domingo, 14 de noviembre de 2021

La verdad hecha cenizas.

Donde se queman libros se terminan quemando también personas”. (Heinrich Heine.)

¡No los queme, adentro hay escritores! Fue el grito de un estudiante al ver que un loco fanático estaba quemando libros en el parque Pío X de Bucaramanga en compañía de otros estudiantes y fanáticos de la secta ultraderechista de la TFP, el pobre infeliz estaba exhibiendo su ignorancia. Sabía el degenerado psicópata, que los libros son peligrosos y que los dictadores, los fanáticos e ignorantes religiosos de todos los pelambres, esos alienados que tienen el poder y las armas de la Nación, le temen a un montón de letras impresas en unas páginas… ¿miedo a un libro?

Adentro siempre hay un escritor...

Sí, un libro… un ser tan frágil que perece con el agua, el fuego y con el infame olvido. Este despreciable individuo, plagiario y mal imitador de sus admirados y pirómanos déspotas como Savonarola y su “Hoguera de las vanidades”, la Inquisición y el Index librorum prohibitorum del Vaticano, ‘el crimen de Granada’ en donde un cura loco, el cardenal Jiménez de Cisneros, mandó quemar toda la biblioteca nazarí, la quema de los códices mayas por el maniático cura Diego de Landa, Cromwell, Franco y Hitler, Pinochet, los dictadores argentinos de 1976… y 

Colombia, ah Colombia que desde el virrey Ezpeleta, prohibía bajo promesa de cárcel a quien tuviese un ejemplar de “Los derecho del hombre y el ciudadano” traducido del francés y publicado por el peligroso antisocial, Antonio Nariño. En el gobierno de Núñez 1888 a la firma del concordato con la iglesia católica, se prohibieron los libros de Voltaire, Rousseau, Darwin, Tomas Peine y muchísimos más; amparado por los conservadores, un cura español, Pedro Ladrón de Guevara, venido a catequizar a los niños bien de los colegios católicos de Bogotá, le dio por publicar en 1910 con permiso del gobierno un “Manual de censura literaria”. En su introducción lo dice todo: “ Un libro deberá ser censurado por ser herético, impío, incrédulo, blasfemo, clerófobo, malo, de malas ideas, deletéreo, dañino, peligroso, inmoral, obsceno, deshonesto, lascivo, lujurioso, libre, indecente, cínico, voluptuoso, sensual, apasionado, peligroso para jóvenes, imprudente y temerario”. Tras su publicación la lista llegó a tener 2.057 obras censuradas… hágame el favor.

La infame quema de libros.

Incultura, venganza estúpida y odio sin medida, pura estulticia, como le pasó al cura francés Genest, que abriendo un libro en donde se explicaban “los Elementos” del padre de la geometría Euclides, pensó que había abierto las puertas del infierno, salió despavorido creyendo que lo perseguían miles de demonios, murió de miedo tirado en la calle. Me haría interminable si contara los crímenes contra las obras escritas de la cultura universal. Pero para terminar con este capítulo tan vergonzoso, les cuento que el fanático de Bucaramanga, quemó los libros de García Márquez por pornográficos y una Biblia cristiana protestante porque la única verdadera era la católica, apostólicamente y Romana y “con solo tocar un libro pagano podría poner en peligro un alma piadosa”… ordalía moderna de un grupo de imbéciles cuyo juicio mágico e irracional y su sentencia a la hoguera, fueron solo libros. ¡Qué horror!

Un abrazo de perplejidad…

Hortensio.

Post escriptum:

Casi lo olvido, el fanático de marras quiere llegar a ser presidente de Colombia y se llama Alejandro Ordóñez Maldonado. !!??