Lo prometido es deuda... en este atípico día, ésta sí que es bien difícil de cumplir, imagínense hablar sobre el amor, cuando eminencias de la talla de Erich Fromm, con su famosa obra "El arte de amar" se quedaron cortos y desde la época de Homero y los filósofos clásicos con el trío principal de Sócrates, Platón y Aristóteles, hasta llegar a los tiempos modernos con Freud, Karen Horney, Marcuse, Jung, Max Horkheimer, Ortega y Gasset y Adler, entre otros, han tratado con mucha seriedad de asomarse a ese sentimiento muy propio de la criatura humana y tan humano que es parte de su diario existir.
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¿Qué pasó...? |
Hoy y a raíz del catastrófico rompimiento del matrimonio de mis ahijados, me he metido en esas honduras y desde mi muy personal forma de ver lo que es el amor - desde luego influenciado sin dudarlo de los grandes maestros atrás nombrados. Y sí, los tiempos han cambiado y desde luego seguirán cambiando y no es cuestión de anclarse en el pasado y decir que "todo tiempo pasado fue mejor" mi padre lo escuchó seguramente de mi abuelo y yo se lo escuche en alguna ocasión a mi viejo cuando oía canciones de los Beatles y yo ya se lo he dicho en varias ocasiones a mis hijos cuando los oía cantar y bailar ese pegajoso ritmo que llaman 'regetón'.
No se trata de eso, se trata de lo que los humanos conocemos por amor, un ejemplo que lo hace visible: mis hijos no conocieron las serenatas de ayer, bajo el balcón de la ventana de la enamorada y a la luz de la luna llena y/o de la mortecina luz de un foco de alumbrado público y sonar boleros y baladas de Manzanero (los inolvidables años 60's) con letras que hablaban de amor. Ni yo comprendía a mis padres que daban en los bellos días de primavera paseos por las aromáticas alamedas bajo la inquisidora mirada de sus mayores, hoy es a otra costa y con la velocidad que declaran sus amores, no he investigado lo suficiente pero lo mío, que fue pasado, también fue hermoso, seguramente mis bisnietos pasarán su 'Luna de miel' precisamente en la Luna o algún lugar fuera de la Tierra y no cabe la menor duda que sin embargo, ayer, hoy y mañana, la vida del hombre sobre la Tierra, se sigue deslizando sobre la raya de un común denominador: el amor.
Pero el amor sigue siendo para muchos, nada más que ese cálido sentimiento que busca intimidad con la otra persona amada. Entonces la duración del amor corresponde a la duración del sentimiento. Cuando éste mengua, se marchita o fenece (¿le pasaría esto a mis ahijados?) se asiste al sepelio del amor. ¡Cuantas veces se toma por amor lo que no es más que una forma de egoísmo: el antifaz de la propia satisfacción posesiva... el capricho! Amor supone un objeto amado: y, a veces, el amado no más que uno mismo. El hombre ha nacido para buscar la "felicidad" -aunque sea un mito- en el respeto ajeno. Si en alguna realidad humana deben conciliarse estos dos gritos del alma - felicidad y respeto- es en el amor.
Cuando la persona amada pasa a ser obstáculo que vencer, o simplemente instrumento a usar para el propio placer, la vida del hombre o la mujer, se convierte en una batalla campal o, cuando más, se lleva al socaire o abrigo de un mutuo acuerdo de coexistencia pacífica. Pero nunca será pletórica, exuberante y rica vida de amor matrimonial. De hecho el amor es el mayor regalo humano que los 'dioses' pudieron dar al ser humano, a un hombre o a una mujer. De otra parte si se ha escrito mucho y hasta científicamente sobre el tema del amor, la literatura a través de los tiempos no se ha quedado atrás y es abundante sobre todo en cuanto a las 'Aventuras amorosas'... y es ahí donde se origina esa turbulenta confusión en cuanto al amor se refiere. Cosa curiosa; es en esas aventuras amorosas, casi siempre fascinantes, novelescas y fantásticas en donde hay siempre un poco de todo... intrigas, celos, pasión, y desde luego traiciones; de todo menos de aquello que merece llamarse amor. Y son estos episodios los que se roban todos los premios Nobel y Hollywood le hace la corte en sus películas adaptando las grandes novelas amorosas al cine y se llevan los Oscares de la academia, nutriendo e inspirando muchas veces, las decisiones de quienes buscan y llaman con todo el anhelo de su alma, poder encontrar un amor de película.
