Si algún pobre desgraciado, con mucha "fortuna", lograra en su refugio anti-atómico permanecer los 20 días necesarios para que amainaran los efectos del primer choque nuclear, no habría ganado mayor cosa fuera de la de estar vivo. Al salir al mundo exterior todo sería de un panorama de desolación, todo oscuro y despoblado, sin vegetación y sobretodo sin agua potable si es que algo de ella subsistió a las grandes temperaturas de la fusión nuclear, sin alimentos, fuera de los que logró almacenar y que no consumió en éstos fatídicos 20 días (como menos), las pocas ratas que lograron subsistir como él y las formidables cucarachas campearían a sus anchas.
El hongo atómico. |
Este es un primer cuadro que la PMA por sus siglas en ingles de la Asociación Médica de Inglaterra, dibujó de lo que sería para un ser humano sobrevivir a un impacto de una estandarizada y pequeña bomba atómica de apenas 200 megatones, es decir, 15.000 veces superior a la de Hiroshima; "Durante la fase posterior al ataque, los que sobrevivan a los efectos inmediatos del bombardeo nuclear se encontrarán bajo tensiones tremendas". Todos los efectos de un ataque semejante son difíciles de predecir con certeza, sin embargo la experiencia de Hiroshima y Nagasaki nos muestra que el panorama puede ser peor...miremos los que serían reales:
Lo primero y terrible sería la sensación de una noche peremne, no habría sol puesto que las incontables emisiones de óxidos nítricos producidas por las innumerables incendios desatados tras la explosión de la bomba habrían producido grandes acumulaciones de ozono en la troposfera, y en consecuencia la aterradora niebla fotoquímica generalizada.
Calmar la sed por la larga temporada de encierro y la consecución de comida sería un factor de perturbación física y psicológica de proporciones castastróficas pues los terrenos y sembradíos de toda especie serían contaminados irremediablemente con la famosa lluvia ácida o lluvia radioactiva; literalmente no habría nada de que subsistir, encima las ratas y sus rémoras las pulgas contribuirían a la propagación de enfermedades contagiosas factor coadyuvante de todos los cuadros clínicos que se presentarían al proceso infeccioso de amplio espectro.
"Los supervivientes correrían también graves riesgos de contraer infecciones bacteriales. La 'bacteria clásica' podría provocar epidemias de fiebre tifoideas, cólera y otras enfermedades infecciosas." También dicen los galenos, que se daría un nuevo esplendor de la tuberculosis, y, por supuesto, la proliferación de todo tipo de cánceres que son asociados a la contaminación radioactiva.
El rostro infernal de la bomba atómica. |
Creo en la sensatez de políticos y militares de que este desgraciado panorama contado aquí de una forma somera, jamás se volverá a repetir en nuestra "Aldea global" y en la única e incomparable nave interplanetaria, con la que nos estamos desplazando por la inmensidad del Universo; me remito a las palabras de Einstein a una pregunta de como sería eventualmente una tercera guerra mundial a lo que respondió: "No tengo idea, lo que si sé es la cuarta sería a piedra y garrote".
Un fuerte y atómico abrazo.
Hortensio
Hortensio