domingo, 18 de noviembre de 2018

Y lloró, porque...

Hay veces que es necesario sufrir,
para ver que no era tan importante.
Hortensio Farwel.

Ella lloró...
,
"Tengo la teoría- decía el poeta Mario Benedetti- de que cuando uno llora, nunca llora por lo que llora, sino por todas las cosas por las no lloró en su debido momento". Cuanta verdad encierra ese pensamiento y se puede decir que también Farwel tenía muchísima razón cuando escribía que: "La vida es hermosa pero duele vivirla; sin embargo seguimos adelante porque eso es lo que debemos hacer".

En éste Plácido y lluvioso domingo, en esta ésta entrada una percepción sobre una persona que hace muy poco conocí y que me impacto por su extraña belleza que no pude definir, pese a que soy un fisonomista avezado, dijo llamarse Luz Marina -nunca supe su apellido y nunca la volví a ver aunque mediaba una promesa de hacerlo- en esa fugaz reunión social a la que asistía y en donde me enteré que era separada o divorciada, que para el efecto es lo mismo...

Cada vez que miraba sus hermosos ojos cafe en el conjunto de su cara veía un deje de nostalgia, tristeza o de melancolía (espero de todo corazón equivocarme) pero se que no era de dolor, que era otra cosa. Es un querer olvidar yo no se qué, es algo como el pensamiento de una poeta amiga que decía: "Yo no dejo de querer pero si dejo de insistir". Frida Kahlo, ante el desamor de su amado, produjo estas sentidas frases: "Madurar es aprender a querer bonito, extrañar en silencio, recordar sin rencores y olvidar despacito". Entonces me acordé de un viejo poema que tenía por ahí refundido y lo encontré... hoy se los comparto.

Y lloró, porque...
Y lloró, porque...

Y Ella lloraba por ella y para ella, entre ella misma y ella.
Sí, lloraba por esas heridas que no querían sanar...
por sus incontables fracasos y el dolor de la decepción,
lloraba por las idiotas explicaciones que dio a personas inmerecidas,
por el amor dejado y traicionado, lloró por ese injusto desamor
por la inmerecida soledad que llenaba todos sus espacios...

Y lloraba para sacar y limpiar todo lo indeseado de sí misma.
Pero lloró por las disculpas que se debía, por no amarse,
por no valorarse y confiar en las personas equivocadas...
Lloró por humillarse, por fallarse, por no respetarse un poquito,
y lloraba por odiarse, repudiaba todo de su pasado injusto
y hasta el cansancio lloró por no haber descubierto a tiempo
que su única amiga era ella misma, y había perdido su amor propio.

Lloró hasta sacar toda la espuria basura que guardaba en su corazón;
pero dejó de llorar al pensar que tenía que pedirse perdón por lo
que no vio asomarse a sus ojos de enamorada, que hace tiempo
debió aceptarse tal cual era y como era, que tendría que amarse
un poco más, pero dejó de llorar cuando sintió que siempre necesitaría
a alguien que le diera una mano amiga, honesta y real que la sacara de
esa oscura realidad en la que se había metido sin pensarlo y ese ser
no era otra que ella misma... y un "ya basta" se hacía necesario.

Y lloró por ese tiempo que aunque "perdido" - sin desearlo, sin planearlo-
le dejó la inmensa enseñanza de encontrase con ella misma.
Y lloró, porque a veces necesitamos un poquito de agua para volver a florecer.

                                                                                                      Farwel. 1986



Un abrazo sollozante.

Hortensio.