Hola, espero que hallan tenido una magnífica semana de receso, hoy en este Plácido domingo, una historia que tenía guardada para alguna ocasión o ninguna pero que quiero compartirla hoy con Ustedes…
Ahora desde la distancia que dan los años, pienso que nunca entendí porqué lo hice. Esa conversación que tuve con mi vecina hace muchos años me dejó una insaciable sed de dudas...Yo tenía 17 años y Ella unos 30. Era noche de navidad, había convenido ir a 'misa de gallo' con mi amigo Perucho, preferí no dormir y acordamos que yo iría a su casa a despertarlo antes de media noche y así pasó, lo recogí y salimos raudos para la iglesia en donde ya nos estaría esperando ese, mi primer "amor platónico" que había despertado en mí una inmensa inquietud en todo mi ser (¿amor? ¿deseo?). Ella estaría ya en las bancas de atrás guardándonos un espacio a su lado, ¿Cómo saber lo que iba a suceder? no lo sabía pero Ella, lo había planeado todo muy bien.
Lo recuerdo, era una tarde del 23 de diciembre, y a mi me ha regresado la escena vívida y casi real de esos momentos: Se acercó a nosotros aquella hermosa mujer que nos tenia hechizados con sus ojos color ámbar que destellaban al mirarnos, ni en mi más loca fiebre pude delirar y soñar aquello que tenia frente a mí. El sol nimbaba de tonos cobrizos su hermosa melena castaña clara, abundante y ondulada.
Y ese inconfundible olor a 'pachulí' que despedía su cuerpo con aroma a perfume de "nosequé" delicioso como ninguno, nos embriagó cuando nos propuso su maquiavélico plan, que ahora entiendo y nunca fui capaz de rechazar... Se sentó a nuestro lado y pidió una limonada natural al igual que nosotros, ignorando a mi amigo, me pidió un favor, que desde luego me recompensaría. Como idiotizado la oí pero no podía entender el alcance de sus palabras, me sentía incapaz de interrumpirla y mucho menos e impensable, decirle no.
Una Misa de Gallo. |
Me entregó un papel doblado en donde estaban las instrucciones al detalle... se levantó no sin antes pagar la cuenta y darme las gracias con un jugoso beso que estampó en mi frente, a Perucho un cariñoso pellisquito en la quijada, nos quedamos alelados viendo como se alejaba moviendo esas curvas anforadas, y caderas de ensueño de donde prendían esas piernas perfectas e interminables... cruzó la esquina y salimos del éxtasis de esa idílica visión.
Nos miramos y automáticamente fijamos nuestros curiosos ojos en el papel que contenía las instrucciones...
Un fuerte abrazo de continuará.
Hortensio.
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