no tiene ni siquiera un recuerdo,
y pronto seré cruz de carne que se pudrió
a la vera de un camino romano...

Pronto seré esa inagotable sed que consumio
mi alma vagabunda en el desierto vil del amor,
y pronto seré ese viento cruel que se llevó
por siempre mi triste verso inacabado que no
volverá a susurrar tu nombre amado...

Pronto seré como aquella melodía huérfana
que nunca más se oyó porque nació del adiós, 
y pronto de tanto, tanto esperar la luna dejará
de brillar en la penumbra de mi ocaso moribundo
tomando el sendero nublado  que no lleva a ninguna
                                                                         parte...

                                                            (Farwel 1978)



¡No huiré...!

He decidido esperarte aquí sentado, pues ni quiero ni tengo a donde ir y mucho menos se me dan las ganas de huir por ahí, he decidido esperarte aquí sentado y miro. Miro los cristales de la ventana por donde se filtra la luz que dibuja su sombra contra el piso y a medida que el sol camina hacia su anhelado ocaso en su eterno periplo, la sombra va cambiando y muta en extrañas formas que van desapareciendo cuando se anuncia la noche; ya no hay sombras sólo penumbras. Y yo que sigo aquí sentado, taciturno e inmóvil... espero. Espero la muerte pero ella se niega a venir.

Las imágenes.

Las imágenes que llevaba guardadas en mi memoria, eran invisibles al querer del pensamiento, pero estaban ahí para ser rescatadas... entonces escribí. Y escribí sobre Ella para sacarlas de las córneas de mis ojos en esa transparencia pura que nadie osa tocar y hacerlas renacer de su oscuro ostracismo de esa ergástula febril que es mi mente donde habitan serenas y calladas, atrapadas en el silencio de la nada para decirme: "Si tú lo mandas, de nuevo estaremos aquí ya que hemos regresado solo porque tú pensaste en Ella.


  
Un febril abrazo.

Hortensio.