domingo, 1 de abril de 2018

Susana...

En este primer Plácido domingo de primavera, primero de abril en el mundo occidental, volvemos con la poesía de Farwel, tomadas de su cuaderno "Escribo para no ser silencio"... de su escritura un 'poco encriptada' podemos rescatar estos dos poemas del año de 1978 y 1970...

Mis recuerdos idos...

Mis recuerdos..
¿Cómo perder mis recuerdos
 si son toda mi historia?
Son el refugio de mis años idos,
rescoldo de esa, mi memoria
adormecida, latente, atormentada.

Si olvido mi pasado dejaría de existir,
sembraría de nostalgias y tristezas
lo poco que me queda por vivir,
¿Cómo decirle a mis recuerdos que
el olvido llegó?

Es inútil intentarlo, da fatiga, da dolor
da incertidumbre, da soledad.
Si pierdo mis recuerdos, esos forjados con
ensueños y fatigas, pierdo mis lágrimas y mis
alegrías esas que me hicieron soñar despierto.

Soñar con las ausencias y los amores idos que
se volvieron distancias que se volvieron dolor,
veneros de ilusión y sueños imposibles que
devoraron mis tiempos y mis días en medio de
un letargo que solo presiente un febril suspenso.

Suspenso cómplice de la lluvia que anuncia el
devenido trance que me lleva a los confines de
mi alma arrojada a la encrucijada de mi muerte
tejida de esos recuerdos que son toda mi historia...

                                                                Farwel 1978.




Susana...
Y acepté la promesa, esa que jamás cumpliría
persiguiéndolo por los lugares mas extraños
en los que Él se movía en su espuria rutina,
me resistía a creer aquello de que "lo que se
perdió para siempre queda perdido" y aceptaba
que 'nada repara nada' y menos el crimen estéril.

Si fuera  menos cobarde sin dudarlo me suicidaría
para dejar de ser una vil soñadora sembrada de
ilusiones imposibles, siempre me negué a mirar
el horror de la realidad que asomaba a mis ojos,
y el desencanto por una vida de interminables
colección de pasos en falso, vacíos y vacíos...

Fracasos y más fracasos, derrotas más de las veces
auto-infringidas en una horrorosa serie de derrotas
llenas, eso sí, de tensión y de belleza erótica, todo
por ser una 'puta de mierda' que se 'encacorró' de un 
mediocre hijo de puta, que desde su sonrisa pervertida
que me fascinaba, sucumbí a su mirada lasciva que me
jodía, que me destrozaba, que me hipnotizaba de amor.

Todo su ser me 'arrechaba' hasta provocar el más 
violento orgasmo que Él se los olía desde la distancia
de un suspiro agónico y telúrico, así de estúpida era
tan previsible que daba asco... le salí pervertida a papá
del que siempre viví enamorada, cada vez que me abrazaba
se me quemaba el clítoris y me sentía desmayar...

No se cómo carajos acabaré, pero pienso que en los
resquicios de mi desgracia hay belleza y dolor ¿será igual?
no lo se pero de algo si estoy segura, de nada vale en ésta
vida arrepentirse por algo que ya caducó, solo me quedan las
obsesiones por 'el maldito', mis frustraciones y deseos truncados.
Lo que resiste... persiste y nada quiero hacer por cambiarlo.

                                    En un bar hablando con Susana. (1970)



Un abrazo de resistencia.

Hortensio.