domingo, 7 de mayo de 2017

El mejor amigo de Einstein

Si el hombre está hecho de tal manera que su curiosidad
le conduce a la autodestrucción, no hay esperanza para él.
Sin embargo yo no estoy convencido de ello, ya que además
de su cerebro tiene su corazón. El amor es un poder tan fuerte
como el átomo.
Max Born.

En éste Plácido domingo... Uno de esos personajes muy poco conocido y por qué no de esos olvidados, se trata del físico alemán y Premio Nobel de Física por sus investigaciones sobre la mecánica cuántica, Max Born (1882-1970). Éste gran hombre luchó toda su existencia contra el miedo paralizador y el éxtasis dogmático del belicismo. Fue siempre humilde, honesto y muy generoso.
El gran pacifista...

Le tocó afrontar las dos guerras mundiales y un exilio forzoso de su natal Alemania por ser judío en el ascenso al poder de Hitler y su nazismo, se exilió en Escocia. Todo ésto lo llevaron a liderar la conciencia ética de la ciencia, influido por su mejor amigo Albert Einstein, al que admiraba y consideraba su maestro, una larga amistad los unió por más de 40 años; desgraciadamente la mayoría de los intelectuales y científicos, muchos de ellos buenos amigos, apoyaron sin restricciones las decisiones  bélicas del imperio alemán. Y así lo hizo cuando se negó a participar en la investigación y realización del programa de armas químicas, liderada por su amigo Fritz Haber, que lo llevó a la enemistad y a quedar en entredicho con el gobierno del Kaiser al decir en una entrevista: "...sin unos límites a lo permisible, pronto cualquier cosa será permitida." Premonición de lo que fué la masacre de la Segunda Guerra Mundial, que culminaron con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, y la pérdida de treinta y cuatro familiares y amigos íntimos.

Desde su exilio Born, se dedicó con ahínco a ayudar a los exiliados judíos que huían de Europa continental del horror del fascismo nazi no sólo ayudó a los científicos sino a todo tipo de intelectuales y artistas; pues desde que comenzó la Segunda Guerra, Born y su esposa Hedwig, ya vivían en Edimburgo y participó  en investigaciones militares pues sabía - como judío- lo que pasaría si se perdía la guerra contra el Tercer Reich. Pero era un pacifista y como su íntimo amigo Einstein, se opuso a la desintegración del átomo de uranio y la construcción de la 'bomba atómica'.

En 1.954, pese a su avanzada edad, Born inició una campaña en pos del desarme nuclear, que terminó con el manifiesto Russell-Einstein y firmado por los once Premios Nobel alertando a todos los gobiernos del mundo y a la opinión mundial sobre los peligros éticos del armamento nuclear. De igual forma promovió el llamado Manifiesto de los 18 de Gotinga, para evitar el desarrollo del programa nuclear de la República Federal de Alemania, su patria. En una carta del maestro a su amigo le decía: "En nuestras perspectivas científicas nos hemos vuelto antípodas. Tu crees en el Dios que juega a los dados y yo creo en la ordenación total y en las leyes de un mundo que existe objetivamente y que trato de captar en una forma frenéticamente especulativa." Y Él le contestaba con cariño de amigo: "Se trata, en realidad, de una diferencia fundamental en la concepción de la Naturaleza."


Para terminar, su tumba en el cementerio de Göttingen en Alemania, en su lápida, una extraña ecuación: pq- qp = h/2 pi i o su 'teoría de la incertidumbre'

Un abrazo cuántico.

Hortensio.