Plácido domingo amig@s... El viajero melancólico, el 'Gran Maldito' Charles Baudelaire, ese que convertía en misterio todo lo que cantaba, en un extenso y conmovido y feérico poema, exaltó la vejez en las mujeres, esas 'viejecitas' a las que amamos y que el inexorable paso del tiempo, lento y seguro les mostró su bestial senescencia, pero para los poetas es un tema de amor mucho amor y en particular al poeta que muestra en sus versos una ternura lacerante hacia las señoras ya viejas... éstas dos estrofas de su canto Las Viejecitas, en una traducción de Angel Lázaro.
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No habéis visto que muchos ataúdes de viejas
son casi tan pequeños como los de un infante?
La muerte muestra así en dos cajas parejas,
con pareja ternura, un símbolo inquietante.
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Sombras avergonzadas de vivir, encogidas
temerosas, marcháis pegadas a los muros,
y ninguno os saluda, pasáis inadvertidas;
vuestros cuerpos ya están para caer, maduros.
Pero es sin duda el francés Pierre de Ronsard (1524-1585) quien evoca con más dulzura su afecto por las 'Viejecitas' y hace una joya de la poesía romántica de todos los tiempos; de la traducción de López Narváez, su poesía y su famoso Soneto para Helena:
Vencida por los años, en la dulce tibieza
del hogar y la luz albos copos hilando,
dirás embelesada mis versos recordando:
Ronsard cantó los días de mi feliz belleza.
Ya no habrá quién recoja de tu voz la tristeza,
ni esclava soñolienta que al percibir el blando
rumor en que me nombras, dichosa despertando
con férvida loanza bendiga tu realeza.
Mi cuerpo bajo tierra, tan sólo ya mi alma
vagará de tus mirtos umbrosos en la calma
mientras tú, cerca al fuego, te acoges aterida.
Y has de llorar entonces esa altivez insana...
No te niegues, escúchame, no esperes a mañana:
cíñete desde ahora las rosas de la vida.
Otro de los grandes que le han cantado a las 'Viejitas' fue William Butler Yeats, catalogado como el poeta más grande y querido de Irlanda (1865-1939) en una paráfrasis del soneto de Ronsard, y en una traducción libre de Dámaso Alonso, su poema Cuando seas Vieja:
Cuando, el cabello gris, ya vieja, junto al fuego
con sueños cabecees, entre tus manos toma
este libro. Despacio lee, y sueña aquel dulce
mirar que hubo en tus ojos, y su profunda sombra,
y cuántos tus alegres días de gracia amaron
y tu hermosura: amores, ya falsos o ya hondos.
Pero la peregrino que era tu alma uno
solo la amó, y las penas en tu cambiante rostro.
E inclinaba la frente hacia las rojas brasas,
murmura, un poco triste, cómo el amor huyó,
y ascendiendo a las altas montañas a ocultarse
entre una multitud de estrellas se escondió.
Y el maestro de los versos libres de Moravia (Checoslovaquia) Frantizec Helas (1901-1949) escribió una extensa letanía que tituló Viejas Mujeres y que magistralmente tradujo Jorge Zalamea Borda, para la revista Eco.y aunque es un poco lúgubre... leamos tres de sus versos:
Tardes tristes de domingo
tristes de viejas señoras
que cojean hacia las ventanas
por el viejo sendero trillado en la alfombra
por el viejo sendero
entre la mesa y cama
entre el espejo y las fotografías
entre la silla y la palma artificial.
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Ustedes manos de mujeres viejas
hojas crujientes
volteadas por la impaciencia del alba
volteadas por el sufrimiento
volteadas por el rezo
ustedes manos de mujeres viejas
tan olvidadizas
de la cerviz de los hombres
del cabello de los niños
ustedes manos de mujeres viejas
con sólo la fuerza
de sostener un pañuelo para enjugar las lágrimas
de sostener una imagen en el ataúd
de sostener una cruz hasta que le cierren los ojos
ustedes manos de mujeres viejas.
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Ustedes caras de mujeres viejas
la sombra de lejanos roces las ha oscurecido
sombra de besos perdidos
corroída la sal de las lágrimas está la comarca de la resignación
ustedes caras de mujeres viejas.
Y no podía faltar en esta selección tan definida, dedicada a 'las viejecitas' el poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973) con una poesía bella y sencilla que el llamó: El Nuevo Soneto a Helena
y este dice así:
Cuando estés vieja, niña (Ronsard ya te lo dijo),
te acordaras de aquellos versos que yo decía.
Tendrás los senos tristes de amamantar tus hijos,
los últimos retoños de tu vida vacía...
Yo estaré tan lejano que tus manos de cera
ararán el recuerdo de mis ruinas desnudas.
Comprenderás que puede nevar en primavera
y que en la Primavera las nieves son más crudas.
Yo estaré tan lejano que el amor y la pena
que antes vacié en tu vida como ánfora plena
estarán condenados a morir en mis manos...
Y será tarde porque se fué mi adolescencia,
tarde porque las flores una vez dan esencia
y porque aunque me llames yo estaré tan lejano....
Esas son nuestras 'Viejecitas' vistas por algunos de sus ilustres apologistas con respecto a este apasionante tema y ya vendrán nuevos poetas que les cantarán a éstos seres tan entrañables en la vida de nosotros... los seres humanos.
Yo he amado a las mías... un abrazo viejo.
Hortensio.