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¿Perdón y olvido?... nunca se sabe. |
El amor no es el deseo. Ortega y Gasset establece muy bien la distinción entre el amor y el deseo cuando dice que, desear algo, es un moverse hacia la posesión de ese algo. Posesión significa que, en uno y otro sentido, el objeto pasa a entrar en nuestra órbita y llega a ser parte de nosotros. Por ésta razón el deseo muere automáticamente cuando se llena y termina con la satisfacción del mismo. Más, el amor, es eternamente insatisfecho... El deseo - dice también el gran escritor español- tiene un carácter pasivo. Cuando yo deseo algo, lo que, de hecho, quiero es que el objeto venga hacia mí, siendo yo el centro de gravedad, espero que las cosas se rindan ante mi.
El amor es, exactamente lo contrario del reverso del deseo; ya que, el amor es todo actividad. En vez de que el objeto venga a mí, soy yo el que va a el objeto y llego a ser parte de él. En el acto de amor la persona sale de sí misma. El amor es, quizá, la suprema actividad que La Naturaleza proporciona para salirse de sí mismo, hacia el otro. Este no gravita hacia mi , sino yo hacia ella. Ya los latinos de la antigüedad habían consagrado este axioma: "Amor tradit amantem extra se" : el amor ha de salirse de sí mismo... querer el bien del otro. Es todo lo contrario al capricho, al orgullo, al amor propio y al egoísmo.
El amor no es el sexo con todo y lo sublime que éste es, con todo lo que puede tener de maravilloso al considerarlo uno de los regalos más extraordinarios de los 'dioses' a nosotros los pequeños mortales... la grandeza del sexo se derivará de su orientación hacia el verdadero amor, de verdad es sublime hacer el sexo con amor o mejor dicho "hacer el amor" y del que puede ser punto de partida de inefable expresión, pero siempre su existencia será muchísimo más efímera que el mismo amor. Hombre y mujer son algo más que anatomía y fisiología... mucho más. Víctor Hugo, tras larga experiencia, llegó a escribir: "¡Ay de quien haya amado únicamente los cuerpos, las formas y las apariencias! Todo esto se lo llevará la muerte. Procurad amar las almas y las encontraréis". Sin las alas, el amor no puede tocar el cielo: y el "amor" que se arrastra, como los reptiles, termina envolviéndose y revolcándose en el fango
El amor no es sentimiento, ni mucho menos sentimentalismo. El sentimiento puede ser una irisación del amor; el sentimentalismo será siempre, una dolencia del alma pero nunca el amor mismo. El amor en sus comienzos es un sueño y el sueño de encontrar lo que se anhela y que encierra dicha sin fin. Alguien ha notado que todo lo que en ésta vida vale la pena, ha comenzado siempre con un sueño. Pero el amor y en especial ese amor conyugal descansa en la materia; y por ende, pasa por todas las vicisitudes de la materia hasta poder llegar al aburrimiento (¿le pasaría esto a mis ahijados?) El amor humano no navega siempre con las velas henchidas por el viento de lo fácil: tiene sus escollos, tiene sus borrascas, y tiene sus tormentas y hasta naufragios. Conocer entonces qué es lo fundamental y qué es lo accesorio en el amor, aunque sea difícil, es determinante... suele ser una buena 'Estrella Polar' para arribar, sano y salvo al puerto seguro de la tranquilidad.
En toda vida humana hay que doblar, alguna vez el Cabo de las Tormentas.
