domingo, 5 de junio de 2016

Solo prosa...

No tiene nada de lógica lo que llamamos "vida normal", es decir esa vida en los que los días y en las noches siempre pasan las mismas cosas... ¡no prendas la T.V.! por favor o te encontrarás con la realidad de la injusticia social, cientos miles de ellas, el crimen, la sangre, el terror, las religiones, los rateros y las putas, los políticos y la corrupción y un largo etcétera, etc... y el murmullo de tu silencio cómplice, cada vez más cómplice, cada vez más silenciado. Cuanta locura y hiel, ruido y dolor cotidiano, solo busco olvido en lejanías, en el confín azul del horizonte y en el esquivo verde de tus ojos; solo así podré dejar de pensar que estoy consumido en esa escena a la que llamamos "vida normal".


Faltas tú... todo lo demás sobra en la vida y te fuiste un 25 de abril por la noche; me angustia saber que estoy haciendo distancia y que de seguro cosecharé olvidos, mi espíritu quedó conturbado... ¿Cómo tomar el camino del volver, si no cuentas con las ganas de vivir? Sabía amar como ninguna y yo la adoraba; estoy lleno de su ausencia y mi corazón vacío, vacío de Ella, todo me ensombrece... creo que me he secado.



Todo camino es como un reto ineludible, es que hay que afrontarlo antes de anclar la ruta que sería desertar ineluctablemente, entonces habrá que rasgar toda espera que asfixia y desechar ese espectro de la inmovilidad que todo aproxima a la nada en una agonía que siempre hace metástasis en el tiempo y acaba con matar... la esperanza. 


En una noche de tibio verano convertiste mi fría noche de invierno y acompañé, -con tu permiso- la ardiente primavera de tu vida, cuando ya mi otoño, entre la bruma del pasado ya no creía en nada pues venía muriendo por el sendero del desamor y el desengaño que expiaba una pena que se convirtió en mi destino cruel. Entonces apareciste por ahí... y mis ojos fatigados se fijaron en los tuyos, vivaces y brillantes, rotundos y altaneros ¿por qué no quitaste tus ojos de mí...? Azar, querido azar, hasta ayer nunca había creído en ti, perdona, hoy me haz hecho muy feliz, aunque angustia me dé tanta dicha... ¡Gracias! porque tu presencia vino de la mano de la mujer que amo...Tú.


Que triste es la paradoja del dinero... al principio es un miedo recurrente a no tenerlo; luego con el paso del tiempo y cuando lo acunamos, llega el miedo a perderlo, entonces nace el deber y la necesidad angustiosa de cuidarlo y a pasar el resto de nuestras efímeras vidas en aumentarlo y protegerlo a como dé lugar, ese, nuestro tesoro que nos costó tanto y tanto esfuerzo conseguirlo. Y todo a sabiendas que estamos en el mundo de lo transitorio; ¿te acuerdas de los faraones y sus tumbas? los profanadores penetraron en ellas y se llevaron todo, pero... Todo.


Hastiado de mis días, solo siento que soy un extraño en ésta ciudad que me ha desahuciado como fétida basura y me pone a buscar, sin cerrar la puerta de atrás, la salida a un mundo acanallado y cruel y vulgar;  angustia de no encontrar nada... ¿muerte? quizá, pero sabiendo que es el mismo final, me pregunto: ¿que hago aquí añorando eternidad? absurdas esperanzas que no han de llegar, búsqueda terca de preguntas huérfanas de respuestas y de realidades. Solo huesos y carnes que se convertirán en polvo rumbo al muladar y eso si que es real y eso si que será mi destino, sintiendo que me hastié de mis días, esos que sólo cosecharon piedras en el desierto... sabor amargo de un adiós inútil, tiempo que no verá la madrugada. 


Un abrazo lleno de prosa...

Hortensio.

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