miércoles, 5 de noviembre de 2014

La dipsómana...

Del libro de poesías 'Dislocadas' de 1989, esta en especial:

En una inscripción egipcia datada hacia el año 2.200 a.C rezaba:
"La boca de un hombre perfectamente contento está llena de cerveza"


"He hecho correr sin medida como corre el agua del rio, torrentes de cerveza,
para dar gracias sobre el altar de Marduk y su esposa Sarpanitu."
(Nabucodonosor)


Y he bebido una cerveza fuerte como beben aquellos
que se entregaron valerosamente al placer.
(Kavafis...)

La dipsómana...
Agotado y enfermo en la madrugada despertó,
de lejos escucho la melodía mañanera de un gallo
la angustia de no recordar nada lo hizo volver en sí
mirando en su rededor pudo ver que todo estaba ahí.

Sudaba por angustia o por temor infecto... dolor de todo
cerró los ojos, pretendió recordar lo que había sucedido
pasó sus manos por el desnudo temblor de su cuerpo
todo parecía estar bien menos su cabeza que dolía a morir.

Callada e inquebrantable su decisión ya estaba tomada...
no volvería con ella ya era cosa olvidada cuestión del pasado
y no culparia al viejo destino de todas sus desgracias...
¿qué culpa tenía de estar siempre presente y no advertirle  nada?

¿Qué culpa tiene el viejo destino de no  presentir la sombra de
su presencia de nuevo en su cama y no saber nada de ella...?
¿qué culpa tiene el viejo destino si él mismo lo había ultrajado
creyendo de nuevo en ella en sus labios en no dudar de su ternura?

Que gran jugada del azar que nadie vio mostrándole de nuevo
que el amor es una extraña trampa en la había caído y caído sin
la menor incertidumbre una y otra vez sin poder ver la experiencia
y en la que persistía entrar sin la menor pena sin prever la tragedia.

Mil cervezas...¿Dónde caben? y la noche cómplice de la intoxicación
los movió atados en sus cuerpos hacia el refugio que fue de sus padres
que fue de sus hijos y le había regalado a ella cuando todo compartían
pero su decisión ya estaba tomada y de verdad que no volvería con ella.

¿Pero qué hacer si ella era el pan fresco de sus deseos y de sus lujurias?
la puerta del cuarto se abrió de repente su silueta estaba allí en el marco
¡levántate borrachito perezoso! tómate estas aspirinas y date una ducha
tienes que ir a trabajar ya son las seis, espero que recuerdes lo de anoche.

Asustado se tocó la cabeza con ambas manos y trató de recordar la laguna
alcohólica se lo impidió... no recordaba nada solo que ¡no volvería con ella!
pero ella continuó: Sí, anoche llorando como un niño me pediste perdón
me juraste no volver con ella, juraste amor eterno pero ¡Yo ya no vuelvo!

Que noche tan fantástica, tan llena de amor y promesas pero de verdad mi
decisión está tomada ¡ya no vuelvo contigo!  y si lo deseas seremos amigos
sigue con ella maldita y dipsómana cerveza esa rubia sí que te ama de verdad
y el tufo de su amor te acompañará hasta la tumba en donde brindaremos por ti.

Mi adorada rubia... te amo.

                                                         (Farwel, 1.989)
 

P.D.:  En la puerta de su cuarto unos golpes suenan...
          - ¿Quien es...?
          Una suave voz de mujer contesta...
          - Yó, el amor de tu vida.
          - ¡Mentira... la cerveza no habla!


¡Qué decir!... solo un abrazo.

Hortensio.






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