Ese fue el grito de cientos de costureros, costureras y obreros de la industria textil de la vieja Bogotá, fría y gris como sus tarde lluviosas en un no muy Plácido domingo, pero de hace más de cien años en un 16 de marzo de 1919. Una historia que como muchas nadie cuenta o porque se olvidó en las sombras de la historia o nadie importante murió ese nefasto día.
Y esa historia comienza cuando el decimosegundo presidente 'godo' de ese periodo oscuro que pasó a llamarse históricamente como la "hegemonía conservadora", doctor Marco Fidel Suárez, presionado por oscuros intereses y por congraciarse (como hasta el día de hoy) con el gobierno 'gringo' que nos iría a vender una flota 'chatarra' de aeroplanos, emitió y firmó un decreto en que anunciaba que una delegación de patriarcas 'godos' (así se llaman en Colombia a los partidarios del conservatismo) se desplazaría a los Estados Unidos, para comprar y agenciarse los insumos textiles para hacer nuevos uniformes para el ejército y las fuerzas armadas de la nación.
Resulta que a escasos meses de la conmemoración del primer centenario de la "Batalla de Boyacá" se hacía más que necesario organizar un suntuoso desfile militar por toda la carrera séptima de la capital que hiciera justicia a tan magna efemérides y según sus palabras: "Ilíquidos como estamos es preciso un empréstito - en Colombia habría que pagar de contado- para que el ministerio de guerra pueda renovar la dotación de sus vetustos uniformes, no vaya a ser que el 7 de agosto nos sorprenda, para el desfile, con todos los uniformes remendados y agujereados". qué justificación tan pendeja, decían los liberales en la oposición.
La noticia se filtró del palacio presidencial y recorrió como pólvora toda la ciudad, cuando llegó a oídos de los zares de la incipiente industria textil de esos tiempos, estos comenzaron a conspirar e incitar (como siempre) al pueblo obrero representado en los sastres y modistas de entonces que a consejas de los capataces de los industriales que se sentían traicionados por la 'godarria' de entonces, corrieron el chisme de que no solo comprarían las telas sino que contratarían colegas gringos para su elaboración. Entonces nació el grito de guerra: "¡Los colombianos también sabemos coser!
En reuniones "secretas" se programó el día 16 de ese mes de marzo para iniciar una protesta masiva de representantes del gremio artesanal y como 'no hay fecha que no se llegue y plazo que no se cumpla' el día llegó... de diferentes sitios de la ciudad, que estaba acuartelada en primer grado, salieron marchas vociferantes y beligerantes que por millares tenían que confluir en la 'Plaza de Bolívar', la congregación del 'pueblo obrero' fue apoteósica y multitudinaria como rara vez se había visto en la capital.
Asustado no cabe otra palabra, el anciano y 'buena gente' del presidente títere del directorio conservador, derogó el condenado decreto e intimidado salió al palco para contárselo a su amado pueblo hoy convertido en una muchedumbre colérica... -imagínense estimados amigos por un momento-, no había megáfonos y todo era a 'pulmón prendido', se desató (cuentan las crónicas) un violento aguacero sabanero acompañado de truenos y centellas, los gritos y consignas ahogaron la aterciopelada voz del poeta y escritor, jurista y presidente que había empeñado su sueldo para pagar sus deudas. Cada vez más colérica la 'chusma' se empezó a rebotar, comenzaron a lanzar objetos (como siempre los vándalos infiltrados) y a expresar su enojo de manera violenta...
Y como siempre, salió a la palestra un 'chafarote' con grado de general que respondía al nombre de Pedro Sicard Briceño, y ordenó a la desarrapada tropa del batallón guardia presidencial que arremetiera a bala y bayoneta contra la multitud, el resultado de esa bellaca embestida, sólo 20 muertos, perdón "20 bajas civiles mi general" y cientos de heridos que fueron arrastrados por sus compañeros a los hospitales cercanos. Ésta infamia que pasó a la historia como "la masacre de los sastres" fue la precursora de las luchas gremiales y sindicales del siglo XX.
Por eso y casi nada más, es que no hay que olvidar a aquellos que con sus inestimables vidas defendieron su sagrado derecho a la protesta obrera y sus reivindicaciones mostrándonos el sendero de lucha contra las hegemónicas oligarquías criollas, que no contentas con esta infamia percuto nueve años después con el gobierno de Miguel Abadía Méndez, en el más ignominioso genocidio perpetrado por el ejército al mando del indigno y asesino general Cortés Vargas al masacrar y asesinar a 1.800 trabajadores de la bananeras que explotaba la mal y tristemente recordada multinacional gringa la 'United Fruit Company'... nunca se supo cuántos desaparecidos y heridos hubo (cientos se dice); estos actos de barbarie inconcebibles precipitaron la caída de la "hegemonía conservadora" a manos del liberal Enrique Olaya Herrera "el Gautecano". !Pero esa es otra historia que contar!
Un triste y solidario abrazo.
Hortensio.
Un triste y solidario abrazo.
Hortensio.
Post scriptum: Nunca supe que paso con los uniformes y si hubo el gran desfile militar con uniformes nuevos o bien remendados... no encontré una fuente viable, si alguien, quien lea esta entrada sabe qué pasó posteriormente a la masacre de estos sastres, lo agradecería inmensamente, no hay nada peor que quedarse con la duda.