Si esas paredes hablaran, dirían cuanto te amé,
pero tristemente no hablan y el cuarto está vació.
H.Farwel
El ruido gutural con sabor a óxido que se hizo desde la puerta del baño al abrirse, le obligó girar la cabeza y el cuerpo bruscamente y tenía razón en las dos percepciones racionalizadas sobre 'ella' cuando apareció bajo el marco... que era vieja y tenía gallardía, y cuando se dirigió hacia él, caminó... más bien se movió con donaire, se agacho y de pie calzó sus zapatos de tacón puntilla, era alta de su misma estatura y le encaró: "puedes preguntar lo que desees..." - se paro frente al escritor con su frente en alto y sus brazos en posición de jarra, es decir las manos posadas en sus caderas...
La cafetería de la esquina... |
Ante el silencio que siguió al nombre, Ella volvió a hablar para decir un: "Gracias, me voy" y se terció una pequeña cartera de cuero color marrón y se dirigió hacia la puerta. "¡Espera!" -le dijo sin saber que decirle- regresó al cuarto y del armario saco un dinero que tenía entre las páginas de un libro de poemas... : "Aquí no hay nada que tomar, y la cafetería de la esquina ya estará abierta". Bajaron las escaleras que estaban apenas iluminadas por un bombillo que daba una luz amarillenta y mortecina, alcanzaron la puerta principal del edificio.
La mañana estaba fresca pese a la hora, caminaron hacia la esquina y efectivamente la cafetería olía a ese aroma enervante de café recién hecho, todavía no había clientes cuando Ella le dijo: "Pídeme una bretaña fría" de nuevo esa voz tan fina y pausada denotaba que era una persona salida de un ambiente fino. -:"Por favor - ya una mujer muy joven había llegado a la última mesa del local- una bretaña y un tinto doble" - "¿algo más de cafetería...?- la miró en busca de una respuesta y el movimiento de su cabeza decía un no- "¡quizá más tarde, gracias!"
Pablo Picasso... Bailarina de Ucrania. |
Asumió que nada ni nadie podía ver con sus ojos la diferencia entre lo anti-estético y lo afectivo. Y Ella no solo había tocado su puerta sino que entró para quedarse y fue feliz. Una mañana Ella lo llamó a la sala y le dijo, " -La noche que nos conocimos allá en ese bar, me hiciste escribir en ésta servilleta que acabo de encontrar en el fondo del bolso marrón, una palabra..." Le estiro la mano con la servilleta aún doblada; con la delicadeza de estar ante un papiro antiguo, lentamente la desdobló y en ella se podía leer en una hermosa caligrafía: "Gerontófilo".