domingo, 10 de febrero de 2019

Cada día más es un día menos.

El hombre es el ser por el 
que la nada viene al mundo.
Sartre.

Desde que el hombre viene a la vida
es ya bastante viejo para morir.
Heidegger.

La vida es un esfuerzo inútil que
hay que reanudar cada mañana.
A. Camús.


La gente muere... La vida sigue.

Un feliz y Plácido domingo... hoy con una reflexión ante la fragilidad de nuestra existencia que no es otra cosa que un simple guiño del Universo en su temporalidad al llenar un minúsculo espacio en el que le fue dado vivir moviéndose en el tiempo hacia el horizonte de su finitud en un incesante  fluir de su temporalidad en su precario existir y entonces se presenta la muerte cuando menos se espera, es cuando pienso en la clásica frase de Shakespiare en su Hamlet: "Ser o no ser he ahí el dilema" esto es la angustia del hombre ante el dilema de su fragilidad de estar hoy con vida y en un segundo perderla.

Si la muerte es la cesación de la vida, entonces lo que vale es poder trascender a la muerte y solo el hombre es la única criatura viviente que puede hacerlo... Sócrates, ante la muerte dijo: "...ya es hora de irse: yo a la muerte y vosotros a la vida. Quien de nosotros se encamine hacia un estado mejor, será desconocido por todos nosotros". Así aprendemos a vivir y convivir con nuestra compañera de viaje, la muerte, pues es algo que está ahí y que tiene que ocurrir indefectiblemente puesto que es lo único seguro que tenemos, la vida no tiene repuestos ya que siendo es el más bello, único e inalienable tesoro, no es de ninguna forma transferible.


Un héroe griego ante los dioses del Olimpo, dijo con el pecho erguido de orgullo: "Estoy de paso y soy feliz de ser mortal ya que esto es el verdadero sentido de la vida... morir". Es el estar consciente de nuestra fragilidad lo que hace y pre-supone que tengamos que vivir la vida, pues estamos destinados a cumplir las leyes de la biogenética y el azar como tenía la escuela reduccionista en su interpretación; "El sentido de la vida es la satisfacción de los deseos, pero como los deseos son inagotables, la satisfacción verdadera no existe. Cada existencia es una serie continua de desdichas que cada cual oculta todo lo posible". Y la gente muere por encima del absurdo instinto de conservación que nos hace posible la existencia en este planeta de paso.


Unos cuantos pensamientos sobre este tema que casi nadie toca aunque inevitablemente sabemos que...

CADA DÍA MÁS ES UN DÍA MENOS

La gente muere y queda todo ahí.
los planes a largo plazo y las tareas
de la casa, las deudas con el banco,
las fincas y los auto de lujo que se
compraron para tener estatus.

La gente muere sin siquiera guardar
la comida en la nevera, todo se pudre
todo tiene una fecha de caducidad y 
la ropa de marca queda colgada o puesta
en su lugar...

La gente muere disolviéndose toda la
importancia y títulos y glorias y fortunas
que pensábamos era para siempre y la 
vida continua, las personas superan sus 
penas y siguen sus rutinas normalmente. 

La gente muere y todos los grandes problemas
que creíamos que teníamos se transforman en un inmenso vacío y que los problemas viven dentro de nosotros pues las cosas tienen la energía que ponemos en ellas y ejercen en nosotros la influencia que les permitimos...

La gente muere y el mundo sigue ahí con su caótica presencia y nuestra ausencia no hará la diferencia ni se notará. Somos pequeños pero prepotentes, por eso hay que vivir tratando de olvidar los malos momentos
pues la muerte siempre está al acecho...

La gente muere en un parpadeo pues la cosa es así, los viudos se vuelven a casar, tienen sexo, van de la mano y van al cine y a comer en algún restaurante, somos rápidamente reemplazados en todo, en el cargo que ocupábamos en la empresa y las cosas que ni siquiera usamos son donadas y algunas botadas a la basura...

La gente muere cuando menos lo esperábamos, por otra parte ¿quien espera morir? nadie excepto los suicidas valientes o idiotas. Si la gente conociera su fecha de caducidad tal vez vivirían mejor y todo lo haría hoy, haría el amor hoy, o comiese el postre antes del almuerzo y claro que esperaríamos menos de la gente y perdonaría más, reirían más, sentirían la belleza
de la Naturaleza más seguido, tal vez y estoy seguro que se  querría más al tiempo que al dinero...

Quien sabe, quizá la gente entendiera que no vale la pena sentir miedo o vivir con la tristeza en el alma por cosas banales, leería un libro de poemas, oiría más música y bailaría sin saberlo hacer y sin importar el fatuo del 'qué dirán'
porque el tiempo vuela desde el momento en que nacemos y nos empezamos a oxidar y con destino imparable al socavón de la tumba o a la infame necesaria cremación, pero aún hay gente que vive de prisa sin darse el regalo de percibir lo importante en eso de que cada día más es un día menos...

Piénsalo y tenlo presente... un abrazo muy fuerte.

Hortensio.