domingo, 10 de agosto de 2014

El trasteo...


El tener que desplazarse o mudarse de una casa en donde se ha vivido por varios años a otra nueva, de un trasteo (como se llama en Colombia) o de un traslado, es desde todo punto de vista todo un trauma para esa familia que acomete tal decisión y más cuando es ‘forzoso’ ese desplazamiento... por la desgracia de ser ‘Inquilinos’.

Mudarnos... ¡toda una tragedia!.
La noticia de los mayores: ¡Nos toca salir de aquí! Es el  desconcertante momento para todos sus miembros… hay que empacar lo esencial y desechar lo que no sea estrictamente necesario; es allí en ese instante que todo empieza a cambiar ya, puesto que de verdad, no sabemos que es lo necesario y lo que es desechable o ‘basura’ con la cual hemos vivido y acumulado por tantos y tantos años.

Y de verdad que ahí comienza el trauma y la incertidumbre ¿qué es lo necesario? Si hay cosas que aunque no sean necesarias, las hemos guardado porque les tenemos cariño y desde luego cada cosa tiene su historia; en el trasteo nos van a quitar espacio… y empezamos a darnos cuenta de la gran cantidad de cosas innecesarias que hemos acumulado a través del paso del tiempo, porque el hombre es acumulador por naturaleza, todos tenemos nuestros tesoros personales (mi nieto tiene una caja de madera llena de pequeños fósiles y piedras raras) que en casos no frecuentes se vuelven situaciones patológicas, lo “normal” desde luego es acumular riquezas, libros (bibliotecas) y obras de arte, en otras palabras apegos… pero eso es otro tema aunque tenga alguna tangencial relación.

Ropa y zapatos que en años nunca volvimos a ponernos reposan tranquilamente ‘apolillándose’ en los armarios o closet es lo que en general más acumulamos; papeles de todos los pelambres y facturas ya pagadas desde hace varios meses y hasta años, juguetes rotos o dañados, libros de textos escolares ya obsoletos como también trastos, ‘chécheres’ y aparatos eléctricos que ya no tienen arreglo ¿por qué los guardamos? No lo sabemos y lo peor, les tenemos su espacio reservado y allí duermen tranquilamente como parte del ‘paisaje’ de la casa… la disculpa idiota: son recuerdos.

Y llega el momento de la decisión y el momento de las grandes dudas, ¿Qué voy a embalar o empacar y cómo me voy a deshacer de tal o cual objeto, ‘cosas’ que en su época o su momento cumplieron con su “necesaria” función? Gran problema, pero hay que tomar la firme y triste decisión de abandonar nuestras cosas inútiles aunque sean amadas… desde luego se trata de ‘aligerar el equipaje’ y sobreponerse a la adversidad del cambio, sea para bien o sea para…

Y desde luego que semejante “tragedia” mediática, qué duda cabe: une y aglutina a la familia como ningún otro acontecimiento, todos se unen a esa causa ‘traumática’ e inevitable del ‘trasteo’… de compartir una causa y el pan, viene la palabra ‘compañero’ y compartir semejante trauma produce lazos muy íntimos e inolvidables, ¿Quién no recuerda un ‘trasteo’ en su vida?

En la vieja Europa, en los burgos antiguos, cuando una familia se trasladaba, era desplazada o en el peor de los casos la exiliaban, los vecinos se reunían y cada quien le regalaba algo muy querido de ellos para hacerles más llevadero su viaje de traslado y los acompañaban con gran muestras de cariño hasta los ‘ejidos’ del pueblo gritando: “Que tu nuevo hogar sea un castillo de amor…”

Hoy le ha tocado a mi familia y a mí, creo firmemente que “no hay mal que por bien no venga” y sólo eso espero, que todo sea para bien, por que la vida sigue a pesar de todo.

Un fatigado abrazo.

Hortensio.