Mente sana en cuerpo sano,
si pero en cuerpo limpio...
Anónimo.
Hoy, en un nuevo Plácido domingo decidí comentar lo que el título de la
entrada dice: La sucia Edad Media... la total falta de higiene por la que transitó esta época de la humanidad
conocida mejor como (1.000 años de) "El Oscurantismo" - desde la caída del imperio romano en el 476 del siglo V hasta el siglo
XVI cuando Colón descubre América - promovido por
una iglesia cristiana que a todo le atribuía pecado, sobre todo el cuerpo
desnudo... la higiene no existía. Los 'médicos' llegaron a decir que el
bañarse era perjudicial para la salud puesto que "el agua abría los poros y
por allí entraban todas las enfermedades" "era mejor llevar una capa de mugre
para protegerse".
La famosa 'tina' en donde se bañaban con el agua sucia que quitaban de sus cuerpos. |
En una biografía de la reina
Isabel de Castilla "la Católica", llegó a
contar que ella se había bañado dos veces en su vida, la primera cuando nació
y la otra cuando se caso con Fernando; los castillos eran construidos con un hueco por el que caían los
excrementos de la corte y que rodaban por las paredes 'enbarrándolas' hasta el
piso, su olor de pátina excremental se advertía a varios kilómetros y el
pueblo contaba con unos recipientes que llamaban 'vasenillas' o 'bacinicas' en
las que por la noche o al amanecer hacían sus necesidades conteniendo los
deshechos y fluidos corporales que aventaban por las ventanas a la calle y
cuando las lanzaban gritaban: "agua va" para alertar a los que por
desgracia pasaban por el frente de esa casa y soltaban el contenido del
recipiente. Algunas familias crearon fosas o pozos sépticos, para guardar los
excremento de la casa y como casi nunca se limpiaban el olor era
insoportable...
El más 'cochino y puerco' (los cerdos eran más limpios) de todos los reyes
franceses fue Luis XIV llamado en rey "Sol" que se bañó dos
veces en su apestosa vida y eso por sugerencia y ruego de sus médicos, en su
gran palacio de Versalles no había ni un solo retrete o letrina
o baño, solo había en sus largos pasillos con unas inmensas y pesadas cortinas
detrás de las cuales la corte podía defecar, se dice - no me consta- que
en algunas áreas del castillo, hoy en día se puede sentir un raro y fétido
olor.
Las mujeres del "oscurantismo europeo" (suena a redundancia) si llegasen a
tocar el agua en los días de su menstruación, corrían el gravísimo riesgo de
quedar estériles; sus vestidos era pesados y largos, hasta bonitos, para
evitar que los olores de sus genitales salieran al aire fresco porque lo
contaminaban, su aditamento preferido era los abanicos decorados que a todo
instante los movían para disipar su apestoso e insoportable olor.
Tenían la costumbre de bañarse en mayo entrada ya la primavera cuando
concertaban sus matrimonios, para los que usaban perfumes persistentes (muy
fuertes) tanto hombres como mujeres, éstas usaban ramos de flores silvestres
aromatizadas que llevaban en la cabeza y un gran ramo de las mismas en sus
manos para disipar un poco sus hedores, de ahí la costumbre del ramo de flores
en los matrimonios modernos. Se bañaban los dientes con orina ya que había la
creencia de que si enjuagaban la boca con ella tendrían dientes más blancos y
encías más rojas.
Otra de sus desagradables costumbres y hábitos era lavar la ropa con lejía
hecha de cenizas de romero y orina, pero solo las camisas ya que los trajes
eran muy costosos y los podrian dañar, se cuenta que el sucio rey
Jaime VI de Escocia, al que física y literalmente se lo comieron
los chinches, los piojos y liendres, lo mató la lepra llamada la "maldición
sucia". Estos diminutos insectos eran compañeros inseparables de todos los
habitantes de las grandes ciudades de la Europa medieval. Cansados que los
animales domésticos se subiesen a las camas, en las que orinaban y defecaban,
algún lúcido carpintero de la época se inventó la cama de cuatro patas y
techos con telas para evitar que sus animales se metieran en las camas.
En esas épocas huérfanas de aseo y medicina, una herida era muerte segura, ya
que su panacea, las famosas sanguijuelas no dejaban cicatrizar la herida y por
allí entraban las infecciones de todo tipo, el remedio era peor que la
medicina, afortunadamente desde épocas ancestrales y milenarias, para las
heridas abiertas lo único que había era actuar de inmediato... calentaban al
rojo vivo un hierro y se aplicaba sobre la llaga, aunque agresivo como ninguno
era muy efectivo ya que detenía la hemorragia y la infección, hoy en día se le
dice cauterización.
La cumbre de la desgracia para ese temible y terrible "oscurantismo"
llegó con la peste bubónica de 1348, la llamada "Peste Negra" que casi
acaba con toda la población sucia de Europa, era contagiada por la picadura de
la pulga que vivían cómodamente en las ratas del vecindario... Un estúpido
Papa había desatado una persecución sagrada contra los pobres gatos, puesto
que en ellos habitaba el diablo, los ratones hicieron su fiesta y
diezmaron al hombre del medioevo.
Me haría interminable en contar las porquerías que de costumbre hacían los
habitantes de Europa del "oscurantismo" promovidas todas ellas por una
iglesia más sucia que sus "justos" guardianes, los curas que proclamaban que
bañarse era pecado y preferían la inmundicia, la suciedad, los parásitos y las
enfermedades. Pero hubo una excepción en la reina Isabel I de
Inglaterra, de ella se afirmaba que era tan aseada que se bañaba
-rigurosamente- cada mes, "hiciera o no hiciera falta". Patrik Süskind,
introduce su novela "EL Perfume" reconociendo que nadie en aquella
hedionda época se bañaba, el rey apestaba y la reina olía a chivo y la gente
del común apestaba. La llegada de los españoles con su tifo y viruela casi
acaban con la población limpia de América, con toda la capacidad de su
podredumbre.
Es la historia de la suciedad hecha realidad, por hoy no más 'cochinadas'.
Un perfumado abrazo.
Hortensio.