de encantos raros y olores sápidos.
Sí que es cierto que solo se ama lo que
se conoce, yo te conozco de siempre sin
naufragar en tus recuerdos.
Añoro tus formas y fragancias tu cada vez más limpia esencia en mis pensamientos que llenos
de añoranzas se dan. Tu emblema blasonado de cultura
y de tu luz, de tu gente, de tu tierra y tu 'Bosque de la República', San Laureano y
de la sencilla y hermosa ermita de la
Virgencita del Topo.
Tu pasado, inocente surtidor de nostalgias sentidas, tu presente
que es mío hasta la muerte y tu inquietante porvenir seguro e
impredecible te llama a la inmortalidad que armoniza la historia que nunca descuidó tu destino.
Refugio de próceres y gente buena, ebrios siempre de libertad de donde sacas del tiempo su mejor momento y
haces de tus silencios... Paz.
Mi amada Tunja, con tu eterno e insaciable Pozo Donato,
profundo de anhelos mirando siempre fiel a tu cerúleo y
acendrado cielo... es mi corazón
y mi amor y mi tesoro y mi dios de libertad.
Siempre serás hasta el fin de los fines, la única patria que anida en mi ser y se renueva de forma inexorable día con día; con tu recuerdo amado vuelvo a mi serena niñez en donde marqué la senda antes que a nadie seguir.
La eternidad tendrá su ocaso glorioso de todos tus amores
inmortales, amantes dóciles rendidos a tu lenífica belleza
de primavera cálida y tibia que le da a tus hijos calor en tus
gélidas noches de amor, amparándote como a su niña dilecta, adorada dúctil en ensueños.
Qué más puedo decir de mi inagotable amor por ti arco iris
de colores irisados y fluidos, aromados por tus flores bizantinas, fresca brizna de tus montañas y el fuerte rumor de tu San Lázaro.
Sentimiento profundo de fuerza pura, es mirar tus calles,
tus casonas y tus iglesias, es mirar a unos ojos profundos
de mis sueños el más hermoso... solo se trata de cariño,
de adoración, predilección, ternura.
Anocheciendo en Tunja... |
Aunque trato de esquivar el nostálgico pensamiento de morir
lejos de tus lares, percibo el dolor torrente profano de la angustia no pudiendo justificar mis lágrimas, sensibles, efímeras y furtivas; lírico exorcismo de un sortilegio del cual no puedo ni quiero huir.
Solo deseo pensar en buscarte, hacerte visible en mis pensamientos, de encontrarte en lo más hondo de mi inescrutable alma inquieta destinada a un amor sublime que por ti abrazo a cada segundo de mi existencia.
Ya en mi crepúsculo yo te bendigo mi amada Tunja,
tumba de mis abuelos y mis pasiones...
Tu mañana es para siempre.
Fernando Cepero Márquez Tunja, 24 de abril de 1998.
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