domingo, 11 de noviembre de 2012

Una carta peregrina.


Era quiteña. Veinticinco años. Y su nombre inmortal... MANUELITA SAENZ, casada con un médico ingles de apellido Thorne. Y estamos en el verano de 1.821. Bolívar entrando triunfal en Quito tras la entrevista con San Martín, en Guayaquil en donde se le concedió el caudillaje supremo de América hispánica... vítores, flores, músicas, y desde luego bellas mujeres.

Se cuenta por testigos, que Manuelita se encontraba en un balcón desde donde se estaban brindando flores al paso de la comitiva; cuando Bolívar se encuentra bajo aquel balcón, esta bella muchacha le bota una corona pequeña de flores que fue a dar directo a la cara del Libertador, cuando este voltea a mirar de donde venia tan sorpresiva caricia, se encontró con el bello rostro de Manuelita y sus espectaculares ojos negros.

La libertadora del Libertador.
Describamos de la mano de un biógrafo de Bolívar de su época " Hermosísima, sensual, inquieta, de ingenio chispeante y pronto, tanto para la frase como para la replica mordaz". El gran americanista español Gimenez Caballero tiene estas bellas palabras para aquella mítica dama y la carta que le escribiera a su esposo... "De ahí aquella carta que ha pasado a la historia como un modelo, ¿de que? De amante. Ciega e iluminada. Seria y burlona. Sacrílega y sacrificada por su radical abnegación,  carta que nunca se fatiga uno de leerla, porque es de una mujer de casta, de nuestra casta hispánica  frente a un hombre de otra muy halógena, la británica de su marido."
Leanla de nuevo la carta de Manuelita, para que se la gocen los que no la han leído todavía y para que la recuerden con fruición los que han tenido la fortuna de hacerlo:

              "No, no, no, no mas, hombre, por Dios. ¿Por que hacerme Ud. escribir faltando a mi resolución  Vamos, ¿que adelanta Ud., sino hacerme pasar por el dolor de decirle a Ud. mil veces no? Señor, Ud. es excelente,  es inimitable, jamas diré otra cosa sino lo que es Ud.; pero mi amigo, dejar a Ud. por el general Bolívar es algo; dejar a otro marido sin las cualidades de Ud. seria nada.

              Y Ud. cree que yo, después de ser la querida de este general por siete años y con la seguridad de poseer su corazón prefiera ser la mujer del Padre,del Hijo y del Espíritu Santo o de la Santísima Trinidad. Si algo siento es que no haya sido Ud. mejor para haberlo dejado. Yo se  muy bien que nada puede unirme a el bajo los auspicios de lo que Ud. llama honor. ¿Me cree Ud. menos honrada por ser el mi amante y no mi marido? ¡Ah!, yo no vivo de las preocupaciones sociales inventadas para atormentarse mutuamente.

              Déjeme Ud., mi querido ingles. Hagamos una cosa: en el cielo nos volvemos  casar, pero en la tierra no. ¿Cree Ud. malo este convenio? Entonces diría yo que era Ud. muy descontento. En la patria celestial pasaremos una vida angélica y toda espiritual (pues como hombre Ud. es pesado). Allá todo sera a la inglesa, porque la vida monótona esta reservada a su nación  en amores, digo, pues en lo demás , ¿quienes mas hábiles para el comercio y la marina? El amor les acomoda sin placeres, la conversación sin gracia y el caminar despacio, el saludar con reverencia, el levantarse y sentarse con cuidado, la chanza sin risa; estas son formalidades divinas, pero yo, misera mortal, que me río de mi misma, de Ud. y de estas sociedades inglesas, etcétera  ¡que mal me iría en el cielo! Tan mal como si fuera a vivir en Inglaterra, o Constantinopla, pues los ingleses me deben el concepto de tiranos con las mujeres, aunque no lo fue Ud. conmigo, pero si mas celoso que un portugués  Eso no lo quiero yo. ¿No tengo buen gusto?

              Basta de chanzas; formalmente y sin reírme  con toda seriedad, verdad y pureza de una inglesa digo que no me juntare mas  con Ud. Usted anglicano y yo atea es el más fuerte impedimento religioso; el que yo este amando a otro es mayor y mas fuerte. ¿No ve Ud. con que formalidad pienso?

Su invariable amiga, Manuela."

Los más estudiosos biógrafos del Libertador, ven metidas las manos de Bolívar por toda la carta, ¿Usted que opina...? Bueno ahí les quedó ésta carta peregrina, fuerte, lógica y muy real.

¡Abrazo peregrino!  

Hortensio.