lunes, 29 de junio de 2015

Perdido en el silencio...

No existe nada tan devastador y cruel
como el eco de una agonía prolongada... 
es una herida tan dolorosa que solo añora la
muerte esa que algunos idiotas inhumanos
con argumentos fútiles tratan de... prolongar. 

                                                            Hortensio Farwel.


Parte segunda



La culpa y la disculpa.

¡Todos afuera...!
Se prohíben las visitas, por favor...¡salgan!... una sonrisa cínica y sardónica (como la del marrano) se asomó a mi cara; que bella y apacible le pareció Ella, única que dejaron seguir contemplando el espectáculo del 'ocaso' de esa vida... mi muerte. ¿Será apacible...? pensaba yo, ¿Estará tranquilo...? pensaba Ella. Con la mirada entreabierta la miré: serena y resignada pero triste hasta el infinito, ahora se que me amó de verdad (¡maldita sea! ¿porqué hasta ahora? estúpido incrédulo) a pesar de sus años aún le pareció hermosa; ¿qué le ves idiota...? ¡mírala con mis ojos! no entiendo dentro de este teatro de lo absurdo, por qué me estoy reprochando yo mismo, en definitiva la muerte es absurda y le hablé sin que me escuchara: - Se que fui un infame y todo lo mucho que puedas decir que fui, pero después de ese "fracaso con aroma de tragedia" que hizo de mi vida un antes y un después, yo quería arreglar mi presente mirando de frente a los pocos días del futuro incierto que nos quedaban por compartir, en cambio tú mi querida Aida, solo buscabas la manera de ajustar cuentas con el pasado...

Tú, exitosa a base de un terco esfuerzo por la supervivencia diaria del hogar, lógica y aterrizada, distabas mucho de mi; yo, un perdedor irredimible, con una vida que siempre me pasó de mal a peor hasta llegar a una total 'sin salida' atascado como si fuera la impronta de una maldición contra mi destino, como un atributo irrefragable; y Tu, reprochándome  con entera razón los avatares de nuestro matrimonio... culpas y disculpas y más culpas que nunca llevaron a nada sino a reproches dolorosos, amarguras y desistimientos, que como en la muerte de un ser querido se tiene al final, ira y frustración, impotencia y tristeza, dolor y decepción, y en esto último te volviste experta, pues solo te dí decepciones pero, eso si, siempre lo tuve presente para poder en algo, reparar mis conductas pueriles y absurdas.

Al ver angustiada mi conducta, decides ir en busca de una solución más radical en aras de contener el despeñadero por el que iba rodando el matrimonio y mantener la estructura arquitectónica del hogar... no te quedaste en casa, los niños ya se podían defender "solos", saliste a buscar otro destino, a desafiar tus temores y a enfrentar una vida diferente y muy a tu modo y a fe que lo lograste. Yo en cambio (mea-culpa) lograba el incierto camino del estancamiento paulatino y aunque ya logré mi cometido y estoy detenido y atascado e inmovilizado rumbo irremediable a los brazo de 'La Gran Resignación' he llegado a ésta agonía, en donde ya no hay regreso como para hacer algo mejor...

Y ¿esa segunda oportunidad a que todos los seres humanos tenemos derecho? es muy tarde pedazo de idiota, pero de haberla tenido hubiera vendido mi alma al diablo, -si es que ese pobre diablo existe- para cambiar las cosas desde las malas experiencias, y te lo digo, y te lo confieso, ciertamente, de todo corazón que la levedad de tu sombra, siempre y cada instante del día y la noche, cerca o lejos de tí, me acompañó durante mi periplo de oxidación vital hasta en estos momentos, ya lo ves; pero lo que me quema el alma es saber que ya nada puedo hacer. 

Y, siguen las culpas y las disculpas... ¿cómo fue posible que te haya sometido a esas situaciones infames de abandono a que te sometí? debió darte mucha tristeza, decepción y resentimiento, pérdidas y ausencias sin sentido que fueron las raíces de muchas de nuestras batallas y luchas de pareja ¡qué peleas! ¿te acuerdas...? Mejor no. Quise injustamente someterte a mi bastarda dictadura, porque aunque te cueste trabajo creerlo, siempre te amé, eso sí, a mi manera, pues el que no tiene sentido de propiedad, lo puede perder todo y así pensaba en aquel entonces... hoy creo que cometí el más absurdo de los despropósitos y el hecho de que estés aquí, en éste instante que te miro, en este último trance, el definitivo, es un gesto de amor de tu parte aunque yo crea que sea de nobleza. No podré agradecértelo suficientemente porque no tendría cómo y ya ¿como carajos si me estoy consumiendo como la llama de Barba Jacob?... 'Soy una llama al viento y el viento...' no ha podido apagarla todavía. Y aquí me tienes de espaldas pidiéndote perdón, ¡Perdón!

Todo en mi es gratitud hacia ti y hacia la vida que me tocó vivir, llevaré esa gratitud hasta la tumba... cual tumba si me van a 'cremar', me van a volver chicharrón cuando entre al horno crematorio, como el marrano de La Tebaida (y dale con el marrano); por último te encargo mis cenizas, ya no las vayas a botar al río Teatinos, mi mamá me destinó un rinconcito junto a ella y mi papá, en los bellos cenizarios del Gimnasio Moderno, allí descansaré por siempre... ¿No que no le importaba su destino animal después de muerto? ¿dónde está su patético ateísmo de pacotilla? ¡pues no lo se, sumerce! El olvido me alcanzará por otros medios y no detrás de una placa de mármol en donde terminan todos los ilustres desconocidos, pero no me hagas caso... llévame allí. 

Pero, que son todas estas barruntadas de idiota, si me estoy muriendo tirado en ésta cama y teniendo entre mi mano izquierdista la tuya derechista (y dale con las tonteras), con el ojo derecho que me abría más, te miré de frente y musité muy, muy quedo, la frase insignia de los 'gringos' cuando la cagan: ¡lo siento mucho, de verdad lo siento' y me quedo dormido (¿como puede dormir, si está a un instante de dormir para toda la eternidad?) es absurdo lo que hace la criatura humana ante el trance definitivo de rendir por siempre la vida a la muerte.  

Pero, me dormí...

Fin de esta parte.


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