domingo, 27 de marzo de 2016

Un pequeño cuento escatológico.

Recogiendo un escrito del 'picaflor' Bada, decía a propósito del título de ésta entrada, que hay dos claras definiciones de la R.A de la L. de lo que significa la palabra escatología: Una, conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba; la otra constituye el tratado de las cosas excrementicias... En éste Plácido domingo, nos atañe ésta última, como una segunda parte de lo escrito por Farwel, en éste blog el 18 de noviembre de 2013 y que denominó, "La más 'bella' alabanza jamás contada".

En visiones de neurastenia: Wenceslao Fernández Flórez, el escritor y humorista gallego, nos trae un pequeño cuento escatológico que hoy quiero compartirlo y que decía: Un coronel del glorioso Ejército Nacional va caminando por una calle de una ciudad española cuando de repente siente unas irreprimibles ganas de dar del cuerpo (lindísima expresión, harto mejor que el simple cagar), pero en ese momento se encuentra ahí en la calle con la esposa de su superior inmediato, un general de quien depende su próximo ascenso. Y la buena señora lo arrastra con ella, porque quiere recabar la opinión de un hombre de buen gusto, como el coronel, acerca de sus compras. Y al coronel, pobre, no le queda otra sino aguantarse las ganas.

El cuento va ganando en intensidad y en angustia conforme la generala más y más compra y el coronel más y más ganas de dar del cuerpo. Y como aborrece hacerlo en un WC. público, apenas el pobre hombre se libera tras una agotadora sesión de shopping, sale corriendo para su casa, entra en ella y descubre que su esposa está en la cama haciendo el amor con otro hombre, y entonces grita algo sublime: "¡Esperad malvados!!", y se mete al baño. Sólo que cuando sale, aliviado por fin de su carga, claro está que su esposa y el otro han desaparecido.

Otro desgraciado que sucumbió a la más deliciosa llamada de la naturaleza...


Y así, la literatura escatológica es más bien rica en su producción desde el gran Quevedo, pasando por el Quijote y el "cagadòn" que se pegó Sancho y descrito magistralmente por Cervantes (léanse el capítulo XX de la primera parte) y "Escatología y civilización" escrita por el capitán J.Gregory Bourke, a finales del siglo XIX y que es avalada por Freud, en su prefacio y en donde el escritor deja en claro que en la naturaleza no existe el concepto de suciedad, sino como "cosa ubicada en un sitio equivocado"; seguido por "Historia de la mierda" escrita por el psicoanalista francés Dominique Laporte, en donde recopila textos jurídicos y leyes sobre la mierda y su importancia en el devenir capitalista, en el papel de la Iglesia y la sociedad; hasta la modernísima Kathleen Meyer con su obra "Cómo cagar en el monte".

El bestseller infantil "El topo que quería saber quien se había hecho aquello en su cabeza" en éste cuento infantil Werner Holzwarth y Wolf Erlbruch, cuentan la historia de un topo que al salir de su madriguera le cayó en la cabeza algo fétido "gordo y marrón" que se parecía a una salchicha, el topo comienza una exhaustiva investigación sobre la mierda de todos los animales en búsqueda del autor de semejante crimen (más de 50.000 ejemplares vendidos y éxito de la "sacrosanta" editorial Alfaguara de Madrid) y desde luego "Caca, una historia natural de lo innombrable" escrito por la zoóloga británica Neal Layton, y traducido a más de diez idiomas, en donde habla de la mierda en el reino animal como un "carné de identidad" un divertido acercamiento a su mundo desde sus excrementos; y otros: "La gran cagada" de Joe Lindsay; "A la salud por la cagada: refranero escatológico" estupendo texto que recopila refranes, escolios y sentencias del saber popular relativo a "aquello que evacuamos, desperdiciamos y abandonamos diariamente"; y "Adiós cacas, adiós" de Sergi Camara, la historia de Dani, un bebe que pasa a ser niño en una divertidísima historia en donde sus papás con paciencia y mucho amor le ayudan a renunciar a los pañales y a despedirse de la "señora caca"; y "¡Caca! ¡Puaj! ¡AHH!" de Gaby Goldsack, en donde de manera hilarante y muy amena, explica muchos datos interesantes sobre la mierda, como por ejemplo: para qué sirve o quien hace la caca más grande y un gran etc.

Como lo explicaba Farwel, en "La más 'bella' alabanza jamás contada" cagar es quizá la más grande satisfacción que un ser humano pueda tener y hacer (incluso mayor que el efímero orgasmo) en su diario acontecer y que por estúpidas razones sociales se ha convertido en un tabú ignorado y siempre repudiado, pese a su importantísima fisiología en la salud humana. Mierda, caca, heces, popó, excrementos y otros sinónimos, es una palabra 'malsonante' camuflada bajo el idiota velo de cientos de eufemismos y que la sociedad occidental quiso siempre ubicarla lejos de sus ojos por considerarla fétida, indigna y desagradable... y es consuetudinariamente ya aceptada como tal, ¡qué le vamos hacer!

Ahora éste pequeño dato curioso, que muchos viajeros e "intelectuales" desconocen.... :

La diosa Cloacina en todo su esplendor...
La famosa y bellìsima estatua que llamaron los arqueólogos la "Venus Cloacina", por haberse encontrado entre las inmundicias de la Cloaca Máxima, está ligada íntima y venéreamente a esa increíble obra de ingeniería sanitaria que se realizó a partir de un riachuelo que corría entre las colinas Palatina y Capitolina, y terminaba en el Tíber, en donde acababa todo aquello de lo que los ciudadanos de Roma querían olvidarse; Ròmulo, fundador de Roma, así la llamó, Cloacina, protectora de los retretes y letrinas, fue una de las primeras diosas latinas, "la purificadora de las inmundicias".
La Cloaca Máxima, hoy casi intacta y en pleno uso.
Bueno, por hoy un solo un abrazo...

Hortensio.

P.D.: Del laureado poeta alemán y dramaturgo Günter Eich, el 50Topos y el poemario Inventario, este poema... no se en qué estaría pensando el gran poeta de Brandeburgo...

Sobre fosas malolientes,
papel con sangre y orina,
entre moscas que refulgen, 
me acuclillo en la letrina.

Viendo una orilla boscosa,
huertas, varado un lechón.
En el fango putrefacto
cae a plomo un cagajón.

Resuenan en mis oídos
los versos de Hölderlin.
Se reflejan, nieve pura,
las nubes en este orín.











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