domingo, 7 de junio de 2015

Cobardes y Valientes.

Dos antiguos poemas, en este Plácido domingo para compartirlos, está lloviendo y me lleno de recuerdos y releo mis cuadernos manuscritos, encontré estos dos... 

No todos besan la 'Gloria'

Los vahos turbios se revuelcan
en desventurados remolinos de
fosos profundos con olor de Hades
y se espantan los cobardes...

Porque carecen de audacias y esperanzas,
de claras noblezas y sobradas fierezas,
mendigos indignos de mohosos aceros
que se ahogan con mirar las glorias ajenas.

Así son los cobardes...
manchados de cenizas
para ocultar sus miedos y
deseos secos de sus hogares
a comienzos de un bello abril.

Viven en su tragedia griega,
mensajeros de mal agüero que
tiemblan de espanto y de temor,
largos tormentos en pocos momentos
 y solos se desploman calladamente.

Por que de pena no miran de frente
la cara inefable de los héroes que
profesan su mortal existencia
rendida a los vientos a las nubes
a los rayos y a la Gloria...

Y sin odiar la bella vida
sin espanto ante la muerte
intrépidos ante la inevitable
tragedia que los acechan,
así son los valientes...

Ellos que no le piden nada
a los dioses del Olimpo, salvo
el favor por la victoria y el honor
ganado por el coraje en la lucha
con el arrojo de la valentía...

Sin que el lógico y justo miedo
turbe su terca visión de ánimo,
jamas buscan el refugio de la huida
y la fuga amiga de los cobardes.

Así, asi son los valientes...
que en sus lamentos besan la 'Gloria'
y se estrechan con la inmortalidad.

                                      Farwel  1989







Pasaporte...

Así eres Tú, con ese olor sutil
Por lo menos: ¡déjame seguir aquí...!
a mar de bellos amaneceres
sabor a melocotón en suave
almíbar, que a la caricia de tu piel
de terciopelo azul, asoma cada día.

Para sentir, oler y saber a magia
incógnita de incertidumbre gris.
Pero, mientras yo, ya de viejo le
robaba minutos al infame tiempo...

Tú, mi adorable amor, pletórica de
primaveras, te envolvías en mantos
de vejez para alejarme sin comprender
esa absurda melancolía que jamás...
pude aceptar.

Sí, me tienes preso de tu ser, cosido a tu piel
a tu sombra quedamente resignado y cobijado
¿para que me pides pasaporte para entrar en
tu agonía? extraña magia de incertidumbre gris.
por lo menos: ¡déjame seguir aquí...!

                                     
                                                             Farwel 1986


Por aquellos días, todo un gran abrazo.

Hortensio.