domingo, 16 de abril de 2017

La muerte en la cruz romana. Parte I

La Pascua, la milenaria pascua judía o Pésaj, es la festividad que conmemora la liberación del pueblo judío por Moisés, de la esclavitud de Egipto, relatada en el Éxodo del Pentateuco; los cristianos celebran la resurrección del 'Mesiah' que los judíos no reconocen, pero para ambas corrientes religiosas significa 'Liberación', previa ésta sencilla aclaración, vamos al tema que propuse éste Plácido domingo de Pascua: La muerte en la cruz romana...
Spartacus...
Cuando en la víspera de la batalla del río Silario, en Apulia, en 71 a.C. Espartaco, el gladiador tracio que había iniciado la más cruenta revuelta de esclavos contra Roma, mandó a traer a un romano preso, se dice que fue el mismísimo general Mummio, lugarteniente de Marco Licinio Craso, a quien derrotó en el Piceno, y en una colina lo mandó crucificar frente a todo su ejército y ante el espectáculo de la crucifixión los arengó: "Ésta será la suerte que os espera, si no sabéis resistir" el fue uno de tantos de los que temieron a la cruz.

Perdió la batalla... según el historiador contemporáneo romano César Cantú, luchando herido y de rodillas, derribando a cuantos se le acercaban hasta que tuvieron que acribillarlo a flechazos cayendo entre un montón de cadáveres muerto junto con 40.000 de sus hombres, su cadáver jamás se encontró pero debió adivinar la suerte de los que no pudieron escapar a Lucania... más, mucho más de tres mil fueron crucificados -para darle una lección al  mundo- a lo largo de la vía Apia entre Capua y Roma. Tal era el terror que la cruz inspiraba en toda la extensión del imperio como castigo máximo.
Los gladiadores crucificados en la vía Apia.

Lamentablemente es poco lo que hoy en día se sabe de la realidad de lo que fue ese execrable suplicio y definitivamente las sectas cristianas y su arte pictórico y desde luego en compañía de la filmografía cristiana de Hollywood, se encargaron de deformar la patética realidad de lo que verdaderamente fue. Pocos, muy pocos saben la verdad histórica y arqueológica de lo que fue esa lacra  ignominiosa de tortura y muerte que fue la cruz...

Pero pasemos al ejemplo más conocido de ese suplicio infame, la muerte de Jesús de Nazaret... se había dictado la sentencia de muerte y el Procurador Poncio Pilatos, como era la costumbre romana, se lavó las manos pues lo consideraba inocente de cargos contra el emperador; desde su silla curul y desde el semicírculo del tribunal en elmontículo de Gabbatha, al que por encontrarse profusamente enlosado, los romanos le decía Lithostratos. Desde éste momento tomo para Ustedes mis queridos lectores, los sabios escolios de Giuseppe Ricciotti, el formidable cura católico, historiador y arqueólogo... La flagellatio (flagelación) precedía de ordinario a la crucifixión y era la soldadesca (en el caso de Jesús, los samaritanos reclutados y mortales enemigos de los judíos) que la ejecutó, después de atar por las muñecas al desgraciado a un poste o columna totalmente desnudo para que todo el cuerpo quedara expuesto, sobretodo la espalda siempre encorvada; "los golpes no eran asestados con vergas, reservadas a los ciudadanos romanos condenados a muerte, sino con un instrumento especial el  flagellum, que era un robusto látigo con muchas colas agravadas por varias bolitas de metal y aún armadas de agudas puntas (escorpiones)".

"Así como entre los judíos la flagelación legal estaba limitada a un número preciso de golpes, entre los romanos no la limitaba otro número que el albedrío de los flageladores o la resistencia del paciente". Un condenado a la muerte romana, era ya un infrahumano que no valía nada, no era nadie casi que no existía. En realidad, quien padecía la flagelación romana, quedaba  convertido en un monstruo aterrador y repugnante".

"A los primeros golpes, cuello, espalda, costados, brazos y piernas se amorartaban y luego se cubrían de líneas azuladas y de tumefacciones. Gradualmente, piel y músculos se desgarraban, rompíanse los vasos sanguíneos y todo el cuerpo chorreaba sangre. Al fín el flagelado se tornaba en un amasijo de carnes sanguinolentas, desfigurado en todos sus rasgos. A menudo desmayaba bajo los golpes, y hasta con frecuencia perdía la vida".

Pero vamos directo a nuestro cometido que no es otro que dar una luz a las inconsistencias históricas y arqueológicas fruto de la piedad y el pudor cristiano a que Hollywood nos tiene acostumbrados con respecto a la muerte en la cruz y de nuevo de la mano del eminente cura católico de cabecera podemos precisar sin duda alguna cómo fue aquella efemérides cruel y brutal. Del empalamiento conocido en la antigüedad  por babilonios y asirios, derivó más tarde lo que fué la cruz en sí y como tal difundida por el Mediterráneo y llevada a Grecia por los fenicios que la habían conocido en Egipto.

¿Pero como era una cruz? pregunta al parecer muy simple, no siendo así... histórica y arqueológicamente se sabe que la cruz consta de dos partes, una viga o palo vertical que se plantaba o enterraba en el terreno y que le llamaban  vulgarmente  stipes, los romanos comúnmente le llamaban staticulum y otro madero horizontal que le decían patibulum y que después se unía al madero estático o vertical, cuando escaseaba la madera cualquier árbol o palo grueso servía para ensamblar la cruz, hacia la mitad del statitculum sobresalía un burdo trozo de madera añadido al que llamaban el sedile y que era parte esencial de la cruz pues allí se sentaba a horcajadas el furciber o portador del patibulum, sin éste aditamento se hacía casi que imposible que el condenado se sostuviera sobre el maderamen sin desgarrase por su propio peso que se vuelve desproporcionado al paso de las horas y sostenido por solo cuatro clavos bellotes (4 bellotes no tres)... Tertuliano recuerda al sedile como un cuerno de rinoceronte, y Justino el mártir, da testimonio en sus escritos de ese aditamento con figura de cuerno.
La verdadera cruz que nos describe la arqueología, con el sedile incorporado....


Oigamos a Ricciotte: "La razón es tan evidente que hubo artistas cristianos antiguos que representaron la cruz de Jesús con un suppedaneum, en el que apoyaban y están clavados los pies. Este suppedaneum, del que no se encuentra indicación alguna en los documentos antiguos, es arqueológicamente falso y en la práctica no había bastado para sostener el cuerpo. No obstante el error arqueológico demuestra la necesidad del sedile, arqueológicamente justo".

El suppedaneum
"arqueológicamente falso"


Hasta aquí la primera parte de éste apasionante tema...
Hasta la próxima semana...

Hortensio.