jueves, 16 de mayo de 2013

La idiotez de la vanidad

                   

          Comenzaré por traerles algunas divagaciones de mi estimado heterónimo, sobre lo que piensa de esa fea 'gárgola' llamada Vanidad, nada nuevo desde luego, pero con algunas variedades a tan molido tema, decía por ejemplo: 'Todo arrogante necio y fastidioso, cae en la fantasía de creerse más importante que los demás, nunca evalúa sus méritos y tira a la basura su talento, obnubilado por las lentejuelas de la 'fama' y sacrificado en brazos de esa 'puta' llamada... vanidad.
Sin palabras...

          De manera que tenemos trillizos, en su orden de nacimiento: fama, arrogancia y vanidad. Si dejamos que esos personajes se nos infiltren en nuestras almas buenas y sencillas, de seguro que llegaran las desgracias a nuestros mundos afectivos; se ha oído decir "que hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe" algo tiene de verdad, son las circunstancias y las personas, las que siembran en nuestros corazones las semillas de esas 'trillizas' malevas, que nos llevan a que nos extraviemos en  esa terrible selva de las apariencias, en donde tendemos (por diferentes fenómenos) a ese envanecimiento, que tiene la virtud de separarnos de los demás, cuando se reúnen las tres en un festín que no tiene como acabar y cuando pasa, ya sabemos los resultados. casi siempre por no decir siempre, acaba mal.

          El gran 'médico' del alma, Gregorio Marañón, al respecto escribía: "La especie más temible de los vanidosos es la de los que tienen, en efecto, motivos para su vanidad"... ¿Quién se los aguanta? ¡ni la madre!... deseo vano.

          La fama: 'Opinión que el común tiene de la excelencia de un sujeto en su profesión o arte. Entre los antiguos griegos y romanos, era la personificación de las voz pública; para Hesíodo, Homero y Ovidio, en la mitología, era una divinidad llamada Pheme, que habitaba las brumosa 'cumbre de los rumores' habitando el palacio de bronce sonoro, ella era hija de la Tierra y hermana de los gigantes Ceo y Encelado. La buena fama, la que admiramos los seres del común es la que se ha ganado por una persona al haber realizado alguna actividad que haya beneficiado a la humanidad... su identidad se traduce en un valor agregado que recibe gran admiración en la opinión pública. No la pecueca fama de las lentejuelas cosidas a personajes hechizos por los medios masivos de comunicación y la pútrida publicidad, esa ramera falsa... 'resonancia de la fama' casi siempre hechiza... Siguiendo al maestro Bueno podríamos decir 'que Adán, en el Paraíso, no hubiera podido ser famoso; para ser famoso tuvo que esperar a que sus descendientes creyeran reconocerle como Padre, aunque pecador...  y que decir de los caballos famosos: Bucéfalo, Rocinante, Incitatus o Babieca o cosas como el famoso Faro de Alejandría o las famosas cataratas del Níagara y un asesino famoso como Jack el Destripador de muy 'mala fama'... y así infinidad de famas, algún tonto famoso decía: 'Mi fama es patrimonial porque me la dieron todas mis buena amistades'. Pura fama habitual. Es de ese 'patrimonio'  de las que se desprenden las otras dos de sus hermanas...¡Dejemos así!

Arrogancia que pisotea a los demás...
La arrogancia: Altanería, soberbia, fanfarronería, un tonto jactancioso. son algunos de los sinónimos de ésta actitud enana y sin sentido... Alan Moore, advierte: "Vigila la máscara que te pones, porque con el tiempo puedes terminar por olvidarte de quien eres realmente". ¿Te crees superior a los demás? ¡por qué! deje de preocuparte por lo que piensen los demás de Usted. Samuel Jhonson sentenciaba: "La arrogancia no es delicada, es la complacencia de sí mismo tomando ventaja  de los demás". La arrogancia maltrata y desprecia, maldice e insulta a los demás... ¡Puto narciso! en definitiva el arrogante es trastornado que después del desprecio, inspira lástima y hasta vergüenza, falta total de empatía e hipersensibles a las críticas de los demás; ¡Dejemos así!