La gran aventura comienza con la primera búsqueda, la alegría del descubrimiento y aquí en este momento me acuerdo del inmortal poema hecho canción por la mexicana María Grever, llamado:
Alma Mía
Alma mía sola, siempre sola,
sin que nadie comprenda tu sufrimiento,
tu horrible padecer;
fingiendo una existencia siempre llena
de dicha y de placer,
de dicha y de placer...
Si yo encontrara un alma como la mía,
cuantas cosas secretas le contaría,
un alma que al mirarme sin decir nada
me lo dijese todo con su mirada.
Un alma que embriagase con suave aliento,
que al besarme sintiera lo que yo siento,
y a veces me pregunto qué pasaría
si yo encontrara un alma como la mía.
Es el anhelo más bello y sincero poema que poeta alguno le pudiese cantar a el amor. Y el hallazgo de las dos almas en un encuentro definitivo... "Si yo encontrara un alma como la mía" Ante éste, todo adquiere un sentido nuevo, una nueva razón: es la vida misma, el mismo mundo pero con diferente luz. El criterio, entonces, para vivir, para soñar, para actuar es, sin más, el querer del otro. Y, ante su querer, no hay sacrificio, ni obstáculos, porque el velero del alma surca raudo los siete mares a impulsos de entusiasmo en ese primer y único amor.
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La ruptura.... |
El encuentro lleva a la unión. Lo que fue deseo, pasó a ser posesión mutua, en un mutuo intercambio. Por que se busca el bien de la persona amada... En el acto de dar se tiene la recompensa del recibir: dar y recibir son plenos y con eso se previene del egoísmo que siempre es un arma mortífera contra el amor. De esa manera en la renovación constante del tiempo será fuerte, no porque sea pasional, sino porque se renueva, vacunándose continuamente contra el cansancio. (¿será que eso le falto a mis ahijados?) La unión engendra la armonía, decía Farwel y esta emerge del acorde perfecto, no de la aniquilación de uno de los dos, ni de la supresión de uno de los dos, ni de la inmolación de uno de los dos: emerge del acorde inmortal de dos almas, "iguales en dignidad, distintas en cualidades, para complementarse". Esta armonía permeabiliza la rutina de cada día. Ninguno de los dos, lo sabe siempre todo y ninguno de los dos, se equivoca totalmente en un momento dado; ninguno de los dos está siempre en la razón y ninguno de los dos tiene siempre la culpa.
La unión y la armonía son frágiles y el egoísmo puede hacerlas añico en cualquier momento (¿Será que hubo egoísmos entre mis ahijados?) Y así, amor y unión, llevan a la "felicidad". Pero, ésta no es ausencia de dolor y menos en este 'valle de lágrimas' y menos pretender una "felicidad" -amor- sin crepúsculos de dos seres limitados, imperfectos y por sobre todo humanos. Más aún, la capacidad de amar, en el hombre y en la mujer, se medirá, siempre, por su capacidad de sufrimiento... relativo o no, yo así lo pienso, no es fácil. "Nadie -decía Jesucristo- tiene mayor amor en este mundo, que el que da la vida por el amigo".
Entre los que se aman, es preferible mil veces el dolor que causa la persona amada, a la misma y 'espantosa' indiferencia (¿hubo indiferencia entre mis ahijados?) Quizá sea, por esta idea básica, que el verdadero amor se mide por la capacidad de sacrificio y no por sus ausencia, por lo que Tennyson, escribiera éste pensamiento: "Más vale, haber amado y haber perdido, que no haber amado nunca". Por eso ésta característica del dolor la comprendemos bien cuando, por ejemplo, se trata del amor por La Patria o la de aquellos fanáticos cristianos que se hacían matar por su nueva creencia. Se vive, se lucha, se sufre y se muere por la amada Patria y se sufre y se muere en el martirio, por la religión...
Pero aquí viene el pero de siempre y la pregunta necesaria: ¿se vive, se sufre, se lucha y se muere por la persona amada? si es así, pues, ésta es la más pura, auténtica y incontaminada "felicidad" del amor. Y esta "felicidad", la que consiste en ser más que de tener, la que está dentro de uno, más que en las cosas externas, esa es la verdadera... la auténtica y la que no sabe de egoísmos, sí, de Egoísmos. (¿fueron egoístas mis ahijados?) ya me lo había preguntado arriba... no lo sé.
