domingo, 3 de mayo de 2020

La ínfima criatura que derrumbó un imperio.


El miedo siempre está dispuesto
a ver las cosas peor de lo que son.
Tito Livio
En medio del confinamiento sanitario llamado comúnmente "Cuarentena" me puse a leer un aparte del libro de 'Crónicas' sobre las guerras del Peloponeso en el siglo V a.C. entre Esparta y Atenas (411 años antes de nuestra era) de Tucídides, el historiador, político y guerrero ateniense, este observador de su mundo ambiente o cronista observa y sugiere...: "Solo bastó una ínfima criatura para derrumbar un imperio."

La peste de Atenas...

El sitio que Esparta había impuesto a su eterno enemigo Atenas, llegaba a su sexto año, cuando los espías espartanos comunicaron que en la ciudad se había desatado una gran epidemia que estaba matando a la gente sin saberse el motivo. Cuenta el cronista que a las afuera de la ciudad amurallada, se habían levantado unas inmensas hogueras para cremar los cuerpos infectados. Cuando se abrían las inmensas e indestructibles puertas de la Ciudad Estado, el cuadro era aterrador a los ojos de los distantes ejércitos de Esparta, cerros y cerros de cientos de cuerpos que iban a las hogueras para ser incinerados. Llegaron a pensar que los dioses estaban de parte de Esparta para ganar esa ya larga guerra o simplemente era una advertencia de lo que les pasaría si llegaban a intentar el asedio y saqueo de la gran metrópolis... optaron sabiamente por retirarse y dejar que Atenas se consumiera en su desgracia.

Miles de años después de la angustiada crónica médica del gran Tucídides, -que presentía a su agresor pero no lo podía ver (Tifus)- gracias a la tecnología desarrollada por hombre con la invención del microscopio electrónico, pudimos ver la foto del asesino parásito en toda su dimensión para abrirle el prontuario correspondiente, parece inofensivo pero es letal, ataca en manada como las hienas con la diferencia que ellas no mutan como lo a hecho el virus Covid 19 de corona, a lo largo y ancho de los siglos de vida en la Tierra.

Tucídides.

Los estudiosos del tema concuerdan con que esta familia de parásitos había asomado sus tentáculos letales por allá en el siglo IX a.C cuando apareció en sociedad en el 3.300 a.C. y fue apodado Beta corona, luego le dio por mutar 300 años después dándole el nombre de Delta corona, caprichosamente volvió a mutar en el 2.800 a.C. y los investigadores le llamaron Gamma corona, años después llegó la pandemia del 2.400 a.C. y fue apodada como la Alpha corona.

Y así siguió la desproporcionada y desigual lucha (no lo podían ver) de los virus corona contra el homo sapiens. La lucha de ese 'dios de la muerte' contra la criatura humana, que solo poseía un pobre arsenal defensivo y que con el tiempo se llamarían Anticuerpos, los adquirimos en la lactancia, de la placenta a la sangre de la madre y de ahí al feto, no teníamos más para oponernos a ese formidable enemigo.

El covid 19 coronavirus.

Todo ser vivo es susceptible de ser infestado por estos pequeños asesinos pues somos sus huéspedes preferidos para que puedan vivir y mutar sin ser invitados cuando cruzan y rompen la llamada "barrera de las especies" y sus efectos son devastadores. Fuera de lo que se ha llamado "inmunidad de rebaño" nunca hemos tenido más defensa que nuestros anticuerpos que con los siglos se han fortalecido para enfrentar esa cadena de infección. Hasta que en el año de 1796 se inventaron las vacunas esta vez contra la viruela y posteriormente la vacuna contra la rabia.

Y este es el panorama que hemos estado viviendo desde siempre y en éstos dos últimos siglos con mayor énfasis... búsqueda inclaudicable en crear vacunas para seguir en ésta confrontación eterna.


Un abrazo pandémico.

Hortensio.




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