"Adoro la libertad y
adoró al Libertador,
adoro la vida pero sin
Él, sabía que moriría".
Le dijo Manuelita a Farwel
Yo, que lo he visto aturdido de gozo en la victoria y con el alma borracha de gloria y de ruidos en luminosas noches de bailes y alegrías, lo sentí mil veces frío y angustiado cuando se fugaba a los incendiados horizontes de la guerra, hoy se me va y creo que para siempre será, negro presentimiento, ¿Y qué de mí?
Lo comprendo y lo adivino en el silencio de mi culpa de pagano dolor. ¡Malditos ingratos! Cómo resignarme a vivir sin Él, sin esos hondos suspiros que se refugiaban en mí, buscando el encuentro en los repliegues de su alma triste. A flor de tierra deshojó su vida y su fortuna en busca siempre terca de la libertad de los esclavos y de esos ingratos... lloraba en mi regazo gimiendo una y otra vez de sentirse idiota y utilizado como Cristo y el Quijote, yo solo podía adivinar su pena que nunca escondió, resentimiento noble... ¿Remordimiento?
Y esa interminable e inmensa pena que se apoderó de Él, después de esa ignominia de noche septembrina que invadía ese santuario que era tan nuestro y esa su voz que al hablar le sonaba a cuerda rota al recordar la infamia, lo hacía sollozar y al verlo se me caían las alas del corazón al ver su pequeño cuerpo enfermo y tan fatigado con el rostro caído de dolor... ¡Ay Hortensio! de verdad, no se si podré vivir sin Él y lo perdono porque fue mi más grande amor. Ay de mí, ¿Porqué la vida siempre tiene que terminar en tristezas? Todo se derrumbó con el huracán de la ingratitud y los desencantos.
Me iré muy lejos a una tierra en donde todos los días sean iguales y toda ambición pueda dormir, donde las penas solo busquen las soledades y el lamento del mar, silenciosos ruidos en las noches que me queden por vivir y dentro de esos silencios, mi pena creciendo pero callando a la vez al pensar que esa lejana gloria compartida rueda sin deseos a mis cansados pies... pero, ¿Qué hemos de hacer...? mirar la noche oscura, oscura... oscura y buscar asilo en la hora de mi mala ventura.
Sus bellos ojos estaban posados en mí, pero su mirada, quien sabe dónde estaría, me sonrió con una mueca de infinita tristeza que tal vez jamás podré encontrar de nuevo.
- Lo siento, de verdad que lo siento mucho, Manuelita - le beso la mano ofrecida y le dio la espalda, también para siempre, franqueó la puerta con ligereza y abandonó la 'Quinta de Bolívar' entristecido y emprendiendo su camino hacia Tunja, la ciudad que un día 'El Libertador' amo.
Un poeta dijo:
Me iré muy lejos a una tierra en donde todos los días sean iguales y toda ambición pueda dormir, donde las penas solo busquen las soledades y el lamento del mar, silenciosos ruidos en las noches que me queden por vivir y dentro de esos silencios, mi pena creciendo pero callando a la vez al pensar que esa lejana gloria compartida rueda sin deseos a mis cansados pies... pero, ¿Qué hemos de hacer...? mirar la noche oscura, oscura... oscura y buscar asilo en la hora de mi mala ventura.
La Libertadora del Libertador |
Sus bellos ojos estaban posados en mí, pero su mirada, quien sabe dónde estaría, me sonrió con una mueca de infinita tristeza que tal vez jamás podré encontrar de nuevo.
- Lo siento, de verdad que lo siento mucho, Manuelita - le beso la mano ofrecida y le dio la espalda, también para siempre, franqueó la puerta con ligereza y abandonó la 'Quinta de Bolívar' entristecido y emprendiendo su camino hacia Tunja, la ciudad que un día 'El Libertador' amo.
Un poeta dijo:
¡Oh amor eterno/ el que
un instante dura!
Manuelita murió a los 66 años y se despidió de Bolívar cuando contaba 29, se retiró voluntariamente a un pueblito perdido del Perú a la orilla del mar en dónde vivió en la más terrible miseria, cuando murió quemaron su rancho y con él, todos los recuerdos que guardaba del Libertador. Qué triste historia!!!!
Manuelita murió a los 66 años y se despidió de Bolívar cuando contaba 29, se retiró voluntariamente a un pueblito perdido del Perú a la orilla del mar en dónde vivió en la más terrible miseria, cuando murió quemaron su rancho y con él, todos los recuerdos que guardaba del Libertador. Qué triste historia!!!!
Con un triste abrazo.
Hortensio
En un sueño de 1.830
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