miércoles, 28 de mayo de 2014

El diente roto.

A los doce años, combatiendo Juan Peña con unos granujas, recibió un guijarro sobre un diente; la sangre corrió lavándole el sucio de la cara y el diente se partió en forma de sierra. Desde ese día principia la edad de oro de Juan Peña.


Con la punta de la lengua, Juan tentaba sin cesar al diente roto; el cuerpo inmóvil, vaga la mirada - sin pensar. Así de alborotador y pendenciero tornóse en callado y tranquilo.

Los padres de Juan, hartos de escuchar quejas de los vecinos y transeúntes víctima de las perversidades del chico, y que habían agotado toda clase de reprimendas y castigos, estaban ahora estupefactos y angustiados con la súbita transformación de Juan.

Juan no chistaba y permanecía horas enteras en actitud hierática, como en éxtasis; mientras, allá, dentro, en la oscuridad de la boca cerrada, su lengua acariciaba el diente roto - sin pensar.

- El niño no estaba bien; Pablo, decía la madre al marido . Hay que llamar al médico.
Llegó el doctor grave y panzudo y procedió al diagnóstico: buen pulso, mofletes sanguíneos, excelente apetito, ningún síntoma de enfermedad.
- Señora- terminó por decir el sabio después de un largo examen-, la santidad de mi profesión me impone declarar a usted...
-¿Qué, señor de doctor de mi alma? - interrumpió la angustiada madre.
- Que su hijo está mejor que una manzana. Lo que sí es indiscutible continuó con voz misteriosa-, es que estamos en presencia de un caso fenomenal: su hijo de usted, mi estimada señora, sufre de lo que llamamos hoy el mal de pensar; en una palabra, su hijo es un filósofo precoz, un genio tal vez.

En la oscuridad de la boca, Juan acariciaba su diente roto - sin pensar.

Parientes y amigos se hicieron ecos de la opinión del doctor, acogida con júbilo indecible por los padres de Juan. Pronto en el pueblo todos se citó el caso del "niño precoz" y su fama aumentó como una bomba de papel hinchada de humo. Hasta el maestro de la escuela, que lo había tenido por la cabeza más lerda de orbe, se sometió a la opinión general, por aquello de que voz del pueblo es la voz del cielo. Quien más, quien menos, cada cual traía a colación un ejemplo:
Demóstenes comía arena, Shakespeare era un pilluelo desarrapado, Edison, etc.

Creció Juan Peña en medio de libros abiertos ante sus ojos, pero que no leía, distraído por la tarea de la lengua ocupada en tocar la pequeña sierra de su diente roto - sin pensar. Y con su cuerpo, crecía su reputación de hombre juicioso, sabio y "profundo", y nadie se cansaba de alabarle el talento maravilloso de Juan.

En plena juventud, las más hermosas mujeres trataban de seducirlo y conquistar aquel espíritu superior entregado a hondas meditaciones, para los demás, pero que en la oscuridad de su boca tentaba el diente roto- sin pensar.

Pasaron meses y años, y Juan Peña fue diputado, académico, ministro, y estaba apunto de ser coronado presidente de la república, cuando la apoplejía lo sorprendió acariciándose su diente roto con la punta de la lengua.

Y doblaron las campanas, y fue decretado un riguroso duela nacional; un orador lloró en una fúnebre oración a nombre de la Patria, y cayeron rosas y lágrimas sobre la tumba del grande hombre que no había tenido tiempo de pensar.


                                                                                                        Pedro Emilio Coll.

Este sencillo y descriptivo cuento del genial caraqueño (1872-1947) quizá el más publicitado, es la apertura literaria en Venezuela del llamado 'modernismo', influenciado por la obra de Oscar Wilde la trasluce en su segundo libro de ensayos, El castillo de Elsinor (1921) y como historiador dio a luz sus ensayos que llamó La senda escondida (1927).

Como diplomático, representó a su país en plena primera guerra mundial, como cónsul  en París y luego en Madrid, de regreso a su país incursionó en política y en una vertiginoso carrera fue nombrado senador por el estado de Anzoátegui y posteriormente asumió como presidente del Congreso Nacional. Fue miembro de la Academia de la Lengua de Venezuela. Como editor de la revista El Cojo Ilustrado en 1907 publicó su primer cuento 'El diente roto' que he transcrito para Ustedes de este insigne narrador Venezolano y como un homenaje a los "políticos" desastrosos que están manejando en este presente tan absurdo y triste, a mi país hermano y que 'nunca han tenido tiempo de pensar' lo que están haciendo.

