martes, 6 de marzo de 2018

Una simple carta de despedida.

En éste atípico día y como complemento de la entrada del anterior domingo, escuchen y lean la sentida carta de despedida del Che Guevara a su amada esposa Aleida March.
Aleida March...
"Amor: ha llegado el momento de enviarte un adiós que sabe a campo santo (a hojarasca, a algo lejano y en desuso, cuando menos)
Quisiera hacerlo con esas cifras que no llegan al margen y suelen llamarse poesía, pero fracasé; tengo tantas cosas íntimas para tu oído que ya la palabra se hace carcelero, cuando más esos algoritmos esquivos que se solazan en quebrar mi onda. No sirvo para el noble oficio de poeta. No es que no tenga cosas dulces. Si supieras las que hay arremolinadas en mi interior. ¡Pero es tan largo, ensortijado y estrecho el caracol que las contiene, que salen cansadas del viaje, malhumoradas, esquivas, y las más dulces son tan frágiles!
Quedan trizas en el trayecto, vibraciones dispersas, nada más. [...] Carezco de conductor, tendría que desintegrarme para decírtelo de una vez. Utilicemos las palabras con un sentido cotidiano y fotografiemos el instante.

Se acabaron los cantos de sirena y los combates interiores; se levanta la cinta para mi última carrera. La velocidad será tanta que huirá todo grito. Se acabó el pasado; soy un futuro en camino. No me llames, no te oiría; sólo puedo rumiarte en los días de sol, bajo la renovada caricia de las balas [...] Lanzaré una mirada en espiral, como la postrera vuelta del perro al descansar, y los tocaré con la vista, uno a uno y todos juntos.
Si sientes algún día la violencia impositiva de una mirada, no te vuelvas, no rompas el conjuro, continúa colando mi café y déjame vivirte para siempre en el perenne instante".

Su más famosa fotografía...

Un renovado abrazo revolucionario.

Hortensio.




domingo, 4 de marzo de 2018

Un Che Guevara... poeta.

El Che...

En éste Plácido domingo, gris y lluvioso clásico de estas sabanas andinas, lleno de efímeras nubes oscuras que presagian tormenta, desde mi refugio de Serrezuela, 'una curiosidad histórica' ver y oír a un Ernesto 'Ché' Guevara dedicado a la poesía, desde sus poquísimos ratos de paz inspirado en su revolución... 
Los invito a leer tres de las poesías del Che, que a mí más me gustan... disfrútalas.


Palenque.
Algo queda vivo en tu piedra

hermana de las verdes alboradas
tu silencio de manos
escandalizan las tumbas reales.

Hiere el corazón la piqueta indiferente
de un sabor de gafas abigarradas
y te golpea el rostro la procaz ofensa
del estúpido "¡oh!" de un gringo turista.

Pero tiene algo vivo.
Yo no sé qué es.
La selva te ofrenda un abrazo de troncos
y aún la misericordia de sus raíces.

Un zoólogo enorme muestra el alfiler
donde prenderá tus templos para el trono.
Y tú no mueres todavía.
¿qué fuerza te mantiene más allá de los siglos
 viva y palpitante como en la juventud?

¿Qué dios sopla, al final de la jornada
el hálito vital en tus estelas?
¿Será el sol jocundo de los trópicos?
¿por qué no lo hace en Chechén-Itzá?

¿Será el abrazo jovial de la floresta
o el canto melodioso de los pájaros?
¿Y por qué duerme más hondo a "Quirigua"?
¿Será el tañir del manantial sonoro
golpeando entre los riscos de las sierras?
Los Incas han muerto, sin embargo.


Y aquí...

"Soy mestizo", grita un pintor de paleta encendida,
"Soy mestizo", me gritan los animales perseguidos,
"Soy mestizo", claman los poetas peregrinos,
"Soy mestizo", resume el hombre que me encuentra
en el diario dolor de cada esquina.

Y hasta el enigma pétreo de la raza muerta
acariciando una virgen de madera dorada:
"es mestizo este grotesco hijo de mis entrañas".
Yo tambien soy mestizo en otro aspecto:
en la lucha en que se unen y se repelen
las dos fuerzas que disputan mi intelecto
las fuerzas que me llaman sintiendo en mis vísceras
el sabor extraño del fruto encajonado
antes de lograr su madurez de árbol.

Me vuelvo en el límite de la América hispana
a saborear un pasado que engloba el continente.
El recuerdo se desliza con la suavidad indeleble
con el lejano tañir de una campana.


Vieja María.

Vieja María, vas a morir.
Quiero hablarte en serio.
Tu vida fue un rosario de agonías completo
no hubo un hombre amado, ni salud, ni dinero
apenas hambre para ser compartida.

Quiero hablar de tu esperanza,
de las tres distintas esperanzas
que tu hija fabricó sin saber cómo.

Toma la mano que parece de niño
en las tuyas pulidas con el jabón amarillo
refriega tus callos duros y los nudillos puros
en la suave vergüenza de mi mano de médico.

Escucha, abuela proletaria
cree en el hombre  que llega
cree en el futuro que nunca verás.
Ni reces al dios inclemente
que toda la vida mintió tu esperanza
no pidas clemencia a la muerte.

Para ver crecer a tus caricias pardas
los cielos sordos y en ti manda el oscuro,
sobre todo tendrás una roja venganza
lo juro por la exacta dimensión de mis ideas.

Tus nietos vivirán, la aurora
muere en paz, vieja luchadora.
Vas a morir vieja María;
treinta proyectos de mortaja
dirán adiós con la mirada
el día de estos que te vayas.

Vas a morir vieja María,
quedarán judas las paredes de la sala
cuando la muerte se conjugue con el asma
y copulen su amor en la garganta.

Esas tres caricias construidas de bronce
la única luz que alivia tu noche
esos tres nietos vestidos de hambre
añorarán los nudos de los dedos viejos
donde siempre encontraban alguna sonrisa.

Eso era todo, vieja María.
Tu vida fue un rosario de flacas agonías
no hubo un hombre amado, salud, alegría
apenas el hambre para ser compartida
tu vida fue triste vieja María.

Cuando el anuncio de descanso eterno
enturbia el dolor de tus pupilas
cuando tus manos de perpetua fregona
absorban tu última caricia,
piensan en ellos... y lloras,
pobre Vieja María.

No, no lo hagas
no ores al dios indolente
que toda una vida  mintió tu esperanza
ni pidas clemencia a la muerte,
tu vida fue horriblemente vestida de hambre
acaba vestida de hambre.

Pero quiero anunciarte
en voz baja y viril de las esperanzas
la más roja y viril de las esperanzas
quiero jurarlo por la exacta
dimensión de mis ideales.

Toma esta mano que parece de niño
entre las tuyas pulidas por el jabón amarillo
refriegas los callos duros y los nudillos puros
en la suave vergüenza de mis manos de médico.

Descansa en paz, Vieja María,
descansa en paz, Vieja Luchadora,
tus nietos todos vivirán la aurora,
LO JURO.



Un abrazo revolucionario!!

Hortensio.