          La Vanidad: vana representación, ilusión y ficción de la fantasía... ostentación inútil, fatua e insubstancial; ¡Oh vanitas...! cuanto daño haz hecho. El que te padece falta a la realidad por presumido, hueco y vacío, soberbio inútil buscando aceptación de los demás, acomplejado por inferior... hasta 'Dios los repudia y el diablo les escupe'...pecado capital para los creyentes, fatuidad total para los ateos: 'Siempre la vanidad es superior a toda inteligencia', ¿El mundo vanidoso? en la entrada o frontispicios de muchos cementerios católicos, reza esta destructiva y sentenciosa frase: ¡Hasta aquí llegan las vanidades del mundo! todo ilusión y vana fantasía, estúpida y peregrina. Qué honores, qué honras, qué homenajes, ¡qué vacío de contenido! Pero el ego se infla como un tonto globo de niño...¿Todo es vanidad bajo el sol...? y los peores: Los que fingiendo humildad, se envanecen en ser admirados por un séquito de batracios 'lamesuelas' y aduladores burdéganos...  pero, también ¡dejemos así!

          Todos los días de nuestros días nos encontramos y vemos a encopetados personajes que los medios de comunicación endiosan... ¿No los han visto? desarrollan especiales maneras de caminar, de reír fingidamente, de mirar, de hablar y hasta de sentir, que se apartan del común de los mortales, se sienten en el pináculo del altar esperando culto de todos y la fauna de esa selva va desde actores y actrices, políticos, cantantes, "altos" personajes del gobierno, periodistas y hasta médicos y abogados, monjas y curas, militares, quienes olvidan la sencillez y dedican sus esfuerzos al culto de la vanidad; en esa religiosa forma de actuar se transforman en personajes que adoran y ponderan lo accesorio y desconocen lo esencial.
Sin comentarios...

          'El principal alimento de un vanidoso, famoso y arrogante es... la lisonja, grasosa e indigesta; llevan vidas tan aparentes y vacías que sus ojos y sus risas no pueden evitar transmitir superficialidad y tedio. Desesperadamente les preocupa la opinión de los demás, algún vanidoso de aquella fauna debió inventarse aquella estúpida frase de que "hablen bien o hablen mal, pero que hablen" y no pueden escuchar que alguien les señale su pecado, porque lo declara enemigo... Mi heterónimo lo decía magistralmente: 'La envidia es la excusa que ponen los arrogantes vanidosos para evadir a los que les cantan sus falencias y defectos'.

Oigan esta fábula y Ustedes fácilmente descubrirán su moraleja sin el mayor esfuerzo:

          "Cuentan, que una rana muy presumida vivía en un estanque natural amplio y seguro. Gozaba de una vida cómoda y nunca le faltaba la comida ni la compañía pero se sentía muy insatisfecha. Cada mañana durante un largo rato miraba su figura que se reflejaba en las aguas serenas y poco profundas del bonito estanque y al verse se maravillaba no solo de las formas de su cuerpo sino de la especial visión de la vida. Soñaba con viajar a un lugar más cálido, donde supiesen admirar sus cualidades que consideraba abundantes y así separarse de sus insignificantes compañeras de estanque, que según ella, la envidiaban.

          Desde los matorrales del estanque, veía pasar las aves que comenzaban a huir del invierno al sentir los primeros vientos fríos. Hasta que unos gansos que allí se posaron a tomar un pequeño descanso le sugirieron que los acompañara hacia los parajes en donde el sol los esperaba. Pero al escucharlos fue consciente de su limitación: la rana no sabía volar.

          Déjenme pensar un momento - dijo la rana- seguro que mi cerebro privilegiado encontrara una solución. Fiel a su deseo, pronto tuvo una idea. Pidió a dos gansos que le ayudaran a encontrar una caña ligera y fuerte, y les explicó que cada uno de ellos debía sostenerla por los extremos. Ella se puso en medio y se aseguró de a caña mordiéndola con la boca. Así emprendieron  el viaje hacia el cálido sur.

          Todo marchaba según el plan hasta que después de varias horas de vuelo pasaron por encima de un pequeño caserío. Los habitantes del lugar salieron a presenciar el insólito espectáculo. Nunca habían visto ranas que volasen en forma tan singular y en un medio de transporte tan novedoso.

          Elevando la voz, un aldeano curioso preguntó: ¿A quien se le ocurrió tan brillante idea? Al escucharle, la rana no pudo evitar que se le escapara la orgullosa e inmediata respuesta: ¡A mí!
Aquellas fueron sus últimas palabras. En cuanto abrió la boca, se soltó de la caña y cayó al vacío donde la abraso la muerte."



Dedicado con todo mi desprecio a esos famosos arrogantes vanidosos, que todos conocemos...

Hortensio.