Con un fuerte y roto abrazo.

Hortensio.












martes, 27 de mayo de 2014

La pequeña 'Almendra' del amor.

Sí, es una 'almendra' literalmente hablando y queda en nuestro cerebro, se sitúa encima del hipotálamo y en lo más profundo de los lóbulos cerebrales y se llama la 'amígdala cerebral'; es la encargada - entre otras funciones- de almacenar, fijar e identificar las emociones básicas que van desde el miedo y la rabia hasta el amor. Tiene la demostrada importancia de alertar nuestro 'instinto de conservación' o de supervivencia que ha sido esencial para la evolución de nuestra especie.

Y, está también asociada al asentamiento de nuestra memoria y en ésta todos los recuerdos (buenos y malos) que se puedan recuperar de aquellos que por su marcada carga emocional, muy fuerte en intensidad se han fijado en la amígdala y que al estímulo de algún hecho externo (olores, sabores, lugares, etc.,) los avoca, nos los trae al presente de la memoria, en millonésimas de segundos.
Ubicación de la Amígdala en nuestro cerebro.
Ingentes estudios de afamados neurofisiólogos y neurobiólogos, han llegado a la conclusión de que la literatura Universal, por muchos siglos a tenido razón en sus crónicas y escritos... ¡el amor eterno, si existe!. Pero, ¿porqué es también la que he llamado 'La pequeña Almendra del amor' la que determina esta realidad fisiológica? pues sencillamente, porque el amor es una de las más importantes emociones del ser humano.

Al ser determinada ésta emoción -la del amor- si es de verdad amor, si ha sido un amor intenso o sinceramente fuerte, ésta emisión de información quedará fijada en esa 'pequeña almendra' de manera indeleble e indefinida, como las demás situaciones atípicas y desconocidas, sólo bastará algo evocador para que ese amor vuelva decodificado, al presente con toda la carga emotiva con la que se vivió, aunque ya no exista en ese presente, volveremos a sentir esa sensación con toda la intensidad de ese hermoso recuerdo del 'primer amor'... por mejor ejemplo.

Y los poetas ya lo sabían, aunque jamás se lo pudiesen explicar, solo sentir que el amor se movía a merced de fuerzas poderosas que no comprendían y menos pueden dominar; los novelistas lo tomaron como primordial en la relación de sus personajes en la construcción de sus ficciones y relatos. Además sería mucha mi pretensión si me pusiera a 'copiar' algo de la literatura científica y clínica de esos eminentes e inquietantes investigadores del cerebro, eso es para ellos y para bien de la humanidad... yo sólo aspiro a enunciar algo que ya está en plena investigación y compararlo con la literatura después de saber de donde puede venir eso del 'amor eterno'.

Y ya que empíricamente lo podemos determinar, decir con simplicidad que de los recuerdos acumulados en nuestra 'pequeña Almendra' nos hacen evocar esos lugares en donde fuimos felices y sentimos el amor por primera ves... ¿Quién no se acuerda con fruidez de ese, su primer amor? no digo que todos (pobres desgraciados) pero si es así y tiene la fortuna de hacerlo, eso es de por viva o más gráfico: será eterno, es decir que se llevará ese recuerdo a la tumba... ¿y más allá?

Aquí una pequeñita muestra literaria:


"Esto fue amor a primera vista, amor para siempre; un sentimiento desconocido, inesperado, imprevisto porque podría ser una cuestión de conciencia, tomo completa posesión de él y él entendió
con gran asombro, que esto era para toda la vida".

                                                                             (Thomas Mann, en 'Desorden y penas tempranas')


¡Aquella primera noche!

Aquella primera noche fue
la más hermosa en la vida
de ese audaz adolescente,
la más sublime, la más bella
la que nunca podría separar
de su imaginación por años
y años que pudiesen pasar.

Después de haberse entregado
el uno al otro sin la menor reserva,
de hacer el amor con salvaje ímpetu
de gozarse hasta lo increíble,
se quedaron dormidos abrazados
con las bocas eróticamente pegadas
¡compartiendo el aliento de su amor!
¿Cómo olvidarla jamás...?

                                                                        (Farwel, en el libro de 'Poesía Insustancial' 1985)

"Me acerque al catafalco. Aura parecía dormida; me incliné sobre ella y la besé en la frente. Al contacto de aquel beso pareció querer abrir los ojos para mirarme. ¡Cuan bella estaba así, cubierta con la sombra de la muerte!".

                                                (Vargas Vila en 'Aura o las Violetas').

