domingo, 6 de abril de 2025

Una simple sugestión.

Razonar y convencer ¡qué difícil, largo y trabajoso!
¿Sugestionar? ¡qué fácil, rápido y barato!
Santiago Ramón y Cajal.

De nuevo un gran y Plácido domingo, hoy con una muy pequeña narración anónima sobre la sugestión y sus consecuencias, en ésta se cuenta que un día llagó a Roma, un rico comerciante y visitó a un gran filósofo de aquella época, el filosofo alagado por la visita invitó al hombre a un banquete en su quinta, el banquete comenzó con una apetitosa sopa y cuando empezó a beberla vio en el fondo del plato algo parecido a una culebra; pero por decencia y vergüenza terminó, al rato regresó a casa con gran preocupación por lo que había visto en su plato...
De hecho empezó a sentir un fuerte dolor de estómago que le quito el sueño de los ojos y lo llenó de una gran preocupación . A la mañana siguiente y sin pensarlo dos veces se encaminó hacia la casa del filósofo con la esperanza de encontrar una cura para el malestar que lo aquejaba desde la noche anterior.
grande fue su sorpresa y mayor su sorpresa cuando el filósofo deteniendo una carcajada mando a traer un plato de sopa y lo llenó de agua sentándolo en el mismo lugar en el que estuvo el día anterior.

Cuando el rico personaje miro en el fondo del plato volvió a reconocer la imagen de la culebra pero esta vez el anfitrión le dijo que era simplemente el reflejo de un dibujo de una culebra que estaba situado en el techo del comedor a modo de decoración. fue mágico ese momento en el que el dolor de estómago desapareció tan pronto miro hacia el techo y supo la verdad. "La serpiente -de un vivo color verde- solo existió en su mente, mi querido amigo y se te convirtió en una realidad tangible que te enfermó", fue la  conclusión del filosofo.

La mirada de una sugestión...

El gran  médico y polímata islámico del siglo X quien vivió en España, Abu Alí Ibn Sina (Avicena) solía decir: "El engaño es la primera mitad de la enfermedad, la tranquilidad es la mitad de la cura y la paciencia el primer paso hacia la curación." Una conocida dama de la alta sociedad parisina de comienzos del siglo XX y que tenía la fama de bruja, le dijo una vez a su hija: "A mi me conviene que piensen que les hago brujería, así me ahorran el material y la sugestión hace lo suyo."


Bueno espero que les haya gustado y se lo dedico a los hipocondriacos amigos que conozco...
Un fuerte abrazo.

Hortensio.

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