Sí, el gran escultor, pintor y arquitecto... Michelangelo Buonarroti. El había escuchado - en su juventud - los encendidos y apasionados discursos de un cura dominico al que habían prohibido decir homilías y sermones desde el púlpito de su iglesia por atacar la corrupción del clero de Roma y leyó esa inmortal oración a Dios que tanto revuelo causó en su tiempo, Savonarola, el sacrificado predicador florentino y que fue ese inicio inductor en la faceta menos conocida del Gran artista... la poesía.
El maestro... |
Para ésta entrada y para que Ustedes hagan su propias apreciaciones sobre la parte lírica del Maestro, tres 'sonetos' como él le llamaba a sus versos y tres inspiraciones, el primero dedicado a ese amor homosexual que sentía por un aristócrata adolescente de 17 años - Tomasso Cavalieri - y del que Miguel Ángel se enamoró perdidamente a sus 57 años. Un soneto a su amiga, confidente y protectora, la influyente poetiza Vittoria Colonna, a su muerte y por última muestra de su arte un soneto místico de su último periodo... oigámoslo:
Soneto XXVII
Hubiera creído, el primer día que
miré tanta belleza única y sola
detener los ojos como águila al sol
detener los ojos como águila al sol
en la menor de las tantas que anhelo.
Conocí después mi caída y mi error:
quien sin alas quiere a un ángel seguir,
quien sin alas quiere a un ángel seguir,
siembra en piedras, esparce al viento
las palabras y con el intelecto busca a Dios.
Así es que, si cerca no soporta el corazón
la infinita beldad que deslumbra los ojos,
ni lejos me da calma o confianza.
¿qué haré? ¿qué guía o escolta
podrá contigo valerme o ayudarme;
si al acercarme ardo y al partir me matas?
si al acercarme ardo y al partir me matas?
A la muerte de Vittoria Colonna
¿No es maravilla si próximo al fuego
¿No es maravilla si próximo al fuego
ardo y me consumo, ahora que está apagado
por fuera, y me aflige y quema dentro,
y a ceniza poco a poco me reduce?
Veía ardiendo tan luciente lugar
del que pendía mi grave tormento
que sólo verlo me daba contento,
y desgarro y muerte me eran fiesta y juego.
Mas ya que del gran fuego el esplendor
me ardía y nutría, roba el cielo,
carbón quedó en la brasa y recubierto.
Y sin más leña no me trae amor
que prenda llama, ni una sola pavesa
quedará de mí, todo en ceniza vuelto.
Soneto LVI
Dedicado a Vittoria Colonna
¿Cómo puede ser, Señora, lo que por larga
la imagen viva en piedra alpestre y dura
que su autor, a quien los años devuelven al polvo?
La causa al efecto cede y se inclina,
por lo que el arte vence a la natura.
Bien lo sé, en hermosa escultura compruebo
que la muerte y tiempo no dan fe en la obra.
Así que ambos puedo dar larga vida
en cualquier modo, en color o en piedra, de uno y otro reproduciendo el rostro; tal que mil años después de la partida,
cuán bella fuisteis vos y qué mísero yo sea vea, más que en amaros no fui tonto.
Ese era el maestro al escribir sus sentimientos... bondad básica pero dura, muchos lo han criticado, pero eso es la poesía misterio y magia de sentimientos... ¿cómo criticar a un poeta? es una idiota utopía. Para terminar ésta entrada (no me gustan los anglicismos impuestos, eso de post, no me va) una pieza magnífica de lamentos antes de morir, del gran maestro del renacimiento que se llama:
"La avispa en la botella"
"La avispa en la botella"
Como la médula en su envoltorio, estoy aislado, pobre, solitario, espíritu de vino en la botella (alcohol etílico, alcohol ordinario). Mi residencia sepulcral impide la expansión de mi pensamiento, las arañas y sus hermanas tejen sus mil telas grises. Quienes han comido o bebido se alivian ante mi puerta. Aprendo a distinguir el olor de los orines en las calles, la fetidez de los locos que deambulan de noche, de los gatos, de la carroña; bacinilla o barriles, el que vacía algo de éste tipo viene de seguro hasta aquí. Es verdad que mi alma tiene ventaja ante mi cuerpo, pues si también ella sintiera todo eso, no conservaría nada, ni pan, ni queso. La tos y el frío me sacuden, estoy exhausto, desgarrado, quebrado por todos mis trabajos, y han desparecido los lugares donde antaño comía. Mi amiga es la melancolía; mi descanso , mis tormentos. La llama de amor se ha extinguido, el alma está ajada. Parloteo con una avispa en una botella. Soy una alforja llena de huesos y tendones., y tengo piedras en el vientre. Mis ojos están opacos y enfermos, mis dientes se mueven cuando hablo. Mi cara es una imagen del espanto. En uno de mis oídos habita una araña; en el otro, una cantárida, cuyos movimientos me vedan el sueño. El amor, las Musas, las grutas floridas, todo ha naufragado en el fango. ¿De qué sirve haber hecho tantas "muñecas", si uno termina como aquel que quiso atravesar el océano y se hundió en una ciénaga? El arte tan celebrado cuyos secretos conocía me han conducido a este extremo. Viejo, pobre, dependiente de otros, me descompondré si no muero pronto.
Ya sabemos cómo fue su triste final, hasta su cadáver fue robado y llevado a su querida y añorada Florencia, para que no fuera a parar a un triste muladar.
Abrazos...
Hortensio.