Y, aquí viene algo difícil y harto polémico; a cada paso nos encontramos con parejas que manifiestan abiertamente no poder perdonar a su pareja o cónyuge, o no poder olvidar la ofensa y menos poder comenzar de nuevo y pienso que el verdadero amor es más raro de lo que a primera vista parece, el poeta decía: "ésta golondrina viajera ha emprendido el vuelo de regreso para hacer su nido en la fronda de algún paraíso perdido". Es muy polémico el tema y demasiado relativo lo de poder perdonar y olvidar y aquello de "borrón y cuenta nueva" será tema de otra entrada, por ahora continuemos con éstas "divagaciones sobre el amor"
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Un amor asesinado... |
Sabía mucho de todo esto quien escribió: "la gran tragedia de una relación o un matrimonio no es la muerte, sino que el hombre y la mujer dejen de quererse", mejor... de amarse. Quizás, no se quisieron nunca de verdad (¿sería eso...Ahijados?) hasta el sacrificio. En el libro de los Vedas, se encierra una sabiduría que, amén de ser imparcial es milenaria, en uno de sus consejos reza así: "Alma mía, tu verdadero bien es únicamente el bien de otra alma". Cueste lo que cueste.
Amar, en definitiva, no es otra cosa que pensar, querer y buscar la felicidad y el bien de la persona amada. Primero pensar y preocuparse del bien ajeno, es decir de la persona amada; de lo que necesita y de lo que anhela, de lo que quiere. Los ojos del ser amado deben ser las ventanas a las que uno se asoma para ver su alma, descubriendo sus riquezas y sus quereres. Y después de pensar, querer ese bien. Querer y gustar son sinónimos, a veces van de la mano y a veces no. Si el querer es sincero, amar será, hacer la felicidad del otro, decían los abuelos: "Obras son amores y no buenas razones". Así que, "Estar enamorado es vivir en constante peregrinación - sin descanso- hasta el santuario del amor y quemar ante su altar el incienso de la adoración". Por eso no debe haber nada más consciente que el amor: es un compromiso de dos vidas y dos destinos.
Ahora, ¿Porqué entonces, ese empeño de pintar al amor de ciego? Pascal, escribía ya en su tiempo, pero creo que no le han hecho mucho caso: "Los poetas no tienen derecho a pintar ciego al amor: hay que quitarle la venda y, desde ahora, devolverle el uso de sus ojos". ¡No, el amor no es ni puede ser ciego! y con otro poeta poder decir: "El amor es como una fuente, como una música que emana, no explosivamente, sino con una continua fluidez del fondo de un alma para saltar hasta la otra".
De nuevo ahora, ¿por cuanto tiempo durará ese amor?... ¡Hasta que la muerte los separe! el, como las plantas y los niños, nace, crece, se desarrolla y fructifica con cambios de tono, de matiz, de colorido; cambiando también de sentido y de expresión, como la Naturaleza en las cuatro estaciones y como la vida, el amor también ríe y canta y se transfigura... parece poesía y es realidad y como en las variaciones sobre un tema musical, así el amor - el mismo tema- sueña, canta, busca, encuentra, ofrece, fecunda, cree y espera, hasta llegar al 'crescendo' mayestático y al acorde final que, por haber contado con La Naturaleza, tiene resonancias de eternidad.
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El ocaso de un gran amor... |
¿Qué más puedo decir...?, mucho pero, ya me he extendido más de lo suficiente y no se trata aquí de sentar 'cátedra'; es un muy sencillo ensayo en una ¡divagación sobre
El Amor! Es una lástima de verdad cuando uno asiste al sepelio de un bonito amor, como el que tenían mis ahijados... ¿Qué paso? nunca sabremos puesto la entera verdad siempre brillará por la ausencia de los propios intereses... ¡lástima, lástima! Qué le vamos hacer.
Un abrazo de pésame aunque con mucho cariño.
Hortensio.