domingo, 17 de abril de 2016

La mirada...

                                                                                                                            A mi amigo, Germán Aguirre Licht.


En éste Plácido domingo, comencemos por el final, esto es haciendo clic sobre el hermoso Adagio de Albinoni, interpretado por la filarmónica de Berlín, bajo la dirección del maestro Herbert von Karajan, el "dios de la batuta" y después si empezar a leer la entrada propuesta y dispuesta.

                                                                                                         

                                                                                         
 
                                                                                                                                          El silencio puede ser una caricia, 
       el encierro siempre será refugio.
                                                Farwel.

Y me encontré con la misteriosa mirada de aquel hombre, perdida en una ausencia de inmensa lejanía que causaba 'terror' revuelto con un inmenso vacío inescrutable. Y le dije tocándole el hombro, ¡Que miras...! no se inmutó, no contestó. En verdad ¿Qué miraba...? si al frente solo estaban los cristales mojados de la ventana, con sus culebrillas cristalinas rodando por ellos, fruto de la pertinaz llovizna que caía en el declive de aquella tarde gris.

Cuanto daría por mirar a través de esos ojos tristemente ausentes y conocer la historia que lo llevó a ese estado de inanidad; ¿por qué angustias estaría pasando...? ¿Qué dolores estaría escondiendo? Así había durado horas y horas hasta que los enfermeros del nosocomio lo retiraron del asiento frente a la ventana y él estaba allí pero, ¿su mirada donde...?  

Era un viejo bueno...

Esas son las tristes imágenes que uno ve a diario cuando se es psiquiatra... no saber nada de nada y lo peor, no poder ayudar ¿Quién conoce el misterio de la mente "enferma" de esa criatura evolucionada que es el hombre, cuando no se quiere abrir al diálogo? ¡Qué dolorosa impotencia! Cuando se puso de pie, un pequeño papel arrugado por la presión de la mano, cayó al piso... lo recogí, en una hermosa caligrafía se podía leer: "Faltas tú... todo lo demás sobra en la vida".

Al leer su historia clínica se hizo una imagen de su personalidad y anotó: "Era un viejo bueno que tenía la maña de acariciar su tristeza, de abonar sus melancolías, de mimar sus nostalgias, de amar el dolor, por qué cuando ese dolor se vuelve costumbre, ya no duele; como no podía localizar el dolor, desistió, porque no lo podía palpar como las tinieblas, y aunque no le dolía en ninguna parte, le dolía todo."

"Nunca encontró alivio a sus tensiones. Enervamiento de lo cotidiano. Era un predestinado de las penas, que se exaltaba ante la belleza de un atardecer y se deprimía con la penumbra de la noche, porque no aprendió nunca a vadear su ansiedad, entonces acepto su vida con indiferencia y con cinismo, pero con serenidad y un bien llevado renunciamiento... se nos ha ido para siempre.

Hasta aquí el concepto médico o ¿poético...?

Un nostálgico abrazo.





¡Qué hermosura...!

Hortensio.

 

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