Más en ésta breve noticia, se trata únicamente de destacar el impactante estudio de esos formidables aventureros del cerebro y su relación con la 'Amígdala' y sus referencias con el amor y la literatura...¡No era más...! Bueno sí, otro poema...

He sorprendido tu corazón
de pájaro
recorriendo mi soledad.

He sorprendido en tus ojos
la imagen de nuevos y
extraños territorios,

He descubierto en la arena
de mis caminos
Las huellas de tu presencia

                                                  (Carmen Amalia Camacho).


Un eterno abrazo de gratitud por esas 10.000 visitas motivadoras a mi Blog.

Hortensio.


domingo, 25 de mayo de 2014

Las Miróforas

Esta entrada, es para compartir la curiosidad que despertó en mi, esa bella palabra... 'Miráforas' en plural; como nadie de mis consultados supo de la razón etimológica de ella y de la existencia de tan rara y bonita palabra, no hubo más remedio que acudir a ese formidable  Oráculo que es Google en Internet, y poder documentarme en algo sobre el significado de tan "conocida" palabra para los cristianos de todas las épocas... ¡qué pena, yo no lo sabía!, ni lo sabía el cura de la parroquia del barrio que hizo una cara de perplejidad y repitió...¿las qué?, ni el 'pastor evangélico' que regenta, en un garaje, una iglesia... No sé, la verdad es que no me suena... ¿las qué? 

Después de mi consulta al Oráculo, se los dije y de inmediato recobraron la memoria y empezaron a sentar cátedra, la verdad, ya ni les 'pare bolas', yo ya tenía mi propia información que es ésta que comparto con vosotros: Se refiere a las mujeres (que estuvieron presentes en el 'Calvario') que fueron al sepulcro prestado por José de Arimatea, quien había pagado muy bien al centurión Casio Longinos, para qué, - pese a la prohibición romana de bajar o de desclavar a los 'cruzarios' del 'patíbulo' hasta que no fuera descarnado por los buitres y aves de rapiña, por encima y los perros, por abajo-, permitiera a Arimatea bajarlo y darle precipitadamente sepultura en la tumba que tenia destinada para él, al llegar su muerte.

Yo acudo a Lucas, mi evangelista de cabecera, para mostrar la importancia de éstas mujeres que nunca huyeron como sí lo hicieron los hombres por miedo a la represión... Ellas iban hacia la tumba, al alba de ese domingo, para limpiar a Jesús ya Cristo (ya sabemos como quedó después de semejante tortura 'fuetera' y/o latigueada, para acabar en la bárbara crucifixión) ungirlo y envolverlo en un sudario o sabana, desde luego prestada y llevarle flores frescas, todo esto según la tradición judaica. Iban preocupadas pensando "... ¿quién nos ayudará a mover la piedra que tapa la entrada del sepulcro?.."

Las Miróforas, en su antigua etimología no es otra cosa que 'portadoras de mirra' o myron (bálsamo o ungüento).

Las  siete Miróforas
Ellas fueron: Marta, la hospitalaria. María, la tímida y hacendosa hermana de Lázaro, Salomé, madre de los hijos de Zebedeo. María la de Cleofás, madre de Santiago. Juana, mujer de Cusa, la Samaritana, La hermosa rubia de ojos verdes, Susana, hija de Zelotes y la eterna enamorada de Jesús, al que siempre le llevaba flores frescas y la agradecida Hemorroísa, nadie supo jamás su nombre, tímida y audaz. Ellas, con la oposición de los apóstoles, siempre acompañaron a Jesús de Nazaret, desde Galilea hasta Jerusalén, en todo su ministerio evangelizador hasta su muerte y posterior 'resurrección'.

Desde luego quedan excluidas, por su importancia, la María de Magdala, quien dio la noticia de que la tumba estaba vacía cuando las Miróforas se dirigían a limpiar el cuerpo del interfecto; Ella, 'La Magdalena' fue la compañera del cristo, 'la que me lavó y me beso los pies', la discípula amada, "La igual que los apóstoles", de la que dijo El, en casa de Simeón: "la que me amó mucho" (Lucas 7,47) y para muchos estudiosos de la materia, la esposa, teniendo en cuenta que a 'El Maestro' le llamaban Rabí o rabino, y uno de los requisitos 'si ne quanon' para serlo era el de estar casado, y María, la madre de Jesús. venerada y santificada con Hiperdulía en el más bello culto que se pueda tener de una persona humana. Lucas las encuentra camino de Éfeso, pero eso será otro capítulo, polémico y muy interesante que abordar en otra oportunidad; por ahora...

Un abrazo pleno de olores a mirra.

Hortensio.