domingo, 12 de enero de 2025

El Indigente.


Si respetas las diferencias te
estás respetando a si mismo.
Farwel.

La prosa tiene la magia de describir, explicar y mostrar una visión, un momento, una poesía, una aventura, una ficción y mil situaciones que en el diario vivir se nos puedan presentar, de eso se trata la presente 'entrada', una vivencia que me llenó de tristeza e indignación, al presenciar el desprecio al que fue sometido un pobre hombre de edad provecta que trató de pedir un sobrado de comida en un restaurante, que de verdad no tenía nada de lujoso... salí detrás de él y le dí un billete y lo vi de frente en toda su dimensión humana en la que asomaba su tragedia; entonces llegué a mi estudio y me puse a escribir teniendo presente su imagen... 

Uno de tantos indigentes.
Tantas historias caminando a nuestro rededor, tanta tragedia que no queremos mirar u olvidar por egoísmo o por miedo y que no nos detenemos a observar porque es el espejo de una sociedad en descomposición permanente; es el caso del indigente que no quise evadir... 

Con su agrio y nauseabundo hedor que era costante, anunciaba su presencia por donde lograra pasar, la gente -aunque lo ignoraba- notaba su presencia. Era el canon de un perdedor que convertía en norma su asquerosa  autodegradación y costumbre que sencillamente consistía en subsistir día con día. Con su aliento podrido de alcantarilla y una llaga infectada en su pierna derecha que empezaba a supurar peligrosamente, pensó, con cierta cordura, que se estaba pudriendo por dentro aunque no sentía molestia alguna en una clara 'anestesia de dolor' que envolvían sus 'enfermedades evidentes e invisibles'; en su estado inconmensurable de soledad hará que sea inevitable un desenlace fatal y de eso estaba bien seguro puesto que para él todo era rabia contenida, resentimiento y caos.

Atormentado por sus propios demonios pensó en el suicidio, pero no lo hacía sabiendo que de todos modos moriría solo y abandonado, no le temía la muerte puesto que nunca nadie sabe como és y en que consiste, menos prepararse para recibirla... Había sentido y visto tanta muerte en las calles que sabía que ella formaba parte de la vida... se decía a sí mismo: "Algún día descifraré el misterio de la muerte aunque sea en el mismo momento del hecho y le diré a mis gusanos que estaba equivocado y simplemente no hay nada que decir, nada." 

Pero será tarde, en medio de su soledad y abandono sin testigos o alegorías dejará de respirar y quedará votado en el piso como una simple cosa y como todas las cosas que no sirven, será inevitable ir a parar al basurero. ¿Acaso las lujosos tumbas de un cementerio no son recipientes de basura adecuados para lo mismo? Pero seguía deambulando tercamente día y noche acompañado por los 'elementos' en las calles que no conducen a nada, tragado y demolido en las entrañas de la gran ciudad que lo devora sin compasión, sin un rumbo determinado y acosado siempre por el hambre y el frío, la esperanza que para él no contaba, pasaría como pasa todo.

Seguiría vagando por su imaginación sin querer hacerle mal a nadie pues estaba vacío y dañado; soberbio por definición era un ingrato con la sociedad que indiferente le dió la oportunidad para ser un tipo "normal" y no un fastidioso 'loco' desadaptado, pero a su favor se podría decir que no todo en él era negativo y malo, pues es un ejemplo vivo de denuncia contra una comunidad "asociada" que solo produce seres como él y que no son pocos con el arquetipo y modelo de la inadaptación que por fuerza terminará el la marginación, madre espuria de la indigencia.

Nunca buscó lástima pero la gente vencida no puede o no quiere seguir los tiempos. Su 'placida rutina' en ese indiferente paisaje humano, dará un giro inesperado - a la vuelta de cualquier esquina- cuando cercano ya al inexorable límite de sus días, sintiendo un cansancio de siglos, el 'salvaje' indigente busca un rincón apartado de las miradas morbosas y estúpidas para poder, como un león viejo y herido, lamer sus heridas y dejarse ir. Nadie escapa de su realidad y su vida fue un azar absoluto. A la mañana siguiente el indigente había dejado su cuerpo en Paz

          "Había dejado su cuerpo en Paz"

Un abrazo.

Hortensio.